Elecciones

Espíritu de superación

NUNCA le han regalado nada y, posiblemente, no lo necesite. Carmen Navarro aspira el 20 de noviembre a repetir como diputada del Partido Popular por Almería en el Congreso, con la satisfacción del deber cumplido.

Toda una señora de la política. Batalladora, fiel, cumplidora, con marcado carácter y con las ideas muy claras, ha sabido con el paso de los años situarse en lugar preferente dentro de los cuadros de mando del Partido Popular. Ha sido concejala de Macael, diputada provincial, parlamentaria andaluza y ahora, por segunda legislatura, aspira a ocupar un asiento en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo. Un puesto que sabrá a gloria si, finalmente, el Partido Popular gobierna el país.

Corredora de fondo, ajena al desaliento, ha luchado contra viento y marea, -a veces contra tempestades- dentro y fuera de su propio partido. En un mundo excesivamente encorsetado, la candidata popular ha pagado algún que otro peaje a su constancia, a su férrea disciplina y a sus ideas asentadas e inamovibles.

La vida la ha tratado con respeto si miramos el pasado desde el presente más rabioso. Aún así, ha recibido algunos empellones que la han puesto contra las cuerdas. Pero como el mejor de los boxeadores, se ha revuelto a tiempo, se ha rehecho como una loba herida tratada con bálsamo de Fierabrás y ha demostrado, con creces, sus ganas de vivir y afrontar cualquier reto que se le ponga por delante.

Decía al principio que nadie le ha regalado nada y lo confirmo. Hecha a si misma, se merece como pocos volver a sentarse en el Congreso y disfrutar del Gobierno y de una mayoría que las encuestas, un día sí y otro también, se encargan de confirmar.

A partir de aquí el camino será más fácil, más sereno, más cercano y alejado de las defensas numantinas de los postulados y argumentarios tradicionales. Pero mientras llega ese momento, la diputada, la mujer, Carmen Navarro, continuará fiel a sus amigos, responsable con la tarea encomendada y disfrutando de sus hijos y su familia como ha hecho hasta ahora.

Alejada de aquellos que la vieron como enemiga; siempre atenta a cualquier imprevisto y con una enorme sonrisa y mirada limpia que nos persigue cada segundo, como si de un torbellino se tratase, para descargar adrenalina y felicidad allí donde está.

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