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El régimen absolutista de la Liga

  • El Barcelona impone su ley a golpe de goles y con un juego que evidencia que está a un nivel superior que el resto de sus rivales · Recreativo y Osasuna, pese al relevo en el banquillo, huelen a descenso

Hablar de un campeón cuando apenas se ha disputado un tercio de la competición sería una osadía, porque, como dijo aquel sabio, "fútbol es fútbol" y todo puede pasar en este deporte. Sin embargo, la Liga tiene un claro dominador, el Barcelona, que impone su ley, la del más fuerte, sin importar quién esté delante. El conjunto de Pep Guardiola es como el rey absolutista que concentraba todo el poder en torno a sí y dictaba y ejecutaba las leyes, a su antojo gracias a su poderoso ejército.

El Barça no reina con leyes ni con ejércitos, sino con los goles y el juego con el que avasalla a sus rivales. Está por encima de todos ellos mostrando, hasta ahora, una superioridad evidente que se refrenda en la distancia sobre sus rivales, la mayor desde la temporada 2004-2005, cuando Frank Rijkaard ganó su primer campeonato. Y es que la burguesía de la Liga está de capa caída y no parece que exista un equipo capaz de hacer caer el régimen absolutista impuesto hasta ahora. Cuando no falla el Real Madrid lo hace el Villarreal. Si pincha el Sevilla, reacciona un Valencia que acumulaba dos derrotas consecutivas en Mestalla... Y el Atlético, como siempre, da una de cal y otras dos de arena. Así, sin oponentes de cierta fuerza, el absolutismo blaugrana se mantiene con firmeza, afianzando su poder, en este caso el liderato, partido a partido con notorias exhibiciones que desmoralizan a los contrincantes. ¿Está perdida la pelea por la Liga? Una respuesta afirmativa, con lo que queda por delante, sería aventurada, pero lo cierto es que sólo existe un candidato claro al título y muchos equipos cuya pelea casi se centra ya en la segunda posición. Y es que la medalla de plata, y también el bronce, tienen premio gordo: vacaciones en verano por el acceso directo a la Champions.

De hecho, y con el Deportivo como convidado de piedra, seis equipos se encuentran en un pañuelo de siete puntos entre el segundo escalón de la clasificación y el séptimo puesto que ocupa el cuadro gallego, el primero que se queda fuera de la zona europea, eso sí, por goal average. Ninguno camina con la solidez suficiente como para poner en riesgo a un Barcelona que reina en Europa con la misma contundencia que lo hace en España.

Así, lo que es evidente es que la Liga está rota. Por arriba un equipo que impone su ley a base de goles con sus perseguidores siguiéndolo a distancia. Por abajo, otros dos, Recreativo y Osasuna, que huelen cada vez más a segundazo a medida que pasan las jornadas, y eso que ambos intentaron cambiar su destino con el relevo en los banquillos. Pero ni así. Ni Camacho, en los navarros, ni Alcaraz, en los onubenses, han sido capaces de hacer reaccionar a dos clubes que sólo han ganado un partido de los 13 disputados. Si el fútbol se rigiese por las matemáticas, estaban descendidos a mitad del campeonato. Suerte para ellos que lo que vale en esto son los goles. Por la falta de ellos, y tras cuatro derrotas consecutivas, el que fuera líder al inicio, el Espanyol, se puede unir al carro de los señalados. Está coqueteando peligrosamente con los puestos de descenso y su técnico, Tintín Márquez, ha sido el tercero de la temporada en hacer las maletas. Ya se verá si el cambio, esta vez, tiene el efecto deseado; los otros no hicieron ni burbujitas.

cielo o infierno

En el medio, como entre el cielo y el infierno, se encuentra el resto de conjuntos, unos más cerca de las alturas y otros del socavón. Ocho puntos separan a un Valladolid enrachado, octavo, de un Numancia que ocupa ahora el último asiento que lleva sin parada alguna hacia la Liga Adelante, aunque todos están en el momento de decidir si pelearán por un premio en forma de clasificación europea o por evitar los problemas de meterse en la lucha por evitar el descenso. Ahora más que nunca, porque los grandes se enfrentan entre sí para alegría de los más modestos, cansados ya del Tourmalet.

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