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El miedo a perder

  • ¿Cómo reacciona el deportista ante la adversidad?

Posiblemente todos nos hayamos preguntado alguna vez por la razón que lleva al ser humano a reaccionar con una pérdida de control ante una situación que le produce miedo. Este es un hecho de sobra conocido, pues, en mayor o menor medida, todos lo hemos sufrido en nuestras carnes a lo largo de nuestras vidas. Si cabe, la situación es mucho más marcada cuando se vive en el ámbito del deporte profesional. Clubes, federaciones, países... invierten cantidades astronómicas de dinero y depositan ilusiones en el entrenamiento de sus deportistas; algunos de los cuales, ante la mirada atenta de millones de teleespectadores, pierden su efectividad cometiendo errores inocentes bajo situaciones de gran estrés y presión.

Comienza la liga de fútbol, otra temporada más de donde saldrán encumbrados y admirados algunos jugadores, de cuyas gestas se hablará durante años, igual que de los fracasos o de las expectativas no cumplidas en el caso de otros cuantos.

El trabajo psicológico en el deporte, como en todos los ámbitos de la vida, es fundamental

¿Por qué unos deportistas triunfan y otros fracasan?

Hemos podido ver muchos ejemplos que muestran como algunos deportistas reaccionan de un modo efectivo ante situaciones adversas y difíciles, mientras otros se derrumban de forma inesperada.

En cuestión de segundos, el miedo puede bloquear la efectividad de un deportista sin que este llegue ni tan siquiera a detectarlo. Determinadas circunstancias, percibidas de un modo subjetivo como amenazadoras, desencadenan manifestaciones en su organismo, como pueden ser: palpitaciones, sensación de fatiga, tensión muscular, irritabilidad, boca seca, agarrotamiento de manos y pies, aumento de la tensión arterial, náuseas, peso en el estómago...; a la vez que puede disminuir de un modo drástico la capacidad de concentración, la toma de decisiones y la velocidad de pensamiento. Sin embargo, otros han sido capaces de usar ese miedo en su beneficio, dominarlo y hacer que sea uno más de su equipo. Puede ser la diferencia entre ganar o perder, entre la victoria o el fracaso.

La aparición de estos síntomas suele resultar nefasta para el rendimiento, pues en el deporte profesional una pequeña diferencia en el rendimiento marca una gran diferencia en el resultado. Es la creencia típica de por qué un jugador "no da la talla" en los partidos clave y otros, en cambio, cogen las riendas del equipo en situaciones comprometidas, y guían a sus compañeros hacia el triunfo.

En numerosas ocasiones, pensamientos que se introducen en nuestras cabezas actúan como limitadores de nuestras capacidades. El secreto de su éxito está en "la ausencia de su cuestionamiento". Aunque resulte increíble, con demasiada frecuencia, nuestro comportamiento actúa en perjuicio de nuestros intereses, y de un modo sorprendente se nos resisten metas que resultarían sencillas de conseguir. Las causas de ello las encontramos en el funcionamiento de nuestro cerebro, pues mientras el sistema educativo se preocupa por el entrenamiento del hemisferio izquierdo, es el hemisferio derecho el responsable de nuestros logros. De todos modos, aún hay quien no es consciente de que la mayor parte de nuestra mente reside en nuestro inconsciente.

Un ejemplo de cómo la forma en que se procesa la información en nuestras mentes puede condicionar nuestras capacidades, en muchas ocasiones, con resultados nefastos.

Si un jugador piensa "¡No voy a fallar este penalti!", su mente procesará los conceptos 'fallar y penalti', y en décimas de segundo su cuerpo experimentará las sensaciones vividas tras algún penalti fallado. Evidentemente, eso no le permitirá encontrarse en la mejor de las situaciones para batir al guardameta.

A partir de lo expuesto ya podemos entender la diferencia de resultados que obtendrán aquellos jugadores que ante el lanzamiento de un penalti piensen: "¡Gol!"..., y aquellos otros que piensen "¡No voy a fallar!".

El equipo que dominará el partido, será aquél que se haya desprendido de pensamientos negativos, sensaciones de derrota y experiencias negativas previas con el mismo rival. Esos pensamientos destructivos, que se empiezan a repetir de una forma continua dentro de las cabezas de los jugadores, actúa de un modo similar al de un virus dentro de un equipo informático. Poco a poco, ante determinados contextos, la velocidad de pensamiento se va ralentizando, empiezan a surgir los primeros bloqueos, y todo ello derivará en los primeros miedos. A partir de aquí la probabilidad de caer en un proceso en espiral de pensamientos obsesivos comienza a ser muy elevada. Y en caso de producirse, supondrá importantes limitaciones para el futbolista, que terminará con una sensación de desconfianza en sus propios recursos.

El trabajo psicológico en el deporte como en todos los demás aspectos de la vida, es fundamental. Hay que desterrar el "No puedo" y quedarnos con la idea "Lo voy a intentar". El equipo que sea mentalmente más fuerte y equilibrado, triunfará.

Una marca alemana de zapatillas y material de deportivo realizó una campaña publicitaria en la que intentaba motivar a las personas para hacer deporte, y para los que ya practicaban ejercicio de forma regular, a intentar batir sus marcas, a hacer frente a algún reto que nos pudiera parecer de otro planeta, como correr una maratón. De hecho, son los patrocinadores del mejor corredor de fondo de todos los tiempos y recordman de la maratón, Haile Gebresselasie. El eslogan era muy elocuente: "Imposible es una palabra que han inventado algunas personas que encuentran más fácil vivir acomodadas en el mundo que les ha sido dado, que explorar el potencial que tienen para poder cambiarlo y mejorarlo. Imposible no es un hecho, es una opinión, es un reto; imposible es transitorio. Imposible no hay nada". Totalmente de acuerdo.

El que aprenda a manejar el miedo, a vivir con él y a convertirlo en su aliado, será el que triunfe, no solo en el deporte, sino en la vida.

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