Crítica 'Just the wind'

Mirando a las minorías

Just the wind. Director: Bence Fliegauf. País: Hungría, Alemania, Francia. Año: 2012. Duración: 86 mins. Intérpretes: Katalin Toldi, G. Lendvai, Lajos Sárkány.

La visita de Costa a Fontainhas y la experiencia fílmica que de ahí surgió -deparando, entre otras cosas, el engrandecimiento straubiano y fordiano de sus habitantes, por fin dentro de la historia del cine y no en sus márgenes- ha hecho envejecer, sobre todo, a un determinado cine de autor que siempre se ha pretendido sensibilizado con los problemas de los excluidos. Just the wind, del húngaro Fliegauf, es de esas películas que nacen con edad de jubilarse, sujetas a esquemas (estética del seguimiento, radiografía del gesto) que se sienten ya tan formularias como los más legendarios tics de la gramática invisibilizada.

Desde su Dealer, las ficciones de Fliegauf están, como diría el bueno de Herzog, esperando una catástrofe inevitable. Pero el golfo alemán mentía como un bellaco, y al final la destrucción mutaba en coitusinterruptus; Fliegauf, sin embargo, es demasiado serio como para jugar con las formas del cine, y lo que reza el primer intertítulo de la película -que informa de la base real, una reciente matanza xenófoba, indiscriminada y cruel contra la minoría romaní en Hungría- se ejecuta con frialdad: el cineasta como demiurgo con cronómetro que amenaza fílmicamente. Este artero ideario, que se traduce en la siempre venerada gravedad, depara la principal traición de Fliegauf a la vida y al cine. Siempre turbó la felicidad de los oprimidos y marginados, la inmarcesible sonrisa que se dibuja en los niños pedigüeños de medio mundo, depositarios de ese secreto que tanto atrajo a Pasolini. Hasta eso les arrebata Fliegauf, y todo por un par de estatuillas en festivales.

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