Elecciones

Rajoy comienza a levitar

  • El candidato del PP ha asegurado en Valencia, sin Camps y ante 22.000 personas, que los españoles sienten verdadero pavor al "inmovilismo".

Y Mariano subió a los cielos. Por prudencia, Rajoy aún no había saltado sobre la tarima desde la que se observa el auditorio de sus mítines. Lleva meses haciendo ejercicio, ha perdido bastante peso, pero una campaña electoral es enemiga de cualquier tipo de lesión. Pero ayer, en la plaza de toros de Valencia, saltó y saltó, y hasta subió a los cielos para proclamar algo que tampoco se debe pronunciar en una contienda electoral cuando se llevan varios metros de diferencia insalvables sobre el contrincante: "Amigos, amigas, creo que vamos a ganar las elecciones; lo creo y lo digo". Aunque varios dirigentes del PP, entre ellos el andaluz Javier Arenas, habían advertido contra el efecto negativo que puede causar la euforia de unas encuestas, Rajoy no se pudo contener. Él, que es todo moderación, que no se sale de las líneas rojas que le ha marcado su sociólogo de cabecera, Pedro Arriola, que no se despeina, se volvió humano: "Creo que vamos a ganar las elecciones". Lo cree y lo dice.

Hoy es el último día de publicación de los sondeos electorales, y ayer todos daban buenas noticias para el PP, demasiado buenas según Arenas o Jorge Moragas, que en algunas de ellas apreciaban alguna que otra mala intención. "Son como las setas venenosas", mantuvo Moragas, el hombre de Exteriores de Mariano Rajoy; "las carga el diablo" , sentenció Arenas. Y es que ya se sabe: la euforia puede llevar a la desmovilización, de ahí que se dé por hecho que un partido ganador siempre prefiere resultados raspados en los sondeos para que nadie se quede en su casa. Pero los resultados de las encuestas son contundentes: el PP sacaría 198 diputados, según la encuestas más favorables, y 184, en el caso de la peor. 183 fueron los que obtuvo José María Aznar en el año 2000. El PSOE, por el contrario, se movería entre los 126, uno más de los que obtuvo Joaquín Almunia, y los 110, una barrera por debajo de la cual Alfredo Pérez Rubalcaba tendría muchos problemas para mantener su proyecto durante los siguientes cuatro años.

Por eso, el mitin que Felipe González y Rubalcaba ofrecieron por la mañana en Zaragoza mostró cuál va a ser el objetivo de los socialistas en esta última semana: arrancar los votos de los "indiferentes", de los "cabreados" con el Gobierno del PSOE y con todos aquéllos que se están desplazando hacia Izquierda Unida, la formación que está a punto de rentabilizar el malestar con Zapatero y sus políticas. González aseguró: "Los indecisos son nuestros, son los que están cabreados con nosotros, a los que tenemos que decirles que levanten la mirada y vean qué ha ocurrido en Portugal, en Italia...", en referencia a dos países con graves problemas económicos donde gobiernan partidos conservadores. Es más, González recordó la famosa pinza, la andaluza y la extremeña, para apelar a una suerte de voto útil de la izquierda. El mensaje de Alfredo Pérez Rubalcaba fue él mismo: la búsqueda del "indiferente", del que cree que todo seguirá igual.

El comité de campaña de Rubalcaba mantiene que los datos del PSOE no serían tan malos. De 8,9 puntos de diferencia, según su último tracking, que añade 1.000 nuevas encuestas a una base que se renueva cada día y de forma parcial. De ser así, los socialistas aún podrían soñar con acercarse mucho al PP, tal como hizo Felipe González con Aznar en 1996, cuando le faltaron "dos Telediarios" para noquear, de nuevo, al candidato del PP. No obstante, estas impresiones socialistas hay que acogerlas con el mismo escepticismo que aquéllas que, desde el PP, aún siguen manteniendo que su victoria no está aún forjada.

A una sola semana de las elecciones del 20-N, y con las encuestas cada vez peor, Rubalcaba parece haberse comprometido con su propio lema de no dar manotazos de ahogado, así que sigue con el mismo mensaje de defensa del Estado de bienestar. Sin requiebros arriesgados, sin despeinarse. No obstante, su jefa de campaña, Elena Valenciano, anunció en Lorca que habrá "novedades" en estos últimos días y que Alfredo "se desdoblará". Más es casi imposible, a no ser que se arriesgue a llegar al 20-N sin candidato o con un candidato lesionado, pero los cierto es que Rubalcaba y su campaña necesitan un último esfuerzo para lo ganar lo que está en juego en estos días, que el tsunami azul del PP no arrastre al Partido Socialista al completo. Porque eso es lo que ahora mismo se está sustanciando, ya no sólo la victoria del PP de Rajoy, sino el futuro del PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba. O del propio PSOE.

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