Rubén Amón | Periodista

“Me aterra pensar que hasta yo podría ser presidente del Gobierno”

Rubén Amón.

Rubén Amón. / José Ángel García

Rubén Amón (Madrid, 1969) sopla este martes, 21 de mayo, cincuenta velas. Periodista poliédrico, trabaja como colaborador en el programa Más de uno de Onda Cero y en Espejo Público de Antena 3, además de escribir en El País tras su paso por El Mundo, donde fue corresponsal en París y Roma. Hijo del historiador y periodista Santiago Amón, fallecido en 1988, honra la memoria de su padre. “Lo utilizan sus presuntos partidarios para blanquear sus discursos. Si escucho ‘como decía Santiago Amón’, me echo a temblar”. Alfonso Ussía lo cita a menudo... “A él es a quien más me refiero”.

–Defínase: periodista político, cultural, taurino, deportivo, corresponsal, tertuliano, redicho…

–Elaborar un poco el lenguaje significa ser un pedante, pero no es mi culpa, sino de la percepción de la sociedad. Cuando construyes dos frases articuladas, estás bajo sospecha. Por eso me siento muy identificado con los insultos a Valdano.

–Los tertulianos presumen de entender de todo, ¿no les falta ironía, gracia?

–La clave del tertuliano es la del wifi, lo primero que pides en un plató para estar seguro de tus opiniones. Rellenamos horas en tarifa plana. Montanelli dijo: “Un océano de sabiduría con un milímetro de profundidad”. Eso vale para un tertuliano.

–Complete esta frase: las religiones son...

–Una necesidad. Hemos inventado Dios. El hombre es profundamente religioso. Y yo... y también ateo. Como inquietud existencial, soy religioso; como certeza de una respuesta, ateo.

–Indulta a diario en Onda Cero a alguien. Le iría al pelo llamarse Rubén Amén...

–En Espejo Público hice la sección Amón y amén. Cultivo la ironía y también soy iconoclasta. La ironía es una trampa: permite decir todo sin decir nada y evitar los tribunales si insultas. Puedes recurrir al “era broma”.

–En las tertulias las tiene tiesas con Marhuenda. ¿Lo ensayan a lo Pimpinela?

–En las tertulias exageradas nunca se confrontan ideas, sino perfiles psiquiátricos. La prensa busca confrontar lo psicológico, no lo conceptual ni lo ideológico.

–Es más atlético que Torrente y más taurino que José Manuel Soto. ¿Vota a Vox?

–Los toros son vanguardia y transgresión. Y más hoy. Presenta lo que escondemos: la muerte, el dolor, la decadencia, la corrupción de los cuerpos, el peligro, el hombre, lo masculino, que no lo machista. Va contra todo. Los equipos te eligen, no los eliges. Es el reflejo casi existencial de la duda, de no tener certezas. Con el Atlético nunca sabes qué pasará.

–¿Puede confirmar que lo tiene en nómina Cerezo?

–Ni lo conozco y no identifico la afición a un equipo con la directiva que lo dirige. Soy subversivo aunque no lo parezca. No llevo un cóctel molotov en la mano, pero no reconozco la autoridad.

–¿Ver a Pablo Aguado cortar cuatro orejas es como tener en el salón a Bach?

–El arte hiere, percute, cuando es puro te araña y te da placer y dolor. En las muñecas de Aguado vimos mucha plástica y mucho dolor. También en Bach.

–Su primer libro fue una biografía de Jesulín, ¿por qué bajó tanto el nivel intelectual de sus obras luego?

–Nunca terminamos de tocar fondo... El libro es muy serio, Jesulín batió todos los récords y representó un fenómeno, pero al ser pre Sálvame, pre Campanario, pre Belén Esteban... es un libro tóxico, que por otro lado nadie se ha leído.

–¿Ha atizado tanto a James Rhodes por pianista mediocre o por listillo inglés?

–¿Por pianista?

–Mediocre...

–No, si voy al sustantivo... Ha aprendido muy pronto el misterio de la picaresca española. Me asombra cómo puedes ser un impostor en tan poco tiempo.

–¿La política española es más de zarzuela que de epopeya wagneriana?

–Es del final del primer acto de la La italiana en Argel: confusión de voces y ruido. El problema son los decibelios, nadie escucha a nadie.

–Esperanza Aguirre dijo aquello de Sara Mago y Carmen Calvo que el dinero público no es de nadie. ¿Tienen hueco en La Cultureta?

–El director de orquesta Claudio Abbado decía: “No es el dinero lo que engendra la cultura sino la cultura la que engendra la riqueza”. Recelamos del entretenimiento y creemos que lo inútil merece ser subordinado a lo útil. La contribución de las personas a la humanidad es el ejercicio de la inutilidad. La grandeza de lo humano es lo superfluo y, como lo superfluo no construye carreteras, la cultura está completamente humillada.

–¿Pedro Sánchez es un mago portentoso o un tahúr sibilino?

–Las dos. Es un estadista mediocre y un obstinado extraordinario. Su fortaleza es la fe en sí mismo. No me extraña que su libro se titule Manual de supervivencia.

–¿Cuánto tiempo le da a Susana Díaz para montar un estanco en Triana?

–¿No lo ha montado ya? Creía que ya lo tenía.

–Si Abascal es Lucifer, ¿con quién equipara a Puigdemont o a Torra?

–Abascal es mediocre y temerario. Puigdemont y Torra reflejan dónde llega la frivolidad estando henchidos de beneficios y privilegios. Lo peor del nacionalismo es cuestionar un Estado del bienestar y comodidad por encubrir un fracaso político. Es una expresión burguesa frívola, un capricho.

–¿A Casado se le está poniendo la cara de mustio de Hernández Mancha?

–Somos vecinos. Si accedes a personalidades con normalidad, no te los crees. He llegado a pensar que hasta yo podría ser presidente del Gobierno, y me aterra. Si tu vecino puede serlo... La política ha ahuyentado a los cualificados:está mal pagada, tu vida escrutada, una imputación es tu muerte civil y regresar a la vida normal es imposible. O eres un mártir o no sabes hacer otra cosa.

–Fue corresponsal en París y en Roma, ¿Francia o Italia hubieran permitido una consulta como el 1-O?

–Francia en ningún caso; si te subes a un coche de la Gendarmería, es lo último que haces. En Italia sí, pero de opereta. Allí nada termina de ser realmente serio. Pero el pucherazo del 1 de octubre fue serio.

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