Análisis: Rogelio Velasco

Divergencia entre regiones

  • La crisis de 2008 y su posterior recesión han provocado que las áreas metropolitanas sean aún más prósperas que los núcleos rurales, en un fenómeno que tiene difícil solución.

Varias cajas apiladas con el logotipo de Amazon invertido como protesta por el anuncio de que la compañía abrirá una de sus dos nuevas sedes en Nueva York.

Varias cajas apiladas con el logotipo de Amazon invertido como protesta por el anuncio de que la compañía abrirá una de sus dos nuevas sedes en Nueva York. / Justin Lane (Efe)

Desde el final de la II Guerra Mundial, hasta el inicio de la Gran Recesión en 2008, la convergencia en PIB por habitante entre países y entre regiones del mismo país, fue un fenómeno generalizado en las economías occidentales.

Sin embargo, durante la crisis y el actual periodo de recuperación, se ha producido, con carácter general, una transformación a gran escala en las relaciones entre las áreas metropolitanas más prósperas y de mayor tamaño, y las zonas menos pobladas. La globalización, ha roto las cadenas de suministro que mantenían unidas a muchas zonas fuera de las áreas metropolitanas con el resto del mundo.

El nacimiento y desarrollo de la economía de la información, ha provocado un aumento del rendimiento asociado al tipo de habilidades y formación de esa nueva economía, y reducido la importancia de los recursos naturales y de las actividades manuales que florecían en el periodo anterior. Además, las actividades manuales han sido trasladadas a países emergentes con salarios mucho más reducidos. Lo vemos estos días en Galicia con los problemas asociados a Vestas y Alcan. Ha habido muchos más casos, en España y en el resto de países occidentales.

Una de las consecuencias de este proceso, es que el crecimiento se ha concentrado de manera desproporcionada en las áreas metropolitanas más grandes y mejor conectadas, en detrimento del resto. Incluso después de la recuperación económica, numerosas áreas rurales todavía no han alcanzado el nivel de actividad económica y de población que tenían antes de la crisis. Muchas no lo recuperarán nunca.

Paradójicamente, algunas de las políticas públicas que se han llevado a cabo, han exacerbado este proceso. Aunque pueda ser necesario para lograr una mayor conectividad del territorio –una perspectiva que defienden los geógrafos y urbanistas–, las nuevas autopistas y trenes de alta velocidad en la UE, han ido vaciando la actividad económica comercial e industrial de las zonas alejadas en favor de las áreas densamente pobladas. La desregulación del transporte ha jugado también un importante papel en este proceso.

Desregularización

En los efectos de esta desregulación, ha contribuido poderosamente el comercio electrónico, que está ganando intensidad en la UE. Tenemos que pensar que las actividades de empresas como Amazon se encuentran a velocidad de crucero en EEUU y en la UE llevan un cierto retraso. Al otro lado del Atlántico, las ventas de Amazon representan ya el 1,5% del PIB de EEUU. Es fácil imaginar que Amazon superará con creces a Walmart –el mayor gran almacén físico del mundo–, cuya facturación representa el 2,5% del PIB.

Las consecuencias para la pequeña distribución van a ser muy dañinas, puesto que desaparecerán miles de pequeños negocios y centros de distribución, concentrándose extraordinariamente los grandes centros en las áreas metropolitanas.

Además, las desregulación financiera y la enorme crisis de las cajas de ahorro en nuestro país, han contribuido –y lo siguen haciendo– a una mayor concentración de la actividad en áreas pobladas. Las sedes centrales han aumentado su tamaño en áreas urbanas, mientras que cientos de pueblos se están quedando sin oficinas de cajas de ahorro.

Adicionalmente, el proceso de concentración metropolitana no gana aún más fuerza, debido al alto precio de la vivienda en esas zonas. Si las políticas públicas de acceso a la vivienda tienen éxito, la pérdida de actividad y de población en las zonas sin grandes ciudades, se acelera. Paradójicamente, esas zonas pueden ganar en PIB por habitante, pero debido al triste fenómeno de la emigración hacia las áreas urbanas y otras regiones.

La dinámica de este proceso se autoalimenta. Las grandes concentraciones urbanas se convierten en grandes mercados, que propicia la instalación de nuevas empresas. Estas van a tener a sus clientes más próximos, aumentando, en consecuencia, la eficiencia de todas las actividades de transporte y entrega de bienes y servicios. Una de las razones más importantes por las que recientemente Amazon ha elegido las áreas metropolitanas de Washington DC y Nueva York, para instalar dos grandes subsedes alejadas del centro corporativo de Seattle, ha sido justamente la cercanía a sus grandes clientes, con los que va a establecer unas relaciones más intensas y ágiles.

Pero además de estos factores que operan por el lado de la demanda, hay otros que operan desde la oferta. La gran concentración de población con la formación técnica adecuada, facilita extraordinariamente la contratación de nuevos empleados con los conocimientos adecuados.

Este proceso –tanto por la demanda como por la oferta– tiende a autoalimentarse, atrayendo a más empresas y creando ciudades cada vez mayores e intensivas en conocimiento. La combinación de empleados con elevado nivel de conocimiento y empresas innovadoras, incrementan la productividad, aumentando los salarios. Son las actividades de servicios avanzados para empresas, las principales responsables del proceso.

Como las políticas que se han llevado a cabo no han detenido el proceso de divergencia, hay que buscar otros mecanismos para que esto sea posible. El énfasis se está colocando en las habilidades digitales de los trabajadores, al ser la nueva economía digital el principal motor de desarrollo.

Digitalización

Sin embargo, no se trata solo de adquirir competencias digitales; es fundamental aprender los muy diferentes usos a los que la digitalización de la economía y sus actividades dan lugar. Una mayor relación y proximidad de los trabajadores que residen en zonas rurales con aquellos que desarrollan su actividad en áreas de elevada concentración, resulta fundamental.

No somos creativos, no innovamos, cuando estamos solos, porque no podemos contar con la opinión contrastada de profesionales que trabajan en la frontera del conocimiento y sus distintos usos aplicados en el mercado. En muchos casos, las ideas sobre nuevas actividades provienen de las ya realizadas en otros ámbitos geográficos. Pero posteriormente facilita la actividad creativa por sí misma.

El mercado atrae a la gente en donde se encuentra la actividad. Los gobiernos intentan llevar la actividad en donde está la gente. Ambos operan en el mundo real. La segunda solo tendrá éxito si las actuaciones de los gobiernos se orientan y ejecutan de tal manera, que sean capaces de generar actividades innovadoras que se sostengan por sí mismas en un corto periodo de tiempo.

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