Villa de los barrios | cai zaragoza · la crónica

Cuando perder da prestigio

  • Intratable El Villa completa un magnífico encuentro, pero no resulta suficiente para frenar a un incontestable líder, que ofrece un recital de buen baloncesto tanto ofensivo como defensivo Casi Los locales se colocan a siete puntos a cinco minutos del final, pero pagan el sobreesfuerzo de la remontada y el vértigo de acariciar su segunda campanada

El Soldado Samuel Aguilar acunó anoche uno de esos partidos que por sí solos justifican una temporada. Un encuentro preñado de baloncesto del bueno y de una intensidad agobiante. Un encuentro en el que un equipo que pertenece por derecho propio a la nobleza de esta categoría, un conjunto grande, enorme, venció justamente a otro que siempre intentó serlo. Al que da todo lo que tiene, como anoche hizo el Villa, sólo queda agradecérselo. Y reconocérselo como hizo su público, que empezó a aplaudirle mucho antes de que acabasen las hostilidades. Es la demostración de que no siempre lo único importante es el resultado.

El Cai Zaragoza pasó por Los Barrios dejando esa impronta que en su día despedían el Fuenlabrada de Perasovic o aquel Bilbao de Tiago Splitter. Esas formaciones que destilan el convencimiento de que habrá que viajar a Málaga, Granada y Sevilla la temporada que viene para poder volver a verlas de cerca. Un auténtico equipazo dirigido con la destreza de un cirujano por un Curro Segura que hace mucho que se doctoró en basket. No sorprenden sus ocho victorias consecutivas.

El conjunto maño salió metido en el partido como sólo lo hacen los que se saben superiores pero tienen la humildad de ser conscientes de que en esta LEB sin escrúpulos están obligados a demostrarlo cada viernes. El 0-7 del comienzo era un aviso a navegantes.

Los zaragozanos tienen un fondo de armario que ya lo quisiesen para sí las más acreditadas marcas. Nueve, y todos son útiles. Cinco superan de largo la decena de puntos y otros, del linaje de Higgins, saben, exactamente, cual es su cometido. Un ejército que atemoriza a cualquiera, que se antoja invulnerable.

Los aragoneses doblaron al Villa ya en el primer cuarto (12-14), pero este Los Barrios es un equipo de casta, cuajado de valores de esos que los cursis denominan intangibles y por los que los críos se ganan un bofetón en la boca por llamarlos por su nombre. Chagoyen marcó el camino, Ferrer anotó un par de triples que tocaron en la zona de flotación del enemigo -que demostró su naturaleza humana porque tiene una parte de su mandíbula de cristal- Moss volvió a ser el mejor Moss y Rivero estuvo a su nivel. Es decir, al de un gran base. Con ese póker el Villa se aupó al partido e hizo lo imposible por no caerse.

La grada se encabritó con los árbitros más de lo debido y el partido, poco a poco, se iba ensanchando y haciéndose más apetitoso.

A base de nadar contra corriente y de elevar su nivel defensivo el Villa se encontró, de repente, en el pórtico de la que podría haber sido su segunda campanada consecutiva. Pero en ese momento sintió vértigo, le tembló el pulso, pagó el sobreesfuerzo que había realizado para intentar la remontada. Falló tres ataques consecutivos, se dejó robar dos rebotes y con ellos se fueron sus últimas esperanzas.

Mientras el partido se moría, el conjunto de casa, que había realizado un esfuerzo impresionante, bajó un pelín los brazos y el incansable Cai le colocó trece puntos, que eran muchos más de los que merecían los barreños. Aplausos para el Villa. Aplausos para el Cai. Si van a quedar cualquier otro día hagan el favor de avisar. Merecería la pena ir a verlo.

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