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Puente de plata con escala

  • España irá a Río con el orgullo de otra final épica de baloncesto, con 17 medallas y pendiente de Madrid dentro de un año.

La llama olímpica se extinguió y ahora virtualmente viajará desde Portsmouth o acaso Plymouth hasta Río de Janeiro, que organizará en 2016 los primeros Juegos en Sudamérica, los primeros en lengua portuguesa. Tres años antes, en septiembre de 2013, Madrid se juega la vida en Buenos Aires, donde se decidirá la sede olímpica para 2020, en pugna con Tokio y Estambul.

En esta travesía se embarcará España con la conciencia tranquila por las 17 medallas londinenses -puente de plata para Río tras el final feliz con derrota de la generación dorada del baloncesto, décima de nuestro equipo en el segundo escalón del podio- y con la certeza de que el deporte femenino en nuestro país está en pleno auge. Hasta 11 podios, casi dos tercios, han tenido el sello implacable de las damas, y el mismo número de éxitos tiene otro componente en común: el agua. La vela, la natación, el piragüismo, la sincronizada, el waterpolo y el triatlón dieron excelencia al deporte patrio, un detalle que habrá que seguir explotando en Brasil, tanto a las chicas como al mundo acuático, aunque dos de los oros, ambos náuticos, RS:X y Match Race-Elliott 6, se evaporarán. El taekwondo, que ha reportado un triple botín, puede desaparecer también en favor del kárate. Habrá que reinventarse.

Como hizo el baloncesto español después de un campeonato mohíno en algunas fases, mezclado con dosis de ética deportiva a propósito del choque con Brasil, pero que en los cuartos y en las semifinales cambió el chip, se pertrechó con el traje de oficio y saldó las dudas para repetir el sueño contra el Dream Team. Fue la segunda parte de aquel bello pasaje y en éste la selección volvió a engalanarse con sus mejores vestimentas: equipo competitivo y divertido.

Con momentos únicos de exquisitez ofensiva, los artistas dirigidos por el criticado Scariolo cortaron la respiración a esta pléyade estelar, atrapada en la madeja de verse ante un rival descarado y talentoso, que adquirió ventajas en el segundo cuarto (37-39, 41-42, 43-44) para marcharse a la caseta tras 20 minutos maravillosos, empezando por Navarro -19 puntos-, muy arrimado y sin notar la baja por faltas de Marc Gasol: 59-58.

El coletazo torero a los Juegos lo quería dar el abanderado, icono español en Londres: 13 puntos consecutivos de Pau Gasol abrumaron más a los estadounidenses (64-65, 64-67, 66-68, 70-71), que ya no se dejaron adelantar por los chicarrones comandados por una generación dorada desde aquel Mundial júnior del 98 hasta hoy.

Un triple de LeBron James a falta de dos minutos (102-93) y una posterior falta en ataque del mayor de los Gasol hizo saltar en mil pedazos la carroza para convertirla en calabaza y que el milagro de que España se corone campeona olímpica quede para el futuro. Lo que queda ayer, lo que quedó ayer, fue la demostración de orgullo y raza exhibida por este equipazo.

La guinda del pastel, varios diplomas de alto rango. Alejandra Quereda, Lidia Redondo, Sandra Aguilar, Lourdes Mohedano, Elena López y Loreto Achaerandio dibujaron ejercicios fabulosos con las cintas, los aros y las pelotas para escalar a la cuarta plaza en la final de gimnasia rítmica, quedando detrás, por ese orden, de Rusia, Bielorrusia e Italia. Dos finalistas más volvieron felicísimos. José Antonio Hermida y Carlos Coloma, con bigotes a lo Pancho Villa, pelearon por el podio y sacaron unos brillantes cuarto y sexto puestos, respectivamente, en mountain bike, aunque el primero se tiró de los pelos al enterarse de que Fontana, bronce, hizo los últimos metros sin sillín. El mismo lugar que Coloma ocuparon los chicos del waterpolo, derrotados por Hungría en el emotivo adiós de Iván Pérez.

La tragedia de Kenia, que se va con las alegrías del 800 y los obstáculos, se fraguó a mediodía. Suena a exageración, pero cualquier resultado en maratón que no cuente con un oro para el país africano es un drama. Encima, Stephen Kiprotich se llevó las portadas: ¡un ugandés de origen keniano! En un país donde hasta 160 atletas lucían mínima para estar en Londres, se comprende el dolor por no triunfar y tampoco por no poder homenajear como querían a Wanjiru, campeón en Pekín y fallecido en extrañas circunstancias en 2011. La plata de Abel Kirui y el bronce de otro Kiprotich, Wilson Kipsang, no sirven de consuelo.

A la hora de las comparaciones, tan odiosas y tan socorridas, Estados Unidos subió el brazo como vencedor ante China, en oros y en total. Llama la atención la eclosión de los anfitriones, terceros sobrados en el ranking áureo por delante de Rusia, que sí superó a los británicos en el acumulado de preseas.

Ingleses, escoceses, galeses y norirlandeses, todos a una, han puesto Londres boca abajo, desde el doblete de Farah para instalarse junto a las leyendas olímpicas al inapelable triunfo de Ennis en heptatlón, desde el cuarto oro del regatista-abanderado Ainslei al sexto del ciclista-noble Hoy… La Union Jack ha ondeado en el cielo de Londres con orgullo. Coe, cabeza visible de la organización, y el COE español, con sus 17 medallas, a una sólo de Pekín, acaban satisfechos.

Fuera de la isla, los nombres propios de estos Juegos han sido muchos y multidisciplinares. El primero en la lista, por orden cronológico, se llama Michael Phelps, un pez hecho mito con el récord de medallas en su poder. Un estadounidense le arrebató el récord a una ex soviética sin guerra fría por medio: 22 preseas y 18 oros para Phelps, 18 y nueve para Latynina, musa olímpica de la gimnasia.

¡Usain Bolt! Nueve letras incrustadas en dos Juegos, Pekín y Londres. El gran héroe jamaicano repitió el triplete de China en 100, 200 y 4x100, batió el récord del mundo del relevo corto, el olímpico del hectómetro e igualó la antigua plusmarca planetaria de Michael Johnson en la media vuelta al estadio. Media docena de coronas en cuatro años y el mundo entero a sus pies en los Juegos de Twitter y las redes sociales.

Menos mediático, aunque al mismo nivel de hazaña, estuvo el récord de 800 de David Rudisha, el keniano de zancada elegante que va camino con 23 años de bajar de los 100 segundos en esa prueba que él corre como un velocista y que vayan arreando los de atrás. Ese 1.40,91 quedará en los anales de la historia olímpica, salvo que el masai en Río se dé otro festín pantagruélico.

El All England Club, vivamente cromático sin el blanco de Wimbledon, echó de menos a Nadal, pero no el tenis de altísimo nivel. Murray mutó de escocés a británico al pisotear a Federer en la final y derribar antes a Djokovic, que no pilló metal a cuenta del sufridor Del Potro. Las Williams mantienen su pleno en el dobles olímpico, los Bryan se estrenaron y Ferrer y Feliciano soñaron con una final que acabó en cuarto puesto.

Con la bienvenida a Río se abre la puerta a dos deportes netamente británicos: el golf y el rugby. No debuta ninguno. En París, en 1900 con hombres y mujeres, y en San Luis, en 1904 sólo con varones, ya compitieron golfistas, mientras que los ruggers, que en 2016 jugarán en su variante seven, fueron olímpicos en las dos ediciones galas (1900 y 1924), amén de Londres 1908 y Amberes 1920. Prometen pasión gracias a los millones de entusiastas seguidores que arrastran.

Londres dice adiós a otros Juegos llenos de magia. Ha sido tan especial la cita que hasta la inquietante climatología ha respetado muchísimo. La travesía hacia Río comenzó anoche tras un largo trayecto de siete años con inicio y final en los Beckham: David fue la imagen de la candidatura en Singapur en 2005, cuando la capital británica resultó elegida, y su esposa, Victoria, participó ayer en la clausura con las Spice Girls. ¿Qué pareja sería ideal para Madrid?

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