Economía

Iberdrola multiplica por siete su valor en Bolsa en este siglo y es líder energético en Europa

Ignacio Galán, presidente de Iberdrola.

Ignacio Galán, presidente de Iberdrola. / M. G.

Iberdrola celebra este viernes su junta general de accionistas, una cita en la que la energética quiere mostrar a sus accionistas el gigante en el que se ha convertido. La vieja compañía nada se asemeja a aquella empresa familiar hidroeléctrica de hace dos décadas. Desde entonces, ha multiplicado por siete su valor en Bolsa y ha contribuido al desarrollo económico, la descarbonización y la transición energética de los países en los que está presente, una treintena.

La diversificación internacional y su visionaria creencia ecológica cuando esta era casi un tabú han sido los motores de su crecimiento. Podría tildarse como una alumna aventajada verde de la cumbre de Kioto. En diciembre 1997 cerca de 50 países ratificaron en la Cumbre del Clima el Protocolo de Kioto, un ambicioso acuerdo internacional auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la reducción de emisiones.

La llegada de Ignacio Galán a la jefatura de Iberdrola en 2001 fue clave para trabajar en ese horizonte, con la puesta en marcha su plan de internacionalización. La compañía dio un giro de 180 grados, con una visión vanguardista de un mundo con crecientes requerimientos energéticos que precisarán de fuentes más limpias y sostenibles. Y ha surtido efecto desde cualquier punto de vista.

Con una capitalización de unos 11.700 millones en el año 2000, que ahora vale en torno a 70.000 millones, ha logrado el cetro en Europa por valoración bursátil con una rentabilidad por dividendo en el entorno del 4,5%, que casi duplica el rendimiento del bono español a 10 años.

Los bancos de inversión consideran que debería valer mucho más. Hasta 14 euros por acción, según Blarclays, un precio que dispararía su capitalización hasta rozar la mítica cifra de 100.000 millones de euros. Este es el momento dulce que vive la compañía, incluso en un contexto de crisis energética mundial que, en el ámbito nacional, ha supuesto una considerable merma de negocio a la compañía.

Iberdrola paso de ser una utility centrada en España para operar ahora en 30 países, con presencia destacada en Reino Unido, Australia, México, Brasil y Estados Unidos. Estos dos últimos países se han convertido en la punta de lanza para continuar creciendo a cifras envidiadas por sus principales rivales.

El track record (evolución de los resultados) de Iberdrola es incontestable, con un Ebitda que se ha multiplicado casi por seis desde 2000, hasta los 12.000 millones en 2021, y con unos activos que han ido creciendo de forma orgánica y con compras bien seleccionadas hasta septuplicarse y situarse en 142.000 millones de euros.

El presidente Galán ha asegurado que se mantiene la previsión de beneficio neto de 4.000 a 4.200 millones de euros para este ejercicio y un dividendo por acción con un suelo en 0,44 euros.

La explicación está en la potente inversión de más de 130.000 millones en las últimas dos décadas. Iberdrola es líder en energías renovables, con cerca de 40.000 megavatios instalados y otros 90.000 en cartera. Al compás del crecimiento de beneficios, capacidad e internacionalización.

Su plantilla directa se sitúa en unos 40.000 empleados, pero es necesario multiplicar por 10 esta cifra para hallar el número de personas a las que da trabajo en conjunto, de la mano de sus proveedores.

La compañía no ha creado valor solo para sus accionistas (el 70% de sus minoritarios lo son desde hace más de 20 años), sino también para la sociedad. Es la primera eléctrica del mundo en I+D+i con una inversión anual de más de 340 millones, al tiempo que vigila la igualdad y la diversidad en su plantilla y en las sociedades en las que opera.

Esta positiva evolución de Iberdrola ha convencido a más de 600.000 accionistas directos y a varios millones que invierten en la compañía a través de fondos de inversión y de pensiones. La mayor gestora del planeta, Blackrock, controla un 5,1% del capital, mientras que el fondo soberano de Qatar (QIA, por sus siglas en inglés) tiene un 8,7% y su homólogo noruego, Norges Bank, otro 3,4%.

La junta de accionistas será clave para la compañía, que ha incentivado la participación con un dividendo extra de 0,005 euros por acción si se alcanza un quórum de más del 70% y que cuenta con el respaldo sin fisuras del mayor proxy advisor (consejero de voto) del mundo, ISS, que recomienda votar sí a todos y cada uno de los 20 puntos del orden del día.

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