el poliedro

Tacho Rufino

Apple, manzana del gran poder

La compañía tecnológica californiana supera los dos billones de dólares de valor bursátil: estamos ante un coloso inédito. El valor de la compañía fundada por Steve Jobs es equivalente al PIB del octavo mayor país

Usted probablemente tenga un iPhone, aunque apostaría que el perfil del lector de una columna en una sección de Economía casa más con el de un usuario de un móvil coreano o chino, pero cuyos hijos sí utilizan a diario y continuamente un celular de Apple, mucho más caro y con mayores prestaciones que el de su padre o madre, aunque sin llegar a haber hecho cola toda la noche delante de un applestore de Seúl para comprar el último modelo desarrollado por la compañía con sede en Cupertino, provincia de Silicon Valley. Esta compañía ha desbancado del primer lugar del ranking de mayores compañías (por valor bursátil) a la única empresa de entre las siete primeras de dicha clasificación que no es estadounidense o china (Alibaba Express es la única extranjera que se incrusta entre las californianas Made in Usa), Aramco, que aparte de ser saudí es, asimismo, la única de ese ranking que es industrial en el sentido clásico del término: los tiempos han cambiado radicalmente en la importancia de los servicios y las tecnologías digitales con respecto a lo manufacturero y extractivo de las compañías petrolíferas, como la propia Aramco, o bancarias. Apple se encarama al primer puesto del planeta. Facebook, Microsoft, Amazon y Alphabet (Google) le van apenas a la zaga. De esta noticia de esta semana cabe decir varias cosas: que Estados Unidos sigue siendo el rey, que las compañías tech son más importantes económica y geoestratégicamente -su tecnología es el alma del mundo- que la inmensa mayoría de los países del mundo, y que la pademia global ha atacado ferozmente a prácticamente todos los sectores de actividad... y ha potenciado de forma fenomenal a las compañías de este sector, por si fuera poco el que ya eran las principales del mundo empresarial antes de la emergencia, el confinamiento y los batacazos del PIB, con España a la cabeza.

No hace falta ser un fino analista para darse cuenta de que durante el confinamiento, aparte del horno y sus bizcochos, el consumo familiar ha multiplicado por varios dígitos la dependencia del móvil, la tablet o el ordenador, y sus respectivas dependencias de la hiperconexión: llamadas interminables, videoconferencias festivas, whatsapp continuos, comentarios de otras redes sociales, discusiones más o menos despistadas o atinadas sobre la situación sobrevenida. Muchas familias han actualizado y mejorado su capacidad doméstica de procesar datos, y Amazon -otro gigante del ramo, no un simple courier- ha puesto una pica en el Flandes global del reparto a domicilio de todos tipo de cosas, dispositivos y accesorios incluidos, aunque Aliexpress, china, inquieta sus territorios de reparto, en una suerte de deja vu del tratado no escrito entre Coca-Cola y Pepsi para no pisarse la manguera de refrescos de cola en los respectivos dominios. Claro, que estas dos compañías son las dos estadounidenses, y Aliexpress es estandarte del régimen comucapitalista chino: comunista para el orden y la planificación interior, capitalista para competir fuera sin rival.

El valor de Apple supera los dos billones de dólares. Si lo comparamos con los PIB de los países más "ricos" -adjetivo que usamos para simplificar-, la tecnológica que creó Steve Jobs en compañía de otros desplaza a Italia a la novena plaza. El dato simboliza su poder, y, de la otra parte, ilustra el poder menguante de los Estados, que en cada fase expansiva del ciclo económico pierde un nuevo cacho de poder público para recaer en manos privadas. Enhorabuena a Apple y a sus accionistas grandes y pequeños: el inversor grande y pequeño la adoran, de ahí su valor. Sçolo cabe encomendarse a las nuevas divinidades corporativas para que nunca haya un apagón. Ese día será el del famoso meteorito. ¿Agorero? Son esos días...

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