Crítica ' Tierra de nadie

Queridísimo verdugo

Tierra de nadie. Documental, Portugal, 2012, 72 min. Dirección: Salomé Lamas. Con: Paulo de Figueiredo.

Tierra de nadie nos acerca a la siniestra y fascinante figura de Paulo de Figueiredo, soldado y mercenario profesional en Portugal, África, Latinoamérica o el País Vasco, donde trabajó para los GAL. Sentado delante de un fondo oscuro en una nave abandonada, un Figueiredo espectral va soltándose poco a poco frente a la cámara a lo largo de cinco jornadas de entrevistas editadas de manera fragmentaria, numerada y sincopada, a latigazos de elocuencia episódica que no dejan apenas tiempo para reposar unas declaraciones espeluznantes en su frialdad descriptiva: relatos de encargos expeditivos, precisos rituales de la aniquilación, cuentos de la adicción a la sangre, códigos de honor del asesino que "nunca mató a nadie que no lo mereciera", ajustes de cuentas con aquéllos que lo traicionaron.

Figueiredo da nombres, lugares y fechas con la desafección del artesano que ha hecho bien su trabajo, con la lógica de quien explica su oficio desde dentro, a través de sus códigos internos, sin asomo de culpa o arrepentimiento, dando por sentado que el mundo es como es y que sus juegos de poder necesitan de tipos como él, dispuestos a llevarse por delante a quien sea por dinero, pero también a abortar un encargo porque hay niños inocentes en escena.

La palabra salida de las sombras se encarna como un poderoso instrumento de fabulación que airea las cloacas de la Historia del último tercio del siglo XX. Finalmente, liberado el hombre de su carga, apuntado incluso su particular Rosebud en la Angola de la infancia, lo acompañamos al único lugar posible al que pueden ir a parar tipos como él una vez cumplida su misión: debajo de un puente, rodeado de parias y desterrados, esperando el momento justo para desaparecer del todo.

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