Román Gubern

"Buñuel estaba fichado por el FBI y por los curas de Nueva York"

  • Este Catedrático de Comunicación de la Imagen reprocha a España que tras renunciar a "un buen sueldo, casa y piscina en Hollywood" les trataran "como a bedeles".

Román Gubern (Barcelona, 1934) impartió la conferencia Los nuevos soportes de lectura, entre la cultura elitista y la cultura plebeya en unas jornadas organizadas por la Universidad de Sevilla sobre leer en el siglo XXI. Amigo de Umberto Eco, es autor de El eros electrónico, continuación de El mono desnudo. Conoce la teoría del cine como historiador y la práctica como guionista. Vivió tres exilios políticos antes de iniciar el más excitante, el viaje del nativo digital al analógico.

-¿Cómo descubre América?

-Llegué el curso 71-72 al Instituto Tecnológico de Massachusetts. Daba la asignatura Historia del Cine Europeo hasta la Segunda Guerra Mundial. En las aulas donde habían enseñado Jean Renoir y Von Sternberg. Cuando Franco murió, volví a España.

-¿Fue fácil el regreso?

-En la universidad española nos trataron como bedeles. Había renunciado a un buen trabajo como profesor, con casa y piscina en Hollywood. La UCD se portó bien porque aprobó en Consejo de Ministros, poco antes de perder las elecciones de 1982, el nombramiento como catedráticos de profesores represaliados o exiliados. Para mí fue un honor estar en la nómina de Castilla del Pino, Julio Caro Baroja o Vidal Beneyto.

-¿Las nuevas tecnologías acaban con los soportes tradicionales?

-Las nuevas tecnologías tienen ya treinta años. Hay una brecha psicológica entre el nativo digital y el nativo analógico.

-¿Adónde nos llevan?

-Me encanta una sentencia zen: ¿Adónde vamos? Ya estamos. En los multicines, un solo proyectista y una sola taquillera te permiten ver el cine de Woody Allen o de Eric Rohmer. Otra cosa es ver 2001... o Gladiator.

-Ha sido un autor prolífico...

-La mayor parte de mi bibliografía son libros de encargo, incluido Metamorfosis de la cultura. Una conferencia que di en México y convertí en libro por sugerencia del editor Jorge Herralde.

-¿Cuál es su próximo proyecto?

-Soy un jubilado hiperactivo. Preparo un libro sobre un personaje andaluz. Se titula La confesión de Carmen, traducida del francés por Román Gubern. Carmen es el mejor regalo que le ha hecho Francia a la cultura española, pero ya era hora de que alguien le pusiera el cascabel al gato para matizar y reivindicar algunas cosas. Estaba escrita por un francés y narrada por un varón, don José. Yo le doy el protagonismo al personaje femenino, aunque pueda parecer un disparate.

-¿Vivió el exilio que estudió?

-Nací en 1934 y con dos años, al estallar la Guerra Civil, mi familia se fue a Francia. Vivimos en Marsella y en Italia y volvimos a la España franquista. En 1958 me exilié a Francia. No soportaba la censura. Volví a España en 1971 y me marché a los Estados Unidos.

-¿Estaban comprometidos?

-Allí coincidí con algunos profesionales que padecieron el macarthismo, entre ellos Alvah Bessie, guionista, que había luchado en la guerra española con las Brigadas Internacionales. Más tarde lo traje a España para que trabajara en una película de Jaime Camino.

-¿Conoció a los más grandes?

-¿Sabe cuál era la mayor ilusión de mi vida, que no llegué a realizar? En Mallorca trabajé con una productora alemana como guionista de la película Un invierno en Mallorca, una evocación de la estancia de George Sand y Chopin. Uno de la productora me preguntó que si quería trabajar con Fritz Lang. Era muy  mayor, estaba casi ciego, pero quería hacer una nueva versión de M, la película del vampiro de Düsseldorf que protagonizó Peter Lorre. Al final no se hizo. Yo habría pagado por trabajar con Fritz Lang.

-¿Hizo política en Hollywood?

-Milité en el PSUC, aunque no era comunista. Me borré con la invasión de Praga de 1968. Estaba en Estados Unidos cuando los últimos fusilamientos del franquismo en 1975. Fueron veteranos de la Brigada Lincoln a un acto en la Embajada. Salí a hablar encapuchado. Estaban allí Jane Fonda y Richard Dreyfuss, asustado porque una hermana suya vivía en Madrid casada con un español.

-Ha sido guionista...

-Una veintena de guiones para Vicente Aranda, Jaime Camino, Antonio Mercero. Escribí los de Espérame en el cielo o Dragón Rapide.

-¿Se especializó en películas de Franco?

-Mercero me llamó tras el éxito de Dragón Rapide.

-¿Conoció las dos Españas?

-Totalmente. Soy un arquetipo de familia partida en dos, lo cual es una cabronada para un niño. Mi abuelo paterno era presidente del Tribunal Superior de Cataluña con Companys. Mi abuelo materno era un banquero burgués y fascista. En la Segunda Guerra Mundial, mi familia paterna iba con los aliados, la materna con los nazis. Cuando tenía ocho años, viví por la BBC el desembarco aliado en Sicilia. Yo  no sabía ni dónde estaba Sicilia. Mi padre, republicano, me hizo del Barça. Mi abuelo materno, del Espanyol.

-¿Un mito erótico?

-Mundial, Brigitte Bardot. Español, Amparo Muñoz.

-¿Cómo une cine y literatura?

-En proyectos como el libro que preparo, Los años rojos de Luis Buñuel. He investigado la carta que en 1932 le envía a Breton abandonando el surrealismo. En Estados Unidos estaba fichado por el FBI y tuvo que dimitir en 1943 en el Museo de Arte Moderno. A los curas neoyorquinos, a través de la revista del obispado, les pareció anticlerical su película La Edad de Oro. Lo conocí en México. Le gustaba darle a la copa. Preparaba en su casa un buñueloni, un martini a su estilo. Estaba ya muy sordo.

-Conoció a Buñuel sordo y a Fritz Lang ciego...

-77 años dan para mucho.

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