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Una derrota sin daños colaterales

  • La Balona cosecha su primera derrota fuera de casa desde noviembre, pero depende de sí misma para ser segunda en la última jornada · El Écija se hace acreedor al triunfo con una mayor intensidad ante un conjunto linense carente de sus señas de identidad

Está escrito que, a estas alturas de temporada, la mayoría de los partidos se decantan del lado de aquellos que más lo necesitan. Eso fue lo que sucedió ayer en el San Pablo de Écija, cuyo equipo se apuntó, merecidamente por otro lado, la que se constituye en la quinta derrota a domicilio de la Real Balompédica en la presente campaña, la primera desde el pasado 27 de noviembre.

El revés deja escasos daños colaterales, ya que el traspié del Lucena en su campo ante el Cacereño del exbalono Pedro Pablo Braojos permite a los albinegros depender de sí mismos el próximo domingo para acabar segundos la fase regular. Les basta con derrotar a otro conjunto que se pasea por el subsuelo de la clasificación, el Roquetas.

Con independencia de las secuelas del marcador, el duelo deja una marcada sensanción de que Escobar tiene un mínimo margen de maniobra a la hora de confeccionar las alineaciones durante la fase de ascenso. Algo que, por otro lado, el preparador cordobés parecía tener claro hace tiempo porque -pese a los refuerzos del mercado de invierno- ha apostado en el momento decisivo de la competición por un once fijo compuesto por los futbolistas que habitaban en los vestuarios del Municipal desde julio. Por eso jugó ayer Alberto Merino pese a estar enfermo, porque al equipo ya le pesaban las bajas de Ismael Chico y Antonio Merino.

El primer tiempo ya lo acabó por delante el Écija. Lo hizo, sencillamente porque puso más ímpetu, más tensión. Se palpaba que al conjunto de casa le iba la vida en el resultado y que la Balompédica tiene asumido que la tercera plaza no supone fracaso alguno. La Balompédica de ayer fue, sencillamente, un equipo desprovisto de sus principales señas de identidad. Basta con decir que su mejor oportunidad fue un disparo casi desde campo propio de Carlos Guerra.

El Écija-Balona no albergó debate futbolístico alguno sino más bien un pulso entre ansiedades y la Balona hace mucho que tiene cubiertos sus objetivos.

Es verdad que el primer aviso lo protagonizó el conjunto visitante, en una combinación entre Francis y Ocaña que permitió a un desaparecido Copi disfrutar de una situación de privilegio en el área, pero el algecireño se entretuvo en exceso.

A partir de ahí el único equipo que existió fue el astigitano. Definitivamente Ximo Forner habla un idioma futbolístico que le convierte en ser aislado en esta Balona. Este es un equipo vertical, sin intervalos, directo. Para lo bueno y para lo malo. Y el centrocampista cedido por el Valencia gusta de sobar el balón, de retrasar su llegada al área rival y eso acaba por desubicar a sus compañeros. No se trata de si es mejor o peor pelotero, sino de que no logra ensamblarse en el espíritu de una Balona particular como pocas en su filosofía.

Para colmo, el tarifeño Juampe Rico está en su peor momento. No aportó nada. No desborda una sola vez. Y no es la primera semana que el caudal ofensivo de los albinegros se ve peligrosamente mermado por esa causa.

En el 27' Romerito, poco dado a ese tipo de errores, cometió un fallo garrafal al elegir entre golpear en largo y sacar jugada. Los de casa robaron el esférico, abrieron a la banda para que Migue mandase un centro medido y raso al segundo palo, al que llegó Juan Pablo para adelantar a los suyos a puerta vacía.

El equipo de La Línea acusó el golpe y en los diez minutos siguientes pasó por dos situaciones de auténtico apuro. Una, un cabezazo del autor del gol que se marchó fuera por milímetros (31') y la segunda, una acción en la que Antoñito le ganó la espalda a la defensa y fusiló a Pagola, pero el meta albinegro pudo poner réplica a ese disparo.

Cosas del fútbol, Carlos Guerra, reconvertido -para mal- a su plaza original de lateral izquierdo, estuvo a punto de restablecer las tablas en el 41', pero su disparo a botepronto desde el centro del campo se marchó una cuarta por encima del larguero.

La segunda parte tuvo otra lectura. Quitando un par de escarceos, el Écija apostó por sufrir. Por sufrir mucho. Como sólo se hace cuando se está abajo y se sienten las llamas del infierno de la Tercera en la espalda. El conjunto de Miguel Rivera trabajó de lo lindo, rozando lo heroico, arrinconado en su medio campo mientras su hinchada le insuflaba ánimos cada vez que detectaba el más mínimo desfallecimiento. Hasta Coco, denostado en su paso por la Balona por su falta de carácter, se vació como el primero.

La Balona pasó a tener el balón. Pero más por una decisión un tanto masoquista del rival que por méritos propios. Aunque el equipo de Rafa Escobar sólo tuvo eso, el balón. Faltaron las ideas, la fluidez, la agresividad de otros desplazamientos.

Es verdad que en el área de Ramón rondaron balones de esos que al que defiende se le antojan peligrosísimos, pero eso, sólo se le antojan. Ocasiones, lo que se dice ocasiones, no hubo ni en una ni en otra portería. El final vino acompañado de un rugido de júbilo por parte de la parroquia local. El Écija puso más para ganar y la Balona no sale herida. Todos contentos.

Árbitro: Iván González González, leonés adscrito al Colegio Balear. Exquisito en la dirección de un partido muy difícil de arbitrar y valiente, aislándose del ambiente.

Tarjetas: Amarillas a los locales Iván Moya (28'), Juan Pablo (60'), Jonathan (71') y Nando (89'), así como al visitante Copi (15'). Expulsó del banquillo local al preparador físico Jorge Delgado (88') y al segundo técnico, Juan Ramón (89').

Gol 1-0 (27') Juan Pablo, a puerta vacía, culmina un buen centro de Migue, después de que la Balona errase al sacar el balón desde atrás.

Incidencias: Encuentro de la trigésimo séptima jornada de Liga, disputado en el estadio San Pablo de Écija, en tarde agradable. Terreno de juego en excelentes condiciones. Mucho público en las gradas, que no cesó de animar a los suyos durante los 90 minutos.. Medio centenar de linenses en las gradas,

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