Miguel Sebastián | Profesor y ex ministro de Industria

“El concepto que tiene la gente sobre la industria es erróneo”

Miguel Sebastián, en una reciente visita a Sevilla.

Miguel Sebastián, en una reciente visita a Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

Miguel Sebastián Gascón (Madrid, 1957) es un animal político, por más que ahora no esté dedicado activamente a ello. Licenciado en Económicas por la Universidad Complutense, ejercer como profesor de Análisis Económico en la Autónoma deMadrid. Ha formado parte de los servicios de estudios del Banco de España y de BBVA. En política fue ministro de Industria en el segundo mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, del que fue antes asesor económico, previamente a que fuese candidato a la Alcaldía de Madrid por el PSOE.

–¿Cómo debe ser la política industrial del siglo XXI?

–Tiene que buscar la productividad de la economía, el beneficio de los consumidores, que sea sostenible a largo plazo y favorezca la innovación y la modernización del país. No se trata de una política a la vieja usanza de proteger sector que no tienen ninguna sentido, sino de impulsar los que tienen gran potencial de crecimiento.

–¿Por ejemplo?

–El aerospacial. Europa ha hecho una apuesta por éste que creo que ha sido un éxito. Pero echo de menos que haya sectores estratégicos que se potencien como el aerospacial dentro de Europa para se sean modernos y competitivos.

–¿Debe ayudar a que deje de verse la industria de forma negativa?

–Por supuesto. El concepto que tiene la gente de la industria es muy erróneo. Todo contamina. Sólo hay que ver cómo están las playas o el mar. No es verdad que la industria contamine más. Y lo que hay que hacer es resolver lo que contamine. El reto industrial es que cada vez sea más sostenible.

–Es curioso que las grandes industrias han sido no sólo las primeras en asumir los ODS de la ONU, sino convertir la sostenibilidad en una obligación y un foco de rentabilidad para su propia actividad.

–Los nuevos negocios tienen que estar basados en la rentabilidad medioambiental, donde hay un enorme potencial de crecimiento. La digitalización y también mejora la productividad. El sector agroalimentario, que es industria, era y debe ser un sector estratégico. Hay que favorecer una agricultura competitiva.

–En Andalucía, pese a la mejora de esa industria agroalimentaria y a tener un sector servicios potente, adolecemos de industria. ¿La revolución digital acabará con esa carencia?

–Creo que sí. Hay que apoyar, y conozco algunas, empresas innovadoras que están surgiendo en Andalucía, por ejemplo de movilidad eléctrica, de gestión de residuos, de energías renovables. El sector público debe apoyar a estas empresas para que puedan crecer, internacionalizarse y desarrollar su logística y el I+D.

"Creo que Andalucía tiene condiciones idóneas para acoger un ‘cluster’ sobre movilidad eléctrica"

–En las anteriores revoluciones industriales Andalucía se quedó atrás. ¿Qué tiene que hacer para no perder el tren en esta ocasión?

–Tomárselo como un reto. Definir sectores estratégicos y apoyarlos junto con el sector privado, con apoyo de todas las administraciones, no sólo del Gobierno central. Si decidimos que Andalucía tenga un cluster del vehículo eléctrico, y creo que puede tenerlo, hay que situarlo en un punto y no diseminarlo. Si es Sevilla, pues Sevilla.  Y si es Cádiz, pues Cádiz. Creo que Sevilla tiene muy buenas opciones logísticas o de conocimiento en las universidades, para albergar clusters innovadores en vehículos eléctricos o energías renovables.

–¿La política industrial que se ha desarrollado en España le merece una crítica?

–Muchas. Desde la famosa frase “la mejor política industrial es la que no existe” [atribuida a Carlos Solchaga], que quien se supone que lo dijo ahora no reconoce la autoría. Un desastre. Evidentemente la caída del peso de la industria en España ha sido excesiva. Lo más interesante, es que la caída no se produjo durante la crisis, sino en los años que yo llamo de la falsa bonanza. En la burbuja inmobiliaria. Ahí es donde más sufrió. Vender terreno industrial y hacer vivienda. Nosotros hicimos el Plan 2020, que fue una pena que el PP no continuase. Algunas cosas  sí continuaron, como en el automóvil.

–España es una potencia en industria auxiliar de automoción, y en cambio los anuncios y el ritmo de la transición energética han asustado mucho al consumidor. Ahí está la caída de ventas del diésel y la repercusión en el empleo.

–Más que asustar han confundido. El mensaje de un horizonte de largo plazo a mí me parece correcto, para remar todos en esa dirección, se ha interpretado como que había que abandonar el diésel ya. Y para nada es eso. Con un objetivo para 2040 o 2050 te da tiempo a cambiar dos veces de coche. La propia industria del automóvil sigue siendo muy reacia a la transformación eléctrica. Ahora empieza a verlo más claro, pero ha tardado muchos años en aceptar que ése es el futuro. Y se tienen que poner las pilas porque si no les va a barrer la competencia asiática.

–En baterías Europa está muy retrasada. ¿Tiene Andalucía, o España, condiciones para posicionarse en esa industria?

–Ahora mismo sólo veo capacidad para atraer alguna fábrica de baterías de fuera. Para desarrollar nuestras baterías no estamos en condiciones, pero debería ser una apuesta de un programa de innovación. En general toda Europa ha abandonado esa línea, creo que porque la propia industria europea del automóvil no lo ha tenido claro hasta hace muy poco.

–La industria aún piensa que no es viable toda la movilidad eléctrica y cita el gas o el hidrógeno como alternativas.

–El hidrógeno es lo que siempre se ha esgrimido para matar el coche eléctrico. Y una vez matado, se olvidan del hidrógeno. Cuando surge con fuerza la movilidad eléctrica siempre sale el cuento del hidrógeno. Creo que para grandes transportes puede ser una opción, pero no para ser alternativa a vehículos de particulares.

–Antes citó el aerospacial como sector estratégico. ¿Es peligroso demonizar el transporte aéreo cuando hay distancias que sólo son abordables en avión?

–Evidentemente. Incluso si se va a ir de Sevilla a Bogotá vía Madrid, lo lógico es que enlace también en avión. La transición tiene que ser razonable. Sí veo lógico que se encarezca el vuelo si existe una alternativa en tren para todo el trayecto.

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