Reunión en La Moncloa

Sánchez y Casado afianzan sus desencuentros

  • El líder del PP presume de seguir "con la mano tendida  para llegar a acuerdos de Estado" a falta de avances

  • El Gobierno lamenta que los populares persisten en su "estrategia de bloqueo"  

Pedro Sánchez y Pablo Casado se saludan este lunes a las puertas de La Moncloa, antes de su reunión.

Pedro Sánchez y Pablo Casado se saludan este lunes a las puertas de La Moncloa, antes de su reunión. / Eduardo Parra (EP)

El presidente del Gobierno y el líder del PP se han reunido este lunes en la Moncloa en un clima previo de confrontación más dura que pura, que sigue intratable tras la octava entrevista entre ambos dirigentes, la primera tras la investidura de Pedro Sánchez con el no por montera de Pablo Casado. 

"El PP no ha variado ninguna de sus posiciones, a pesar de su responsabilidad como principal partido de la oposición". Así rezaba un mensaje remitido por la Secretaría de Estado de Comunicación poco antes de que compareciera el máximo dirigente popular, sentenciando la sensación de que el entendimiento entre el Gabinete bicolor y el primer partido de la oposición va para rato en el kilómetro cero. 

El propio Sánchez saltó posteriormente en Twitter para reprochar que Casado ha dejado claro que "o se hacen sus políticas o España no puede contar con el PP" y le reclamó una oposición "leal".

Las elecciones vascas y gallegas del 5 de abril no son un buen acicate para trepar por los grandes muros y desencuentros que los separan (en lo más alto, Cataluña, con las componendas con ERC; y la economía, con la subida del salario mínimo y los retoques en ciernes de la reforma laboral), pero los dos están condenados entenderse en los asuntos de Estado, donde parpadea la luz roja (por urgente) de la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), desde hace tiempo (está en funciones desde diciembre de 2018). O la financiación autonómica, la presunta madre del cordero del procés.

El encuentro ha durado una hora media, entre las doce de la mañana y la una y media. Casado ha comparecido ante los medios tras hacerse de rogar más de una hora. Sánchez. como es habitual en estas lides, no lo hizo, delegando en la portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero.

Mensaje conciliador

"Mano tendida para pactos de Estado". "Compromiso por España". "Como si yo fuera el presidente y él jefe de la oposicón". Ahí es nada... Así de conciliador exhibió Casado su postura ante los medios. Pero tenía truco...

Al frente de un Gobierno de coalición más cohesionado de lo que muchos ilustres analistas vaticinaban hace un mes al neonato, Sánchez quiere abrir  una nueva etapa de "diálogo social y político". El baño de institucionallización que se está dando Unidas Podemos en las moquetas del poder tuvo un timbre de gloria en los tímidos aplausos que le dedicaron al rey Felipe VI los ministros morados (declaradamente republicanos) durante la apertura del esta XIV legislatura en el Congreso.  Ya en diciembre, el ahora portavoz parlamentario, Pablo Echenique, hasta valoraba el el "olfato político” del Monarca durante su discurso navideño.

Sánchez rechaza la acusación del PP de que la creación de una mesa de diálogo con la Generalitat de Cataluña sea una especie de genuflexión ante sus muletas indepdentstas de ERC. El líder socialista ya afirmó este pasado fin de semana ante sus barones territoriales, en el Comité Federal del PSOE, que bajo ningún concepto pondrá en peligro la unidad de España ni la igualdad entre territorios.

Pero Casado no le cree. Y este lunes ha vuelto a dejarlo claro.
El presidente nacional del PP ha refirido ante los medios que le había solicitado al jefe del Ejecutivo que  renuncie a la desconcertante mesa de negociación con los independentistas; que asuma la inhabilitación (pendiente de ratificación por el Supremo) del presidente de la Generalitat, Quim Torra; que no reforme el Código Penal para beneficios ad hominen (de los presos soberanistas) y que no nombre a Dolores Delgado fiscal general por "falta de imparcialidad".
Se quedará con las ganas.

La conexión entre el Gobierno y ERC -cuyos 13 diputados posibilitaron la investidura de Sánchez- dinamita todos los puentes entre Génova y Ferraz.

La aprobación de los futuros Presupuestos es clave para continuidad de la coalición PSOE-Unidas Podemos, que apenas ha echado a andar pero se muestra sólida ante una derecha dividida, en la que Vox parece llevar la voz cantante.

Casado ha subrayado este lunes que su partido está dispuesto a debatir y apoyar las cuentas de Iglesias y Sánchez si el presidente del Gobierno "rompe con los independentistas y los batasunos" y renuncia a la mesa de diálogo con el Govern.

Venezuela siempre está ahí

El líder del PP también pidió a Sánchez que reconozca a Juan Guaidó como legítimo presidente venezolano y que se aclaren los vaivenes de los versiones de la fantasmal reunión entre el ministro Ábalos y la número dos de Nicolás Maduro en Barajas
Cuatro de sus encuentros anteriores, desencuentros en rigor, tuvieron -como este lunes- como escenario el Palacio de La Moncioa y los otros tres el Congreso de los Diputados.
 
A pesar de la fecha, el 1 de agosto (de 2018), la primera de sus reuniones como presidente (entonces en funciones)  y líder del PP fue la menos caliente de todas. Duró casi tres horas, en un clima de entendimiento. Ambos se prometen lealtad y colaboración y dicen querer fiarse del contrario, pero advierten de que estarán vigilantes. Una semana después de la victoria del PSOE en los comicios de abril de 2018,  Sánchez llama de nuevo a Casado, que le confirma que no facilitará su investidura con una abstención y pide que el nuevo Ejecutivo no dependa de los separatistas. El pasado verano se celebraron otros tres cara a cara.
El líder socialista estaba inmerso en el tira y afloja con Podemos, que le reclama su entrada en el Gobierno a cambio del apoyo a su investidura, lo que no sucedió hasta que los españoles revalidaron en las urnas el 10 de noviembre su nítido mensaje: o pactos (más o menos contra natura) o bloqueo (perenne). Días antes, el 16 de octubre, Sánchez convoca a los principales líderes de la oposición para analizar la situación en Cataluña, donde ardía la calle  con la sentencia del procés.
Sánchez dobló el espinazo con Podemos tras el 10-N y el presidente insomne con ministros de Podemos se fundió al día siguiente en un abrazo tan onírico como impostado con Pablo Iglesias. La coalición que pregonaba éste no era un sueño roto y se hacia realidad. El primer Gobierno bicolor de la democracia -el más pomposo derivado de la fragmentación parlamentaria- se ponía en marcha y el PP se tragaba la quina de un pacto con el independentismo que ya ha dibujado aros por los que pasan los socialistas.

Volantazo de Iglesias con Delgado

Como tiene pocos jardines a la vista, Sánchez se ha metido en otro al `proponer a la ministra de Justicia Dolores Delgado como fiscal general. 
Un dedazo ante el que ha claudicado también el vicepresidente segundo del Gobierno. Iglesias da por bueno el nombramiento en su primera entrevista.  "Todos los jueces y fiscales tienen su ideología. Delgado, como cualquier funcionario público, merece una oportunidad". "Es una decisión colegiada del Gobierno y hay que respetarla". dice ahora contrito el simpar disciplinado Iglesias, impermeable a cualquier tipo de cizaña con sus flamantes socios.
Los argumentos del líder morado chirríaban con sus declaraciones de un año atrás, cuando pidió la dimisión de Delgado (que este jueves es examinada en el Pleno del Congreso) por unos audios del ex comisario José Villarejo.
La renovación del CGP es una prioridad porque es el órgano de dirección de los jueces y mantiene paralizados nombramientos en distintas instancias judiciales, como tres magistrados del Supremo y dos presidentes de tribunales superiores autonómicos. Hasta tres veces les ha reprochado por carta el presidente del CGPJ, Carlos Lesmes, a las presidentas del Congreso y el Senado.

Pero Casado lo ha dejado este lunes de nuevo claro: no es posible negociar con el Gobierno la renovación del CGPJ si Delgado es la fiscal general del Estado y el Ejecutivo insiste en hacer cambios "a la carta" en el Código Penal que beneficien al independentismo.

Una actitud "negacionista" la de Casado, según ha expuesto en ulterior rueda de prensa la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

Que ve a Casado más despistado que centrado: "No sabe o no quiere saber la tarea de oposición que le toca jugar", dijo.

Al líder del PP no le percibe con la mano tendida que éste pregona, sino sin dar el brazo a torcer, sin ofrecer ninguna alternativa y sin proponer nada para Cataluña más allá de dinamitar el diálogo en curso a mayor gloria de porras y togas. 

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios