Mercedes Jiménez | Científica del CSIC

"Conocer es ya empezar a cambiar"

La investigadora del CSIC Mercedes Jiménez Sarmiento.

La investigadora del CSIC Mercedes Jiménez Sarmiento. / M. G.

Mercedes Jiménez Sarmiento (Madrid, 1963) es investigadora del CISC desde hace 30 años y está especializada en biología molecular y celular, microbiología, bioquímica y en divulgación científica. Junto a un grupo de científicos fue reclutada, en pleno confinamiento, para formar parte del proyecto BIFISO, que ha tratado de responder a las preguntas que la sociedad iba formulando sobre la pandemia y combatir los rumores y la desinformación.

–Qué alegría da volver a escuchar aquellos escandalosos estornudos previos a la pandemia. ¡Y esos chisporroteos!

–Desde el comienzo de la historia ha habido enfermedades y hábitos que se han demostrado efectivos para evitar los contagios. La desinfección, el lavado de las manos, protegerse la boca…

–Hay quien sostiene que a ciertas edades y en ciertas épocas del año seguirán siendo útiles las mascarillas.

–En las sociedades orientales el uso de la mascarilla se emplea habitualmente para evitar contagios. Aquí las veíamos exageradas, pero han demostrado su utilidad en la pandemia.

–"Más fuertes" se decía hace un año que se saldría de la pandemia. ¿No le parece que, como otros temían, la nueva normalidad se parece demasiado a la normalidad de siempre?

–Ser conscientes del cambio climático, de las desigualdades y de la importancia del bienestar común; conocer es ya empezar a cambiar. Algo es algo, aunque probablemente no sea suficiente. Se necesita actuar.

–Ha sido de una de esas científicas divulgadoras que ha ido explicando en directo el desarrollo de la pandemia, algo insólito en la historia humana. Al principio, cuando la reclusión en casa, cuando se conocía tan poco, ¿le pesó la incertidumbre, el miedo o fue quizá frustración?

–Estaba esperanzada. Confiaba en la ciencia. Sentí miedo por la alta mortalidad en las personas vulnerables y por el sufrimiento que genera tener la enfermedad.

–¿Qué ha sido lo más difícil de explicar durante todo este tiempo?

–Los ritmos de la ciencia. La necesidad de tiempo para investigar y para tener resultados. Y que las conclusiones pueden dejar de ser válidas si se investiga más y se encuentran nuevas conclusiones.

–¿Y del virus mismo? ¿Qué ha sido lo más complicado de explicar?

–La diferente reacción del sistema inmune a la presencia del virus en el organismo, que hace que haya personas asintomáticas y transmisoras y otras que fallecen por una respuesta inflamatoria exagerada. Eso también fue difícil de explicar.

–¿Con las vacunas no ha habido una cierta confusión?

–Para mí ha sido lo más fácil de contar. Cómo son, las fases que se requieren para saber si son seguras y eficaces...

–¿Por qué generan ese rechazo?

–Creo que, a diferencia con los medicamentos que tomamos para que nos curen cuando estamos enfermos, las vacunas se administran cuando estamos sanos, pues son para protegernos, para evitar la enfermedad. Nuestra percepción del riesgo es diferente.

–Tampoco ayudan mensajes como los de Miguel Bosé, por ejemplo, que ha revelado haber sido consumidor de una amplia lista de estupefacientes y, sin embargo, ha sido contrario a la administración de la vacuna que previene el Covid-19.

–Es una opinión, son actitudes particulares a las que se les otorga, para mí, desafortunadamente, una gran presencia mediática. Pero no debemos dejar de pensar que son opiniones que no están basadas en evidencias científicas. Hay que saber distinguir entre una opinión y la información que procede de expertos y que cada uno elija.

–A toro pasado, ¿qué habría hecho de modo diferente si volviera a irrumpir mañana la misma pandemia?

–Me equivoqué al pensar que se podría atajar como se atajó el SARS-CoV-1 de 2002, pero creo que habría hecho lo mismo, es decir, lo que estaba en mi mano.

–¿Qué fue la primera decisión que tomó?

–Recabar información para tranquilizar a las personas que preguntaban; los familiares, los amigos...

–¿Cuándo termina una pandemia?

–En teoría, cuando se tiene controlada la causa, pero eso no es todo.

–Explíquese.

–Hay que analizar las consecuencias en todos los ámbitos, asumir, corregir; se necesita aprender y cambiar. Personalmente, creo que una pandemia no se acaba nunca. Sus consecuencias, tanto negativas como positivas, permanecen mucho tiempo.

–¿Cuántos muertes por una sola enfermedad es capaz de asumir una sociedad?

–No se debería asumir ningún fallecimiento, aun sabiendo que algunos son inevitables. Son razones lo suficientemente potentes como para poner todos los conocimientos y seguir investigando.

–Pocos países del mundo, los desarrollados, están recibiendo el 75% de las vacunas. Eso también se venía venir.

–Es como si no hubiéramos aprendido nada.

–Podrían repetirse los tópicos del egoísmo, el cinismo, esas cosas que tan viejas suenan.

–Es insolidario, ignorante y cortoplacista... Vivimos en un mundo globalizado, el desarrollo desmedido e insostenible está degradando el medioambiente, nunca se lo hemos puesto más fácil a los agentes infecciosos para propagarse. Si obviamos que estas cosas nos afectan a todos y que todos debemos estar protegidos poco se podrá solucionar.

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