Deportes

Tiempo de nostalgia

  • Una seña de identidad nacida en 1970 que resucitó el pasado año

Aunque lejos, dolorosamente lejos, de la insultante brillantez de sus mejores años, la celebración, un verano más, del trofeo Ciudad de La Línea supone una invitación tácita a la nostalgia y no solo de los linenses que ya empiezan a teñir sus canas, sino de buena parte del balompié nacional. El Ciudad de La Línea brinda hoy la opción para el recuerdo de aquellos años en los que en los aledaños del Municipal (entonces denominado José Antonio) los focos de los vehículos se constituían en una interminable luminaria blanca en las horas de comienzo y finalización de los partidos. No era para menos, en la nómina de campeones aparecen nombres del prestigio de Real Madrid, Barcelona, Atético, Valencia, Sevilla Aston Villa, Lazio... entre los jugadores que acudían al Trofeo (que entonces se escribía así, en mayúsculas) con esos y otros clubes los hay de tanto prestigio que los que ahora participan no hubiesen dudado en pedirle un autógrafo.

Todo empezó en 1970. Una corporación municipal a cuyos integrantes catalogaron de ilusos y que en muchos casos pusieron en juego en el empeño hasta sus patrimonios personales lo puso en marcha. Desde entonces esta competición supuso, por mor de ese altavoz que proporciona el fútbol, una de las principales señas de identidadpara una población que entonces se encontraba en plena reconversión tras el cierre de la Verja.

Paradojas de la vida, aún hay quien sostiene que la consolación de aquella primera edición, que enfrentó al San Lorenzo de Almagro y Anderlecht (3-2) el mejor partido que se haya escenificado en el ya malterecho estadio balono.

Irremediablemente los tiempos han cambiado, la televisión ha impuesto su ley, que no es otra que la del dinero, y mientras otros torneos [veáse Colombino y quién sabe si también Teresa Herrera] empiezan a claudicar y otros como el otrora trofeos de los trofeos (Carranza) sobreviven de cualquier forma, La Línea y muy especialmente la Balompédica ha hecho lo imposible por resucitar como poco el espíritu de lo que en su día fue uno de las señas de identidad de toda una ciudad, que tomaba forma física en la ensaladera forjada por la Joyería Alegre de Madrid, que llegó a codearse con reconocimientos de torneos continentales en la sala de trofeos de grandes clubes.

Esta noche saltará al campo la Balona, que se llevó por primera y única vez en 1999 al vencer al extinto CD Málaga, que a su vez en 1976 había levantado la copa sin haber anotado un solo gol, después de haberse aliado con la niebla, que obligó a suspender la semifinal que el enfrentaba al Dinamo de Tiblisi y a que ésta se decidiese en los penaltis. Enfrente estará el inédito Real Mallorca que llega nada menos que con Stoichkov al frente. Uno de los nuestros.

Mañana completará el cuadro un Cádiz frecuente en esa cita y que tiene ante sí la posibilidad de quitarse la espinita de haberse tenido que contentar con un subcampeonato.

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