Elecciones

Repaso a todos los distritos en el sprint final

  • Zoido termina la campaña en el río tras un recorrido maratoniano por la ciudad

El PP cerró la campaña con la sensación de que ha hecho todo lo que podía hacer para demostrar su interés por los barrios de la ciudad. La suerte está echada. Zoido recorrió los once distritos de la ciudad en el último día de campaña, como un estudiante que da un nuevo repaso al temario la noche antes del examen. Un itinerario simbólico lleno de buenas intenciones, un último esfuerzo por convencer al electorado de que la suya es la alternativa idónea frente a la reedición del "pacto de perdedores" que ya le dejó fuera de la Alcaldía en 2007. Una jornada que comenzó a las 8.30 en los Remedios y que acabó a medianoche en un recorrido en barco por el Guadalquivir, el distrito número doce de la ciudad.

Antes de embarcar, Zoido quiso estar acompañado por dos personajes muy especiales: Teresa Jiménez Becerril, hermana del concejal asesinado que cierra la lista municipal, y Juan Gallardo, el tendero de Su Eminencia que ha supuesto todo un descubrimiento para el PP. Gallardo animó la velada, tomó la palabra, contó anécdotas de sus vivencias con Zoido en los últimos cinco años, alabó una y otra vez la figura del candidato y destacó el esfuerzo que le ha supuesto que en su barrio no vean al PP "como al coco". Gallardo denunció que los gobiernos del PSOE e IU no han prestado atención a los mayores y niños de la zona: "Tienen que ir al colegio entre un descampado de jaramagos. Y nuestros mayores no tienen donde hacer gimnasia. Lo digo con el corazón, Juan Ignacio ha sido el único que se ha metido en el fango con nosotros. ¡El único! El único que ha venido cinco años seguidos a la cabalgata del barrio y sabe de nosotros. Yo voy a votarle. Y como yo, muchos en mi barrio y en el Cerro". Tal fue el protagonismo de Gallardo en el acto, que cerró su discurso con una broma: "Juan Ignacio, ¿tú tienes algo que decir?"

Y Zoido dio las gracias a sus colaboradores más directos de la campaña, entre ellos a los conductores de los coches. El resto del discurso fue un compendio de mensajes y promesas ya conocidas. A las doce, todos al barco, donde había preparadas dos barras libres con refrescos y licores. El barzo zarpó. De nuevo, el lenguaje de los símbolos. Deseos para una nueva singladura para la ciudad, anhelos de un nuevo rumbo. Las urnas dirán si el periplo continúa, o si hay que retornar a la orilla por tormenta. Mientras, Cholo sirve las copas a un centro-derecha que nunca ha vido tanta expectación.

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