Eloy Velasco | Juez

"La sensación de impunidad de los corruptos era absoluta"

"La sensación de impunidad de los corruptos era absoluta"

"La sensación de impunidad de los corruptos era absoluta" / jesús marín

Eloy Velasco (Bilbao, 1963) ha estado en los cursos de la Universidad de Cádiz para hablar de los poderes públicos. Su trayectoria le convierte en un buen conocedor, ya que fue director de Justicia en la Comunidad de Valencia en los años de Zaplana y los primeros de Camps y, después, como juez de la Audiencia Nacional, ha tenido que pilotar uno de los casos más complejos de corrupción en nuestro país, la operación Púnica, uno de los grandes escándalos del PP madrileño en los años de Esperanza Aguirre.

-¿Podemos controlar a los poderes públicos? Pero digo controlarlos de verdad.

-Es cierto que la Ley de Transparencia, que es un buen instrumento, no ha llegado a donde tenía que llegar, pero sí tenemos un campo importante para trabajar, como someter a responsabilidad a las sociedades mercantiles públicas igual que se hace con las privadas.

-Usted ha llevado importantes operaciones anticorrupción, como Púnica. Ha podido conocer la corrupción en profundidad.

-Estas operaciones nos han enseñado cómo la corrupción funcionaba como una mecánica, formas de hacer anteriores a la crisis cuando había mucho dinero en las arcas públicas. El dinero se desviaba y sus responsables lo hacían como si fueran inmunes. Lo notas cuando analizas las escuchas. La sensación de impunidad era absoluta, pero también estaba claro que no lo estaban haciendo sin enterarse. En los años anteriores a la crisis los corruptos sabían perfectamente que lo eran.

-Al punto de intentar hacer creer que era normal tener un millón de euros en el armario de casa.

-Claro, el millón que todos guardamos en el dormitorio. En ese interrogatorio me dieron pena los suegros de Francisco Granados porque no sabían cómo justificar y proteger a alguien que, al fin y al cabo, era de su familia. Ellos parecían bastante superados.

-Buena parte de esa corrupción se situaba en los ayuntamientos. A veces daba la sensación que era inabarcable por la gran cantidad de operaciones que se hicieron en poco tiempo y en todas partes.

-Porque en los ayuntamientos se extendió esa mecánica de la que hablaba. Por ejemplo, la concesión de obras sin publicidad. Eso llegó a parecer que era lo normal. Una vez una secretaria de un ayuntamiento de Madrid contactó conmigo desesperada. Ella le decía a su alcalde eso no se puede hacer, las normas lo impiden. Pues cambia las normas, decía el alcalde. Los alcaldes llegaban para mandar y les daba igual el derecho y se pasaban por alto los informes de los secretarios y de los interventores.

-Usted estuvo en el otro lado, no sé si llamarlo el lado oscuro. Fue el encargado de transformar la Justicia en la Comunidad de Valencia. Nada menos que en Valencia.

-No, no diría lado oscuro porque aprendí mucho y trabajé muy bien con Zaplana. No puedo decir lo mismo de Camps. Es útil pasar una temporada en el otro lado. Yo dirigía una fábrica, la Justicia valenciana, con cuatro mil y pico de empleados y donde estaba casi todo por hacer. Había juzgados en pisos antiguos alquilados. Creamos la primera de las ciudades de la Justicia concentrándolo todo en un edificio, ordenamos los medios con los que contábamos. Era una hormiguita porque mi objetivo era poder usar el capítulo 6, el de las inversiones reales, sin que se me fuera de las manos el capítulo 1.

-También, usted que ha sido un juez muy reivindicativo, entendería después cuando pedía algunos recursos y le decían que no.

-Puedo entender un no en cuestiones que no afectan directamente a impartir justicia con rapidez. Porque justicia y velocidad van ligadas. Estamos viendo en los juzgados hechos que sucedieron hace cerca de catorce años y eso no dice mucho de nuestro sistema. Púnica tiene multitud de piezas, complicadísimas todas, y en esos casos un juez tiene que tener jueces de apoyo.

-¿Se lo llegaron a dar? No será porque no lo pidió.

-Qué va, pero por lo menos se lo dieron a mi sustituto, de algo sirvió la insistencia.

-Las quejas de los jueces por falta de medios es constante.

-Porque no existe compromiso político. La Justicia no puede tener apoyo privado como la sanidad o la educación, vive del impuesto. Modernizar la Justicia necesita un compromiso que, por ejemplo, sí ha existido con Hacienda.

-Lleva 30 años como juez. Ha visto la evolución de nuestra Justicia.

-Cuando empecé, allí estaba la máquina de escribir. Yo he escrito notificaciones con la copia con papel de calco. En ese sentido, la Justicia en los tiempos tecnológicos ha vivido una revolución.

-Pero no sé si la tecnología de la Justicia avanza a la misma velocidad que la tecnología de los malos.

-La tecnología lo ha cambiado todo. Nos vamos a encontrar con más casos de revelación de secretos. Fíjese en el caso del suicidio de esa mujer de Iveco o las escuchas de Villarejo. Tenemos que aprender a convivir con la tecnología. El caso de la Manada tiene el componente esencial de la filmación y al asesino de Diana Quer se le encuentra gracias a la tecnología. Se descubren delitos por errores del delincuente en la tecnología, pero también hay un delincuente tecnológico sofisticado que apenas comete errores.

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