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La rebelión de los pequeños

  • Cinco selecciones hicieron sonar por primera vez sus himnos en una fase final de la Eurocopa, de las cuales cuatro volverán a hacerlo en octavos.

Cuando la UEFA, por deseo de Michel Platini, se planteó una Eurocopa de 24 equipos, nada hacía planear que esa decisión iba a revolucionar tanto el fútbol europeo y pocos hubieran apostado por los octavos de final que se jugarán a partir de mañana.

El experimento, que consistía en dar la oportunidad a pequeñas naciones con poca solera de demostrar su valía en una fase final, se ha convertido en una auténtica rebelión de los modestos. Cinco selecciones hicieron sonar por vez primera sus himnos en una fase final de la Eurocopa, y de ellas, cuatro, todas menos Albania, volverán a escucharlo en octavos de final.

Quizá el ejemplo más sintomático de la fronda de los pequeños lo represente la Gales de Gareth Bale, que en un grupo complicado, con Inglaterra, Eslovaquia y Rusia, acabó primera. Es cierto que los galeses dependen de su estrella, que con un gol en cada partido encabeza la clasificación de los goleadores, pero demostraron que son algo más que una comparsa.

Un papel que también parecía hecho a la medida de una Islandia que, contra todo pronóstico, acabó segunda del grupo F, por delante de Portugal y con los mismos puntos que Hungría. El país más pequeño que jamás ha disputado una fase final de una Eurocopa, se ha convertido en la sensación del torneo. Comenzó tuteando a los lusos, cediendo un empate en el tramo final del juego contra los húngaros y venciendo con un tanto en el descuento a los austríacos. Un recorrido digno de una nación experta firmado por un grupo de jugadores desconocidos, sin grandes estrellas que brillen en los campeonatos europeos, pero aferrados a una fe inquebrantable en que viven un momento histórico. De premio, los islandeses tendrán el regalo más soñado, unos octavos contra la gran Inglaterra.

Algo similar anima a Irlanda del Norte, que por vez primera se metía en la fase final de una Eurocopa y que con una única victoria, lograda ante Ucrania, le ha servido para entrar entre los 16 mejores. Y, de paso, garantizar la presencia de un equipo británico en cuartos, puesto que su rival será Gales.

Tampoco había jugado nunca una fase final Eslovaquia como país independiente, aunque sí lo había hecho formando parte de Checoslovaquia. Su presencia en octavos es menos sorprendente, aunque lo consiguieron como tercera de grupo, tras Gales e Inglaterra. Tendrá que confirmar su buen momento de juego ante la campeona del mundo, Alemania, su rival por un puesto en cuartos.

La quinta debutante era Albania y se quedó a las puertas de la clasificación, aunque su actuación no ha sido la de un equipo que venía a sacar goles de su portería. Gianni de Biasi montó un sistema táctico sólido que puso contra las cuerdas a Suiza en el primer partido, pese a jugar una hora con un hombre menos, contuvo a la anfitriona Francia hasta el minuto 90 y derrotó a Rumanía para no irse de vacío de su primera Eurocopa. Esos tres puntos alimentaron el sueño albanés durante días. Sus jugadores no certificaron hasta el miércoles su eliminación, pues durante tres días mantenían opciones de clasificarse como una de las cuatro mejores terceras.

En el apartado de selecciones inesperadas en octavos hay que incluir también a Irlanda, un equipo que juega con cinco jugadores de segunda división, sin estrellas, pero que a base de pasión arrancaron el último billete hacia esa fase en un grupo en el que quedó fuera un equipo que partía con más opciones, Suecia. Irlanda, que por cuarta vez logró clasificarse para la fase final, superó por vez primera la fase de grupos, aunque en 1964 ya jugó unos cuartos, pero entonces no había fase previa.

Proseguir con la rebelión para los irlandeses es sinónimo de vencer a Francia. Un duelo que tendrá un gusto particular en las gradas, entre la afición local, la más numerosa, y la irlandesa, la más ruidosa y festiva. Otra forma de rebelarse.

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