Algeciras CF

El final del camino

El caprichoso mundo del fútbol, amado y odiado a partes iguales, ha deparado un año de sinsabores a todo el algecirismo de los que sólo se acuerdan los más viejos del lugar. Ha sido una temporada dura, durísima. Por lo pasado, sufrido y maldecido por esos terribles campos de Dios.

Esta tercera travesía consecutiva del Algeciras por la Tercera División ha vuelto a demostrar que el pasado histórico en esta categoría importa bien poquito y que si no te bajas al barro y tiras de humildad estás perdido. Aún recuerdo cómo en pretemporada este equipo empataba ante un digno San Roque y ya se veía como le salían las primeras heridas.

Sin embargo, la pelotita entró a la hora de la verdad, cuando los puntos cuentan y que hizo al aficionado escéptico pensar que este año se vería un fútbol de vértigo que catapultó al equipo hasta la primera plaza en un mes soñado. Quién sabe si tanto elogio debilitó, si la propia plantilla dejó de creer o si la liga puso al equipo en su sitio.

Sea como fuere, la Navidad fue de las más difíciles que se recuerdan para los que seguimos semanalmente a este bendito club. Con una derrota sonrojante en Los Barrios en la víspera de la Nochebuena y otra humillante por las formas en Écija para darle la bienvenida al Año Nuevo, casi se pedía a gritos la llegada del 2019.

Escribiendo estas líneas aún recuerdo como si fuera ayer la polvareda que levantó el nombramiento de Emilio Fajardo, un tipo humilde, que no ha levantado una voz desde su llegada y que se ha basado en el trabajar constantemente cada día, pero que a diferencia de otros no fue un comúnmente llamado vendemotos.

Diez jornadas sin perder no le sirvieron de nada a un equipo que seguía a la misma distancia de la liguilla y con una afición de uñas por los famosos cinco defensas, por la ausencia de fichajes, por la ausencia de toma de decisiones en la junta directiva... qué les vamos a contar.

Así es el Algeciras y lo que le rodea, capaz de lo mejor y de lo peor. Y como tal, sin saber aún cómo cambia tanto una película de terror a una de amor, su gente, la de esas tardes de frío y lluvia en el Nuevo Mirador y la que hasta disfruta de los mosquitos en esas pachangas veraniegas sobre el río Palmones, cuentan las horas para poner fin a esta dulce condena llamada Tercera División.

Queda un pasito para volver a esas grandes tardes de fútbol que nuestra denostada comarca se merece vivir de una santa vez. A por el ascenso. 

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