Moncho Ferrer | Director de Programas de la Fundación Vicente Ferrer

"Mi infancia fue como la del niño de 'El Libro de la Selva"

"Mi infancia fue como  la del niño  de 'El Libro de la Selva"

"Mi infancia fue como la del niño de 'El Libro de la Selva" / José ángel garcía

"La muerte de mi padre supuso el fin de una era, pero no de sus sueños". Es una de las reflexiones de Moncho Ferrer (Anantapur, India, 1971), que ha recorrido España en el cincuentenario de la Fundación Vicente Ferrer. En el décimo aniversario de la muerte de Vicente Ferrer (1920-2009), su hijo, director de Programas de la Fundación, habló de sus proyectos en Caixafórum de Sevilla, en un acto que tuvo flamenco, fado y música de la India. Y un cóctel solidario del chef Daniel del Toro.

-¿Un lastre o un aliciente ser hijo de Vicente Ferrer?

-Lastre, nada. Un regalo.

-Su padre le dejó una herencia de tres millones... de pobres...

-Qué herencia más bonita.

-¿Dónde nació?

-En Anantapur, que significa ciudad del infinito.

-¿Tienen el cielo cerca?

-El Estado de Kerala tiene como lema God's own country (tierra de los dioses). Anantapur es God's forsaken country (tierra olvidada de los dioses).

-¿Su primera impresión cuando vino a España?

-Tenía 18 años. Me produjo el mismo shock que a la gente de aquí que va por primera vez a la India. Me sorprendía hasta la manera de conducir.

-¿Los pobres son sus dueños en la fundación?

-Los pobres llegan a nuestros hospitales, pero éstos no son pobres. Tenemos las mejores instalaciones y los mejores profesionales. Hay 2.500 trabajando y empezamos con cuatro. No es fácil encontrar gente con capacidad y visión humana. Nadie quiere trabajar en las zonas rurales. Todos quieren ir a las ciudades.

-¿Una revolución silenciosa?

-Sobre todo en la presencia de mujeres en la Fundación. Ya son más de la mitad, pero son menos a nivel de liderazgo.

-¿Sus hermanas Tara y Yamuna trabajan con usted?

-No. Una vive en la India y otra en Australia.

-España se despuebla y la India no deja de crecer...

-También hay zonas que se despueblan. Cada vez veo más gente de Anantapur trabajando en Bangalore.

-Su madre es inglesa, estudió en Inglaterra. ¿Allí tendrá efecto el Brexit?

-Menos que en España. Los británicos estuvieron más de doscientos años en la India, hay una comunidad india muy fuerte en el país.

-En la novela Un viaje a la India, de E.M. Forster (David Lean la llevó al cine) dice que "la India no es una promesa, es una llamada).

-Eso me pasa a mí cada vez que llego a Anantapur.

-En 1998 le dieron a su padre el Príncipe de Asturias.

-Lo acompañé a Oviedo. Mucho protocolo. Ese año también se lo dieron a Muhammad Yunus, el de los microcréditos.

-¿La vaca o el elefante?

-La vaca es sagrada en la India, no podemos comer carne de vaca. El elefante también es muy importante. Hay un dios indio, Ganesh, que tiene cuerpo humano y cabeza de elefante.

-El ajedrez nace en la India. ¿Lo juega?

-Sí. Jugaba con mi padre, que hacía trampas.

-Las bodas de oro de la Fundación coinciden con el viaje a la Luna y los 500 años de la primera vuelta al mundo en barco. ¿Cuál hizo un mundo más justo?

-Si le pregunta a los pobres le dirán que ninguna.

-Kipling y Tagore, dos autores de la India con el Nobel. ¿Cuál ha leído más?

-A Kipling. Mi padre me llamaba el salvaje de Anantapur, yo podía ser el niño de El libro de la selva. Mi infancia fue muy parecida".

-España en el sur de Europa, la India en el sur de Asia. Aquí los desheredados llegan en patera...

-Tenemos los pobres puestos. En la India no necesitamos mirar fuera. No quería conquistar el mundo, como siempre quiso Europa.

-¿China juega papel hegemónico en Asia, como Estados Unidos en América?

-China está cambiando muchísimo, como la India. Hay un cambio fundamental. India es una democracia y China no. Ellos tienen hambre de poder, quieren ser primeros en todo. Tienen escuelas donde forman a niños que quieren ser medalla de oro en los Juegos Olímpicos. India tuvo una guerra con China, lo sabe de primera mano.

-Hijo de catalán. ¿El nacionalismo es cosa de ricos?

-No es sólo de los ricos. En la India, los que se querían separar, el estado de Telangana del de Andhra Pradesh, eran los pobres. Todos los países tienen los mismos problemas.

-Considera el deporte como una herramienta muy eficaz para la igualdad...

-Es el mejor instrumento contra las castas. Yo siempre hice deporte: cricket, fútbol, el kahbadi, que es muy típico de la India.

-Indio de cuna y de matrimonio...

-Me casé con Vishalakshi en el sitio más sagrado de la India, Tirumala Tirupati. Tengo dos niñas, Charita, 17 años, y Aria, 13. Llegaron a conocer al abuelo.

-¿Reconoció a su padre en el cine con Imanol Arias?

-Lo discutí mucho con mi madre, que se involucró mucho en la película. Cada vez que la veíamos nos gustaba más.

-¿Su idioma materno?

-Empecé a hablar antes en telegu que en español. Mi padre hablaba en inglés con mi madre.

-¿Para los voluntarios hay un filtro que separe la solidaridad de la aventura?

-Al principio no teníamos ningún filtro. Ahora, a través de nuestras oficinas en España, adaptamos a los voluntarios, que son muchos, a las necesidades concretas. Hay casos extraordinarios. Hace diez años, cuando a mi padre le dio la embolia, llegó Gerardo, un médico asturiano. Vino para tres meses y todavía sigue allí.

-Su padre llegó a la India como jesuita. ¿Invitarán a la Fundación al quinto centenario de la conversión de San Ignacio de Loyola?

-Cada vez que venía a España, mi padre se pasaba por Roma. Y cuando anunció que iba a dejar la Compañía de Jesús empezaron a mandar gente a la India para tratar de disuadirlo. Si lo hubieran convencido, yo no estaría aquí.

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