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Marta Robles: "Las mujeres siguen teniendo un miedo medieval a perder la honra"

Periodista y escritora

La periodista y escritora publica 'Amada Carlota', la cuarta novela negra que protagoniza su detective Tony Roures

La periodista y escritora madrileña Marta Robles. / Juan Carlos Vázquez
Fernando Pérez Ávila

04 de noviembre 2025 - 06:03

Marta Robles (Madrid, 1963) compagina el periodismo y la literatura con una habilidad asombrosa. Lleva casi cuarenta años en la profesión periodística y ha publicado ya veinte libros. El último se titula Amada Carlota y es la cuarta novela protagonizada por el detective Tony Roures, un ex corresponsal de guerra que parece venir de vuelta de todo. Con este personaje que bebe de los grandes detectives de la novela negra española, Robles se consolida como una de las voces más importantes del género negro en España.

Pregunta.¿Puede un periodista de sucesos como yo escribir una buena novela negra como la suya?

Respuesta.Todo el mundo piensa que por trabajar con la escritura se puede convertir en escritor y eso no es cierto. Hay mucha gente que hace dibujos y diseños, pero nunca va a ser Picasso. Y en la literatura de género esto se está notando mucho, se publican novelas clónicas, que son correctas pero que tienen cero interés. Si es usted una persona que siempre ha querido escribir y es un gran lector, encontrará en la realidad cosas, como hizo Flaubert con Madame Bovary o Stendhal con Rojo y Negro. Todos los escritores al final se inspiran en lo que ven, en lo que oyen y a lo que prestan atención. Si usted está atento a lo que sucede, hay material para aburrir. Pero no significa que por ser periodista vaya a ser escritor.

P.¿Corre el riesgo la novela negra de morir de éxito?

R.La negra, la romántica y la novela en general. Estamos viviendo en un momento en el que hay más escritores que lectores. He ido a foros en los que hay gente que me dice 'yo leer, no leo mucho, pero escribo'. Y obviamente se nota. Cuando alguien no lee, no debería poder escribir.

P.Desde luego no es su caso, pues su libro está plagado de referencias bibliófilas, a Mann, a Pynchon, a los grandes... ¿qué está leyendo ahora?

R.Yo sin leer no puedo vivir. Ahora mismo estoy con Theodoros, de Mircea Cartarescu. Y dos manuscritos de la colección Sin Ficción, que dirijo en la editorial Al revés. Cartarescu es una garantía de nutrirse por dentro y es verdaderamente excepcional. No es que un día yo abandonara el periodismo para dedicarme a la literatura, ambas carreras han ido a la par. Entré de prácticas en Tiempo en 1987 y comencé a escribir mi primer libro, que se publicó en 1991. Desde entonces he publicado veinte. Si me apura, mi vocación primera, desde niña, era la de ser escritora. La de ser periodista me vino casi por azar.

P.Diría que tampoco puede usted vivir sin música, pues la novela está llena de referencias musicales, ¿es así?.

R.Tampoco puedo vivir sin música, al igual que le pasa a mi detective, Roures.

P.Hábleme de él.

R.Como sabe, es un ex corresponsal de guerra, que ha vivido momentos muy turbios y muy oscuros, en los que ha visto lo peor del ser humano e incluso ha pasado por momentos de los que no se siente orgulloso. Le puse un cierto bálsamo en la vida a través de la literatura, pues a a él le consuela mucho lo que lee, y sobre todo de la música. La música para él es verdaderamente importante y le da un plus, más allá del encanto que le confiere ser una persona que no juzga, un tipo empático y leal. Eso de ponerle la música adecuada al momento adecuado, creo que es muy excepcional.

P.Le veo ecos de Carvalho, no sé si es su principal referente.

R.Bueno, es que Robles es Roures en catalán, pero en gallego y en portugués carvalho significa roble. Quise ponerle al personaje mi apellido, pero sobre todo el del detective de Manolo Vázquez Montalbán, al que llegué a conocer y sus libros de algún modo me cambiaron la vida. Me citó en uno de sus libros y fue un privilegio para mí. Pero aparte, Roures tiene mucho que ver con mis compañeros corresponsales de guerra, como Jon Sistiaga o Arturo Pérez-Reverte. Hablé mucho con ellos en el primer libro para crear al personaje y me dieron pautas muy interesantes.

P.Vayamos a la trama, me quedé helado al conocer que se robaron bebés en España hasta 1996.

R.Somos capaces de entender que eso pasara en la dictadura, pero que sucediera en democracia es terrible. En la dictadura comenzó amparado por la supremacía ideológica, a través de popes del régimen como el psiquiatra Vallejo-Nágera, y moral, a través de la iglesia, que estaba al frente de los hospitales. Vallejo-Nágera se inventó esa teoría descabellada del gen rojo, según la cual todo lo que tuviera que ver con el marxismo era degenerado. Y las monjitas, por su parte, atendiendo a todos los criterios del régimen, consideraron que las chicas descarriadas no eran buenas. Tanto una justificación como la otra permitieron que se produjeran los primeros robos de bebés. Se hizo un primer experimento en la cárcel de Málaga y luego durante el régimen encontró su réplica en distintos hospitales y en distintas personas que aprovecharon también para ofrecer sus servicios a personas que son de buena familia y habían tenido a una hija descarriada de la que no querían mostrar su embarazo. Es una historia terrorífica que pertenece a la dictadura, pero todo eso llegó a la democracia convertido simplemente en negocio. Hasta 1987 era realmente fácil seguir haciendo trapicheos con los bebés. Ya con la ley de adopciones, en los años siguiente fue un goteo de robo de bebés, aunque hubo menos casos.

P.Y luego está el tema de los abusos en la Universidad. En Sevilla hemos tenido algún caso.

R.Establezco tres espacios temporales. El primero en 1985, cuando una niña de 16 años va a alumbrar un bebé a una clínica clandestina y se lo retiran a los pocos minutos de nacer y no lo vuelve a ver nunca más. El segundo nos lleva al presente, que yo sitúo en 2018, antes de la pandemia. Nos encontramos a Roures y la jueza Carlota Aguado, que es una de estas mujeres irrompibles e intachables, pero que en su vida personal se salta las normas y hace lo que le da la gana, que tiene una relación con Roures que no atraviesa su mejor momento, porque ella le ha sido infiel con una mujer, cosa que a él le descabala muchísimo. Y es ahí donde ella le va a pedir que se ponga a trabajar en su caso. Y eso les va a llevar a mirar hacia el pasado, que es el tercer espacio temporal. Comienza en 1969 y vamos a tener una familia muy característica del régimen, con un hombre poderoso, casado en un matrimonio de conveniencia con una chica más joven, que parece que tiene un matrimonio excepcional y perfecto. Y que luego cierra las puertas de su casa y detrás hay toda una suerte de horrores. Todo eso está perlado de abusos, sometimiento y dolor. Nos damos cuenta de que pasan los años, llegamos a 2025 y sigue habiendo abusos y sometimientos. Y un miedo curioso que es el miedo que tiene la mujer a perder la honra. Parece que es algo medieval, cuando las mujeres se diferenciaban entre buenas y malas dependiendo de su honra, pero es que sigue en nuestros días. Si sale un vídeo sexual, no pasa nada si lo protagonizan chicos, pero si lo protagonizan chicas ha habido hasta suicidios.

P.Esta conversación me parece fascinante, pero tengo un espacio limitado y no quiero cortar demasiado, ¿rematamos la entrevista?

R.Sólo decir que esta novela es muy oscura y muy negra, pero que tiene mucha luz también, porque es una novela sobre los silencios de las mujeres y cómo, cuando las mujeres hablan, pueden cambiar las cosas, sus vidas y pueden acabar cambiando el mundo. Y pueden salvarse inlcluso de la peor situación. Hasta de la droga, que también aparece la droga de los años ochenta. Y es una novela negra, con esa capacidad de denuncia y de reflexión, pero también es muy entretenida y, en algunos momentos, permite esbozar una sonrisa y empatizar mucho con los personajes, que son de carne y hueso.

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