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Una lección de madurez

  • Balance La Balompédia, que va de menos a más, suma su primer punto ante uno de los aspirantes a la 'liguilla' Oportunidades Los albinegros, inestables en los costados de la zaga, son inferiores hasta el 60', pero en el cómputo del duelo los dos equipos disfrutan de las mismas claras ocasiones Polémica El árbitro deja sin sancionar un más que posible penalti de Alberto Merino a Hugo Díaz en el 83'

Árbitro: Jesús Arroyo Cortés, onubense adscrito al colegio de Sevilla H. Dejó de sancionar un más que posible penalti de Alberto Merino a Hugo Díaz. El público le reclamó varios fueras de juego de los sancionados a los atacantes locales por sus auxiliares, Macías Parrales y Peña Varela.

Tarjetas: Amarillas a los locales Javi Lara (21'), Germán (46') y Obregón (47') y a los albinegros Iván Collado (34') y Copi (72')..

Incidencias: Encuentro de la décimo séptima jornada en el grupo IV de la Segunda división B, disputado en el Ciudad de Lucena, de césped artificial, ante unos 2.000 espectadores. Antes del comienzo se guardó un respetuoso minuto de silencio en memoria del ex presidente del Colegio Andaluz de Árbitros José María Fernández Quirós.

La Balompédica no se rinde. El equipo de Rafa Escobar sumó ayer un meritorio y sacrificado empate en Lucena, que se traduce en su primer punto ante uno de los cuatro primeros clasificados. Lo que le permite seguir afincado a orillas de las plazas de liguilla. Y, lo que es más importante, una escuadra que ayer volvió a dejar patente que tiene las mil y una carencias que todo el mundo conoce, sigue siendo capaz de reinventarse no ya en cada jornada, sino dentro de un mismo partido, para amortiguar sus limitaciones hasta tal punto que se permite el lujo de seguir codeándose con los grandes. Bienaventurados los que conocen sus deficiencias, porque en sus manos tendrán las soluciones.

El Lucena no logró convertirse en el verdugo de la Balona. Y eso que durante todo el primer tiempo el equipo aracelitano llevó el peso del juego. Es verdad que la sensación de superioridad era infinitamente superior a su reflejo en ocasiones, pero no es menos cierto que durante esos primeros cuarenta y cinco minutos el de La Línea fue un conjunto timorato, desajustado.

Los mayores problemas estaban en las bandas. Ni Iván Collado ni Javi Gallardo estuvieron al nivel de Quini y Fede, que les ganaban la espalda en todos los desplazamientos largos desde la defensa celeste, con los consiguientes problemas para los centrales balonos, que nunca sabían cuándo dar el paso adelante.

Además, la medular era incapaz de tener el balón. Lo que tampoco sorprende demasiado teniendo en cuenta que sus inquilinos eran Ismael Chico y Alberto Merino y que el rival tenía tres futbolistas en esa zona. En consecuencia los dos de arriba corrían como pollos sin cabeza, sin un balón que echarse a la boca.

Pese a todo, aunque hubo algún sobresalto aislado, ocasión, lo que se dice ocasión, sólo dispuso el Lucena de una antes del intermedio. Javi Gallardo marró al despejar y Fede encaró a Pagola en el 29'. Sólo él sabe qué quiso hacer cuanto estaba a dos metros del marco, pero lo cierto es que mandó el balón directamente fuera.

Seis después la Balona tuvo la suya de esta primera mitad. Bello la puso de dulce en la frontal del área pequeña y David Hernández más que rematar, golpeó el balón con la cabeza. Sin dirección. Sin nada. Alto.

La Balona había salido vida de un primer tiempo muy pobre ante un rival muy superior en el aspecto técnico, lo que era, sin duda, no una buena, sino una magnífica noticia para sus incondicionales.

La segunda mitad tuvo una historia muy diferente. En primer lugar porque cambió la actitud de los visitantes, cuyos jugadores más adelantados elevaron hasta el infinito su trabajo defensivo, dificultando el pelotazo en largo de los de Falete.

El intercambio de golpes en las áreas, empero, continuó. Obregón estrelló el esférico en el lateral de la red (48') después de un corner y en el 51' llegó una de las claras claras para los visitantes. Juampe Rico, intermitente, burló la vigilancia de los rivales, llegó a la cal y certificó el pase de la muerte. Bello golpeó bien, pero Coca replicó con un paradón impresionante.

El Lucena sintió el estoconazo y reaccionó. Jesús Lanza lo intentó en el 54 y 56, pero en su primer disparo, envenenado, se interpuso Pagola y en el segundo, el poste.

Llegó entonces el momento clave. Escobar, desde la grada, sacó del campo a Iván Collado, colocó a Alberto Merino en el lateral derecho y situó a Ezequiel en el eje de la medular. Los que arremeten por sistema contra los cambios del técnico cordobés tienen ahora motivo para esconderse. El movimiento de fichas resultó decisivo. La sangría del costado derecho quedó taponada y Ezequiel le dio a la zona media la solvencia y el equilibrio de los que había carecido hasta entonces.

En el 57' Pagola se marcó otro paradón impresionante en un cabezazo de Matias Saad, que pretendía descerrajar al meta navarro con un disparo a bocajarro.

Olmo ayudó a su equipo pese a entrar frío por la lesión de Carlos Guerra (76'), justo antes de que el árbitro indultase a los albinegros en una acción de Alberto Merino sobre Hugo Díaz que tuvo toda la pinta de merecer la pena máxima.

En el tramo final el partido se convirtió en una ruleta rusa. Juampe Rico y Bello pudieron dar un tiro de gracia que hubiese sido exagerado y Rafita disfrutó de la última para los celestes.

El pitido final, con el público abroncando a un árbitro de esos que la prensa forastera suele calificar de valientes, provocó un resoplido en los pocos linenses que habían viajado. La Balona sigue quinta y ya no dobla la rodilla ante los grandes. Hay que quedarse con lo positivo.

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