Elecciones

Editorial: El camino de la lógica

LO mejor de la reunión que mantuvieron ayer el presidente del Gobierno y el secretario general del PSOE es el hecho de que se celebrara. Lo peor es que terminara como marcaba el guión escrito incluso antes de que se convocase formalmente, con un absoluto desacuerdo que hace presagiar un largo y tortuoso camino hasta que España pueda disponer de un Gobierno que garantice el mínimo de estabilidad necesario para afrontar la delicada situación económica e institucional del país. Mariano Rajoy hizo un gesto de normalidad constitucional al llamar a Sánchez para empezar a poner encima de la mesa las bases de un posible desbloqueo de la situación, como hará a principios de la próxima semana con los representantes del resto de fuerzas que obtuvieron representación parlamentaria en las elecciones del pasado domingo. La negativa rotunda de Sánchez a permitir la investidura de Rajoy se daba por descontada; su insistencia en ofrecerse como alternativa es más complicada de encajar, dado que tendría que echarse en manos de Podemos y del nacionalismo separatista. Si finalmente tirara para adelante con esta descabellada idea ataría una piedra a los pies del PSOE que lo hundiría quizás para siempre. Es un planteamiento impropio de un dirigente que aspira a consolidarse como líder de la formación política que más tiempo ha ocupado el poder durante el periodo democrático. En la reunión de ayer sí se esbozaron, sin embargo, algunas líneas interesantes para allanar un camino que se prevé complicado, como la posibilidad de que la presidencia del Congreso, un puesto que va a ser clave en una legislatura en la que el Parlamento va a mandar en la política, recaiga sobre un diputado del PSOE al frente de una Mesa de amplia representación. Lógicamente, es pronto para anticipar qué puede pasar en las próximas semanas, pero el hecho de que se empiece a hablar y a cruzar propuestas es, simplemente, entrar en la camino de la lógica tras un proceso electoral tan complejo como el del 20-D. La visita de Pedro Sánchez a la Moncloa y su posterior comparecencia ante la prensa dio lugar a otro hecho que no podemos dejar de comentar desde Andalucía: el secretario general del PSOE plantó cara a la líder de su principal federación y le pidió abiertamente que se sometiera a la disciplina de partido. Un exceso más de Sánchez. Susana Díaz por lo que representa dentro del socialismo español y por su trayectoria está plenamente legitimada para oponerse, argumentos no le faltan, a una aventura política que podría dañar gravemente a su partido. No reconocerlo es más que una torpeza; es un desatino político que puede terminar volviéndose contra él.

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