Elecciones

Editorial: Líneas rojas para el PSOE

EL PSOE andaluz ha hecho saber a la dirección federal que un acuerdo con Podemos para lograr la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno sería traspasar un límite inadmisible, una línea roja que en la práctica supondría que los socialistas dejan de ser el partido con proyecto nacional que hemos conocido durante las últimas cuatro décadas. La formación que lidera Pablo Iglesias, además de hundir sus postulados ideológicos en una extrema izquierda antisistema, tiene una idea de la cohesión nacional -mejor dicho, de la falta de cohesión- incompatible con los postulados que defiende el PSOE desde el inicio de la democracia. Su exigencia de hacer un referéndum para la autodeterminación de Cataluña es absolutamente incompatible con la estabilidad política y económica y con los principios más básicos de la idea de España que debe defender un partido que aspire a gobernarla. Desde este punto de vista, la advertencia de los socialistas andaluces no sólo es oportuna, sino necesaria. Lo que llama poderosamente la atención es que haya tenido que hacerse explícita; es decir, que en el seno de la dirección nacional del primer partido de la oposición se pueda proyectar la idea de que todo vale para tocar poder. La situación en la que ha quedado España tras las elecciones del pasado domingo es delicada y por ello, quizás más nunca, requiere para ser solucionada sentido de Estado y prudencia política. El bipartidismo ha salido tocado, puede que para siempre, pero los españoles siguen confiando mayoritariamente en los dos grandes partidos, situados en el centro izquierda y en el centro derecha, que hasta ahora han articulado la vida nacional. Que uno de ellos anteponga intereses particulares a los estrictamente nacionales tendría consecuencias nefastas para el futuro de esa formación. Nos estamos jugando cosas muy serias en estas semanas y una de ellas afecta a la propia unidad nacional. El PSOE tiene que estar a la altura de las circunstancias porque es una formación sistémica cuyo concurso es necesario para afrontar los grandes retos nacionales. Aquejado en los últimos tiempos de una situación de debilidad interna que le ha hecho perder terreno en toda España con la excepción de Andalucía, donde no ha cedido nunca su posición de hegemonía, se enfrenta ahora a una situación en la que es necesario que se reafirme como organización. Que su federación andaluza alce la voz contra la tentación de cambiar principios por poder y marque las líneas rojas ayuda a poner las cosas en su sitio. Susana Díaz actúa en este caso como referente nacional de su partido, un papel del que ahora no puede ni debe abdicar.

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