Alberto Avendaño | Ex director de la edición latina del 'Washington Post'

"España nunca se preocupó del español en Estados Unidos"

Alberto Avendaño.

Alberto Avendaño. / Lourdes de Vicente

Se define como un poeta que se ganó la vida con el periodismo. Alberto Avendaño es uno de los latinos más influyentes de los Estados Unidos. Dirigió la edición latina del Washington Post hasta que el nuevo propietario del periódico, el millonario Jeff Bezos, decidió prescindir de ella. Ha recogido su experiencia en Washington, el epicentro del poder, en un jugoso libro. Miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, ha ganado tres premios Emmy con sus reportajes y el premio José Martí a la excelencia en el periodismo hispanio en Estados Unidos.

-Ha trabajado para Ben Bradlee, el gran mito del oficio.

-Le conocí ya muy mayor, cuando tenía el despacho de director honorífico. Figúrese que a mí me habían hablado en el instituto de este hombre cuando estaba en el cénit y allí llegaba un gallego y se cruza en un pasillo del Washington Post... ¡le quise contar mi vida en treinta segundos! Él me interrumpió, ¡shut up!, y me dijo: vamos a tomar un café.

-No se le caía el fuck de la boca.

-Todo el rato. En eso es en lo único que falla la película de Spielberg Los papeles del Pentágono. Tom Hanks jamás decía un taco y Bradley no paraba de decirlos.

-¿Cuál es la situación de la comunidad hispanohablante ahora mismo en Estados Unidos?

-Trágica y esperanzadora al mismo tiempo. Se parte de varios errores de base y el principal es que la historia se cuenta mal: en Estados Unidos y España. Lo hispano no se debe definir por lo que los medios cuentan de los movimientos migratorios, sino que está en la misma raíz del mosaico estadounidense. Si tú cuentas la historia de Estados Unidos de Este a Oeste te saldrá la versión anglo, pero si la cuentas de San Agustín hasta el norte, la confluencia hispana es obligada.

-¿Qué papel juega España en defensa de la lengua?

-Ninguno. Por mi despacho del Washington Post han pasado presidentes de casi todos los países iberoamericanos, pero nunca un español. Tim Kane es un senador demócrata, iba en el ticket de Hillary como vicepresidente. Kane habla español perfectamente y es un gran defensor de la herencia española en Estados Unidos. Nunca nadie de España se ha dirigido a él. España nunca se ha preocupado de tejer relaciones con quienes podían ayudar a defender el español.

-¿Y el Instituto Cervantes?

-Tendría que ser algo más que una academia de idiomas. No hace palanca para sacar provecho de una situación favorable. Es una institución extranjera en otro país. No se dedica a la intervención cultural, sino a la exposición cultural.

-Afirma que contra el castellano se organizó un genocidio lingüístico.

-Y así fue, esto no es ideología, es un hecho histórico. La Constitución en California se escribió en castellano porque en California el idioma era el castellano. Toda esa herencia quiso laminarse por lo anglo. Si uno mira cuáles son los principales apellidos estadounidenses verá que Martínez o García están entre los primeros. Pero, como le decía, hay motivos para la esperanza, una nueva generación de hispanos que hablan inglés y castellano indistintamente están generando una plataforma global y están orgullosos de ser hispanounidense. Ni mexicanos, ni portorriqueños, ni cubanos, ni guatemaltecos, ni españoles. Hispanounidenses.

-No para Trump.

-El presidente de la república bananera de la Casa Blanca. Trump es una maldición para la historia de Estados Unidos. Es un neofascista populista. ¿Se ha fijado en sus gestos? Ponga a continuación una imagen de Mussolini. ¡Se mueve igual! No es una patriota, es un patriotero que construye lo nacional desde la hostilidad.

-¿Quién construyó el fenómeno político Trump? ¿Bannon?

-Bannon es un tipo inteligente, muy culto, como lo era Goebbels, pero no fue Bannon el autor del Frankenstein Trump. A Trump lo construyeron los medios a los que él insulta. El New York Times, la CNN... En Washington montó un mitin diciendo que iba a anunciar algo muy importante. No anunció nada, ¿pero sabe dónde congregó a los medios? Delante de su hotel Trump en Washington. Y allí estaban todos los medios. En la edición del Washington Post impuse que a Trump no se le tratara como a un político estándar. Dije: volvamos a la prensa del siglo XVIII. En vez de fotos, caricaturas. Continuamente ataca al otro, y el otro es un ser de su propio país.

-Su batalla de la frontera es espeluznante.

-Yo tengo una amiga que es un cargo republicano y que era latina. Cuando hablaba de las raíces de su familia, ella decía que ellos no habían emigrado, sino que eran las fronteras las que habían emigrado. Es absurdo. Estados Unidos es la última frontera del español y Trump hace de su frontera un acto ideológico hostil contra los hispanounidenses. Una cosa es el drama humano de las migraciones y otra la raíz hispana de Estados Unidos a la que este señor ataca. 

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