Las actuaciones de la Feria son todo un reclamo para los más pequeños, incluso para los que no lo son tanto, pues no hay nada más que pasear por el recinto ferial y en especial por esta zona para ver que todo está lleno.

Un algodón de azúcar recién comprado y una mano señalando a un cacharrito es la estampa que los pequeños linenses dibujan en estos días. Además, sus caritas cargadas de ilusión delatan el ansia que tienen por divertirse en los cacharritos, algo que han esperado durante todo el año.

Luces, colorido, música muy fuerte y cómo no, los más pequeños son los protagonistas principales de estas calles, donde cada rincón está invadido por alguna atracción o por los típicos tira pichón, tómbolas así como los puestos de golosinas para endulzar aún más a los reyes de la casa.

Durante los nueve días que dura la Feria de La Línea, los amantes de las atracciones pueden encontrar de todo, desde pequeños circuitos de motos, ponis, tiovivos, camas elásticas hasta castillos hinchables: todos ellos para que los más pequeños sueñen durante unos minutos y se conviertan en motoristas, vaqueras o princesitas de cuentos de hadas.

Aquellos adultos que en estos días se sientan como niños pueden disfrutar de los tradicionales coches que chocan. Los que prefieren un poco de riesgo encontrarán la montaña rusa u otras atracciones que hacen subir la adrenalina y ponen el corazón a cien por hora. Y para los que se decanten por un poco de agua para refrescarse, el recinto ferial cuenta con atracciones acuáticas como las cataratas, que ayudan a combatir el calor del mes de julio.

Sin embargo, en los tiempos de crisis que corren las atracciones no resultan ser un reclamo para los padres que tienen que complacer a sus hijos. El principal problema se encuentra en el precio, según señalan algunos progenitores que han contribuido a hablar con este diario. "Este año los cacharritos valen igual que el anterior, pero tal y como están las cosas deberían bajar los precios. Estuve en la Feria de Algeciras y los cacharros era más baratos que aquí. Yo tengo un hijo pero la gente que tenga más de uno lo tiene más difícil", cuenta una de las madres mientras espera que su hijo baje de una atracción.

El precio de los cacharros oscila entre 2,50 euros y 3,50 euros, independientemente del público al que vaya dirigido.

En su recorrido por el recinto ferial este diario observó que, curiosamente, algunas atracciones destinadas a niños son más caras que las que van dirigidas a los adultos.

Por otro lado, los precios no podrán bajar hasta que no se reduzcan los impuestos que el Ayuntamiento cobra a los feriantes por el alquiler del suelo del recinto. Así lo aseguran ellos. "El Ayuntamiento no nos ha bajado los impuestos, así que estamos obligados a mantener los mismos precios. La crisis se nota bastante, la gente intenta prescindir de las atracciones, pues esto no es una necesidad, sino un lujo. Además, este año ni siquiera hay día del niño, algo que nos vendría muy bien tanto a nosotros como a los padres", cuenta una de las feriantes.

Sin embargo, muchos padres se ven obligados a complacer a sus hijos. "Los niños no entienden de precios, sólo saben que quieren disfrutar y subirse en una u otra atracción. Es normal que los cacharros cuesten tanto porque el Ayuntamiento no contribuye a reducir el precio del suelo. Si éste es caro, los feriantes no tienen más remedio que ajustarse a ellos para no perder dinero", apunta otro de los progenitores consultados por esta redacción.

A pesar de todo, los padres se muestras comprensibles con sus hijos y en estos días de fiesta intentan contentarlos en todo lo que pueden, pues al fin y al cabo no hay nada más gratificante que ver la sonrisa de un niño.