Elecciones

Las dos Españas y los otros

  • El debate a cinco cimenta el pulso entre PP y PSOE sobre el presunto programa oculto de Rajoy · IU introduce el tema de la corrupción y exige una salida justa de la crisis · CiU y PNV barren para casa

Todavía con la resaca del cara a cara, el debate a cinco bandas que se celebró anoche entre los partidos con grupo parlamentario propio en el Congreso fue de guante blanco, de corte amable y correcto, aunque era irremediable que se dilatara el cuerpo a cuerpo que libraron el lunes los candidatos de PP y PSOE a la Presidencia el Gobierno de la mano de los dos gallitos del corral: el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui (PSOE), y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón (PP). También flotaron las reivindicaciones de los dos tenores nacionalistas -Josu Erkoreka, que lidera la lista del PNV por Vizcaya, y Pere Macias, número dos de Josep Antoni Duran Lleida en la de CiU por Barcelona-, que pusieron sobre la mesa "el tiempo de esperanza" que llega a Euskadi tras el derrumbe de ETA, con la obsesión del derecho de autodeterminación al fondo, y la necesidad de un pacto fiscal para Cataluña similar al Concierto Económico de su vecino de plató anoche, en los estudios Buñuel de TVE, bajo la batuta de María Casado.

El quinto contertulio, Gaspar Llamazares -candidato de IU por Asturias-, se erigió en punta de lanza de los más desfavorecidos e insistió en meter en el mismo saco a PP y PSOE, a los que acusó de compartir "recetas fracasadas", y se esforzó, sin éxito, en sacar a colación ese problema tan real de la corrupción que ignoraron los dos colosos en el cara a cara del lunes.

En el primer bloque, dedicado al empleo y la economía, fue donde más se enzarzaron en su cara a cara particular el ministro y el alcalde. El primero sembró sospechas sobre Rajoy, defendió la gestión del Gobierno de Zapatero, al que exoneró de responsabilidades en la catástrofe en curso volcándola en los mercados, y echó en cara al PP su falta de colaboración. "Veo resignacion, hay que creérselo", le replicó Ruiz-Gallardón, que replicó que su partido ha estado ayudando siempre", echando mano de esa reforma de la Constitución "que no le gustó a Rubalcaba". Y a Llamazares le faltó tiempo para lanzar un guiño al 15-M -"compartimos la indignación por los cinco millones de parados"-, proclamó que "los que más tienen que poner son los que más tienen" y le recordó a Ruiz-Gallardón que con Aznar se redujo la inversión social.

En el segundo bloque, políticas sociales, Ruiz-Gallardón, ese ministrable indiscutible del Gobierno que viene, garantizó que el Estado de bienestar no corre peligro. "Nunca más un recorte de las pensiones, garantizamos su revalorización". "Lo digo rotundamente, no al copago". El representante socialista siguió sembrando dudas y subrayó que las comunidades gobernadas por el PP son carne de privatizaciones.

Los nacionalistas ganaron peso en el último tramo, la política territorial. "Se habló de café para todos, pero si nos descuidamos nos quitan el café, la taza y el azucar", advirtió Erkoreka, que insistió en invocar un nuevo estatus político. Jáuregui acusó al PP de "fomentar el separatismo con su anticatalanismo", pero Gallardón no entró al trapo y cedió el turno de palabra. Macias corroboró que la actitud del PP ante el Estatut "no fue de recibo", censuró el vídeo del PSC con un moribundo para denunciar los recortes en la sanidad y advirtió que el pacto fiscal es la única garantía de progreso para Cataluña.

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