Crónica Personal

Casado, entre clamores y problemas

El presidente del PP dedica más tiempo a las arremetidas contra el Gobierno que a presentar sus propias propuestas, pero a un líder de la oposición se le pide actitud de estadista.

Casado, entre clamores y problemas

Casado, entre clamores y problemas / XOÁN REY / Efe

LO esperaba, pero aunque lo esperaba, a Pablo Casado se le vio emocionado por el respaldo que le dieron los suyos en la reunión que convocó en Gredos para conmemorar el tercer aniversario de su elección como presidente del PP. Los miembros de la dirección nacional se encontraban allí, presencialmente; el resto de la junta directiva, telemáticamente. Días antes, en Santiago, durante el congreso del PP gallego que reeligió a Núñez Feijóo como estaba cantado, Casado escuchó decir al propio Feijóo y a Mariano Rajoy que Pablo Casado era el líder indiscutible del PP.

Palabras, las de Rajoy y Feijóo que destacan los incondicionales de Casado, los que forman parte de su círculo más próximo, obviando que efectivamente se tratan de frases muy importantes… pero los aplausos más enardecidos se los llevo Núñez Feijóo. Porque era su congreso, porque estaba con los suyos pero, también, porque por mucho que se repita constantemente que Pablo Casado no tiene rival en el actual PP y se repita también constantemente que va a ser el próximo presidente del Gobierno, el entusiasmo es incondicional en los actos públicos, pero son muchas las personalidades del PP que confiesan su temor a que el actual presidente no sea capaz de ganar las elecciones a Pedro Sánchez. Ahora sí, sin duda, el presidente vive una de sus etapas más complicadas y decepcionantes, el nuevo Gobierno no provoca entusiasmo y además se enfrenta a asuntos muy envenenados, desde la falta de noticias positivas en Cataluña al fiasco de Plus Ultra que abre en canal la confianza en el control de los fondos europeos de reconstrucción. En España y en Bruselas, donde ya han pedido los documentos que avalaron esa ayuda a una línea aérea irrelevante. Dicho esto, Pedro Sánchez ha demostrado sobradamente su capacidad de recuperación cuando se encontraba contra las cuerdas, de ahí surge la incógnita sobre el futuro de Pablo Casado.

El presidente del PP tiene a su favor varios elementos que contraponer a esa capacidad de recuperación de Sánchez: la primera y más importante, la ola a favor. El 4 de mayo, día de las elecciones de Madrid, Casado hizo suyo el espectacular resultado electoral de Isabel Díaz Ayuso debido en gran parte al rechazo generalizado hacia la coalición de Sánchez con Pablo Iglesias pero también al propio valor de Ayuso. Una política casi desconocida apenas dos años antes, al igual que el alcalde Almeida, y que se han convertido en dos de las figuras más destacadas del PP.

Los baluartes autonómicos

Otro elemento a favor de Pablo Casado es el claro declive de Ciudadanos, que difícilmente se recompondrá y lo que se prevé es que acabe absorbido por el PP a través de un pacto que Casado tendría que negociarlo con generosidad; sólo así sería posible que Arrimadas cambiara de opinión respecto a que nunca y en ningún caso fusionaría Ciudadanos con el PP. Además del declive de Ciudadanos, ayuda también a Pablo Casado que Vox pierde fuelle desde las elecciones madrileñas porque Ayuso sumó muchos de los votos que anteriormente habían sido para el partido de Abascal y que conserva -o conserva hasta ahora- porque la presidenta madrileña, sin complejos, hace cuyas algunas de las propuestas de Vox.

Y ayuda la gestión de los tres baluartes autonómicos del partido, Ayuso y Feijóo, que después de Fraga ha convertido a Galicia en un bastión del PP, y Juanma Moreno. No es ningún secreto que cuando fue elegido presidente, Casado se encontró con la designación de Moreno como candidato a la Junta andaluza. Eran muy amigos, pero había apostado por la candidatura de Soraya y se mencionaban nombres que al nuevo presidente del PP le habrían gustado más. Sin embargo Juanma Moreno fue el candidato… y el nuevo presidente gracias a los pactos alcanzados con Ciudadanos para formar un Gobierno de coalición con el apoyo externo de Vox.

Contra todo pronóstico se convirtió en un puntal del partido. Si hoy se celebraran elecciones las encuestas le dan como seguro ganador con clara ventaja sobre el PSOE, y además ha sabido mantener sólidamente amarrado el acuerdo con Ciudadanos. Junto a Feijóo, Ayuso y Moreno, también tiran del PP el presidente de Murcia y el de Castilla y León, aunque no con tanta fuerza como los primeros mencionados. Mañueco además ha tenido sus más y sus menos con el secretario general del partido, Teodoro García Egea, empeñado en meter mano en la estructura provincial del partido.

Es precisamente el secretario general uno de los nombres que se mencionan de forma recurrente cuando se habla del PP porque ha encendido más fuegos de los que ha apagado. Pero Pablo Casado lo considera su incuestionable mano derecha, más aún desde que logró desarticular la operación que habían montado en Murcia PSOE y Ciudadanos para desalojar a López Miras del Gobierno. Operación fallida que provocó el que ha sido mayor triunfo del PP desde que Casado es presidente: la reacción de Ayuso convocando elecciones en Madrid con carácter de urgencia para impedir una moción de censura como la de Murcia… y su triunfo apoteósico que fue también triunfo de Casado, que es quien había designado a Isabel Díaz Ayuso como candidata a la presidencia regional en contra del criterio de destacados dirigentes del partido, que la consideraban una figura sin el suficiente peso. Como ocurrió, por cierto, con el candidato a la alcaldía de Madrid, José Luis Martínez Almeida, también una apuesta personal de Pablo Casado.

No pasarse de frenada

El presidente del PP cumple tres años al frente del PP con las esperanzas muy altas, convencido de que será el nuevo inquilino de la Moncloa. Tiene flancos débiles, entre ellos que ha prescindido de gente valiosa en el partido que militantes y votantes echan de menos por la falta de peso de la mayoría de los miembros del equipo del presidente, sobre todo en el área económica. Casado suele explicar que tiene el apoyo de personas de tanto renombre como Luis de Guindos, Manuel Pizarro, Juan Costa o Miguel Arias Cañete, pero ninguno de ellos aparece a su vera. Quizá lo hagan en la convención de otoño, porque la relación de Casado con los miembros más destacados del Ibex es sólo la que marca la cortesía y, sin embargo, sería importante para los empresarios que vieran figuras relevantes de la economía en el PP, más allá de Elvira Rodríguez.

La principal baza de Casado, además del tirón de los referentes autonómicos es la escasa confianza que provoca Pedro Sánchez. Por sí mismo y por las iniciativas disparatadas, en lo económico, lo social y la política exterior, a las que le obliga su coalición con Podemos. Casado dedica más tiempo a las arremetidas contra el Gobierno que a presentar sus propias propuestas, y Sánchez le da material suficiente como para continuar con las críticas. Sin embargo, el presidente del PP debe medir bien esos ataques para no pasarse de frenada: a un líder de la oposición se le pide también actitud de estadista, y Casado no ha sabido explicar bien, por ejemplo, la falta de acuerdo en las negociaciones con el Gobierno para renovar las instituciones del Estado, sobre todo el Consejo General del Poder Judicial, lo que ha dado pie al Ejecutivo para presentar al PP como un partido que prefiere apuntarse tantos antes que cumplir con sus responsabilidades institucionales.

No se sabe cuándo se van a celebrar las próximas elecciones generales. Pero sí hay algo que se puede dar por seguro: Sánchez sólo las adelantará si encuentra que las condiciones son óptimas para él. Y cuando llegue esa ocasión Pablo Casado tendrá que estar en condiciones también óptimas, lo que hoy por hoy todavía no se da. Se encuentra en buena situación… pero manifiestamente mejorable.

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