Rafael Pardo | Sacerdote

"Vender felicidad es perverso"

El sacerdote y psicólogo Rafael Pardo / M. G.

El sacerdote y psicólogo Rafael Pardo / M. G.

Rafael Pardo (Pamplona, 1977), sacerdote, licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla, doctor en Teología por la Universidad de Navarra y psicólogo, publica el libro Felicidad tóxica. El lado oscuro del Pensamiento Positivo (Desclée de Brouwer), donde advierte contra "los gurús de la psicología positiva que te dicen que el dinero no da la felicidad y luego se forran. Me gustaría verlos pasándolo mal al final de mes". En su obra, el autor explica que sentimientos como la tristeza o la rabia son "emociones positivas". "A través de la rabia bien expresada se consiguen los derechos sociales que hoy tenemos", afirma.

–Es cura, teólogo y psicólogo... ¿Escuchar hoy en día es una cualidad apreciada?

–Completamente. La gente se siente muy sola, muy poco escuchada y tiene una comunicación muy superficial con los demás.

–¿Vender felicidad es un negocio peligroso?

–Vender felicidad es perverso, porque en realidad no existe. Es un estado subjetivo. Antes te vendían un coche o un piso, pero ahora te venden directamente la felicidad como si fuese algo que se pudiera consumir. La felicidad es subjetiva, es complemente irracional. Es venderte una emoción.

–Antes de seguir, defina qué es la felicidad.

–La Psicología dice que es un estado subjetivo, una emoción secundaria. No es primaria, que son aquellas que compartimos con los animales, como la tristeza, la ira o el miedo. La culpa, la vergüenza o la felicidad, por el contrario, son emociones secundarias que cada uno vive a su manera. No es lo mismo la felicidad en Dinamarca que en Zambia.

–¿Estamos instalados en una dictadura el pensamiento positivo?

–Es una dictadura programada desde el mundo empresarial y político hace ya 20 años. Tiene muchos intereses. Entre otras cosas, recicla al trabajador que se quema, que no aguanta este mundo de estrés. Lo culpabiliza.

–¿La táctica es culpabilizar a las víctimas?

–Es decirle a una persona que se quema que la culpa la tiene ella, que no se gestiona bien. La culpa no está ni en el mobbing del jefe, ni en los salarios, ni en la falta de conciliación familiar... La culpa es del trabajador, que es un perdedor, que no sabe ser feliz ni gestionarse. La empresa entonces le pondrá mindfulness gratis en lugar de subirle el salario y ya está.

"Instagram es un parque temático de la felicidad abierto 24 horas: si no apareces en él, eres un perdedor..."

–¿Son los coachs estafadores emocionales?

–Hay coachs que son muy buenos profesionales, pero hay otros que suponen una puerta falsa a la psicología y hay mucha basura.

–¿Nos empujan más a sentir que a reflexionar?

–Antes te vendían un coche con el argumento de cómo aceleraba, pero ahora te dicen que vas a ser muy feliz con él, que vas a ser independiente y que nadie te va a marcar tu vida. Eso es la psicología positiva empleada al servicio del marketing y la publicidad.

–¿Nos acosan con eslóganes motivacionales?

–Pues sí, pero estos eslóganes simpáticos no son para que te gestiones mejor, sino que están directamente al servicio de la política y la economía. Por ejemplo, ahora en la pandemia te dicen que vamos a salir más fuertes, pero vamos a salir con el bolsillo más vacío, eso es seguro.

–Si crees en tus sueños, los puedes conseguir...

–Si fuese así, todos los futbolistas serían Cristiano Ronaldo o Leo Messi.

–Las redes sociales ha potenciado este positivismo impostado.

–Sí. Instagram es un parque temático de la felicidad abierto las 24 horas y siete días a la semana. Si tu vida no es lo suficientemente feliz como para aparecer en Instagram, es que eres un perdedor. No tienes lugar en esta sociedad.

–¿Nos han atontado?

–Claro, completamente. Todo esto es jugar con las emociones. Es neuromarketing, porque es más fácil apelar a tus emociones que a un discurso racional.

"Una persona que es feliz no se lo pregunta, lo es"

–¿Por qué se rechaza que la vida tiene momentos duros?

–Se rechaza porque hemos caído en una época de materialismo, de hedonismo y de falta de raciocinio. La gente en los años 60 tenía preocupaciones sociales. Sin embargo, ahora no tenemos ninguna inquietud, se impone el individualismo salvaje volcado a lo material, al éxito, al poder, al viaje, al disfrute... En el fondo, todo eso animaliza al hombre.

–¿Somos conscientes de nuestros límites?

–Uno de los mantras de hoy es que los límites están en tu mente. Pero ese mantra es peligroso. Los límites están en tu genética, en tu edad, en tu cultura, en tu sexo... No es lo mismo nacer mujer en Zambia que en Dinamarca. Nos cuesta tener humildad y resignación.

–Un poco...

–Cuando tus abuelos decían hasta mañana si Dios quiere es admitir que no somos dueños de nuestro destino.

–¿Las personas que buscan la felicidad a toda costa sufren más de ansiedad y estrés?

–Son hipocondriacos emocionales. Se hacen un autochequeo constante de sus síntomas emocionales. Esto causa ansiedad. Una persona que es feliz no se lo pregunta, lo es.

–Otra cosa es tomarse las cosas con entusiasmo.

–Por supuesto. Es mejor tener pensamientos positivos y levantarse de buen humor. Hay que enseñárselo a los críos. Es una medicina preventiva. Pero una cosa es eso y otra es pensar que es normal tener un estado de euforia maniático 24 horas al día. Puede que tú no puedas con todo y que no tengas un buen día. Eso es así.

–¿Está mal visto ser realista?

–Está muy mal visto. Esto lo denunció una periodista estadounidense que tuvo cáncer de mama en 2009. Y recibió críticas en redes y de sus médicos. Dijo que el cáncer no la estaba haciendo ni más bella ni más guapa ni más espiritual ni nada. El cáncer le estaba jodiendo la vida y punto pelota. No hay más.

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