Feria de Los Barrios

La crisis pone a dieta las carteras

  • Los caseteros reconocen que entre semana las comandas son menores mientras que las familias reclaman precios más económicos y optan por evitar lo más caro de la tabla

A nadie se le escapa que la feria es un gasto extra en las cuentas bancarias del mes de mayo en Los Barrios. La crisis económica se deja notar en las barras con menos comandas o más cortas que antaño porque los precios, lejos de bajar, continúan siendo elevados. Dos cervezas y dos pinchitos (lo mínimo que se despacha para una pareja) no bajan de los ocho euros.

Así lo reconocen varios caseteros quienes señalan que los primeros días de feria son más flojos en cuanto a ventas aunque suele remontar el fin de semana. Si bien es cierto que siempre hay grupos y familias que sucumben a los manjares de la feria sin reparar en gastos, muchas personas optan entre semana por bajar al recinto ferial después de almorzar o tomar sólo un aperitivo reservando la cartera prácticamente intacta de cara al largo fin de semana.

Con este panorama, hay remedios para todos los gustos con el fin de que la feria no pase factura al bolsillo pero tampoco suponga un sacrificio acercarse al recinto y nutrirse sólo de olores. "Venimos ya almorzados, la cosa no está para hacer mucho gasto aunque claro está que el fin de semana nos daremos un caprichito", señala un hombre mientras recoge una bandeja de pinchitos.

Cambiar los platos más caros por otros igualmente sabrosos pero más asequibles es una de las opciones más seguidas. "Si no hay para jamón, habrá para pimientos fritos. Es cierto que antes de pedir vemos a más gente que antes mirando la carta, consultándola con la familia. Hace dos o tres años, las comandas eran mucho más impulsivas. Quien pedía una ración, ahora se conforma con media", explica un camarero mientras espera el momento en que alguien levante la mano para requerir sus servicios.

Entre los clientes, los comentarios también van en este sentido: "El jamón, para el día de San Isidro. Está muy caro y la hostelería tiene mucho margen. No puede costar todo un 30 o un 40% más que en cualquier terraza. El bolsillo no está para estos sustos. Los montaditos o un picadillo de tomates sí tienen una buena relación entre precio y tamaño, pero en un plato no caben más que unas quince lonchas de jamón. Cuando no se puede, no se puede", sentencia María Luisa sentada en torno a una de las mesas con manteles de cuadros donde no hay rastro de ibéricos.

Las atracciones son la perdición de los niños y de sus padres. Aunque el precio se mantiene estable en los dos euros desde hace años, la mayoría aprovecha al máximo la jornada especial con precio reducido (hoy, a 1,5 euros). "Damos un par de vueltas al niño y le comentamos que mañana, como el viernes no hay clase, habrá más niños en los coches de choque y no tendrá que preocuparse de los deberes hasta el lunes. Parece que se convence", señala Julián mientras compra un par de fichas.

Entre la juventud, el principal gasto no es comer (cualquier cosa vale a esas edades para matar el hambre) sino el alcohol. Una jarra de rebujito difícilmente puede comprarse a menos de siete euros y el botellón, como los fines de semana, vuelve a ser la opción. De hecho, la semana de feria vuelve a dejar imágenes que se habían desterrado en la localidad como grupos bebiendo en el parque de los patos, cerca del recinto, y que con la entrada de la ley que prohibe beber en la calle había quedado en desuso en favor de los aledaños de la plaza de toros, el lugar tolerado por las autoridades.

Los grupos de amigos recurren habitualmente a poner un bote con el fin de que cuando se acabe el dinero, se vuelva a casa. "Hemos puesto 10 euros cada uno y cuando no quede ni un céntimo, nos recogeremos. Mientras tanto, el administrador que tenga cuidado en salir corriendo", bromea un nutrido grupo de jóvenes mientras señala al cajero eventual.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios