Paquillo Fernández. Marchador olímpico.

Paquillo Fernández: "Nunca voy a poder recuperar el nivel de años atrás"

  • Es el deportista local más laureado en unas Olimpiadas con tres participaciones y una medalla de plata en Atenas 2004.

Las 09:28 horas de la mañana del 20 de agosto del 2004 pasarán a la historia como el momento en que el único granadino ganador de una medalla en unos Juegos Olímpicos cruzó la meta en la prueba de los 20 kilómetros marcha del Estadio Olímpico de Atenas en segunda posición. Este hito lo consiguió el atleta accitano Francisco Javier Fernández Peláez 'Paquillo' (Guadix, 6 de marzo 1977), que, además, tiene dos diplomas olímpicos con dos séptimos puestos en Sidney 2000 y en Pekín 2008. Una controvertida decisión del TAS tras el recurso de la IAAF le ha dejado sin la posibilidad de participar por cuarta vez en unas Olimpiadas.

-Se acercan los Juegos de Londres 2012 , ¿qué sensaciones le vienen a la cabeza estos días?

-Es todo diferente. En los últimos tres Juegos Olímpicos he estado preparando al cien por cien la prueba de 20 kilómetros, pero no por ello voy a perder la ilusión de verlos por televisión. Apoyaré a todos los españoles y a muchos amigos míos que van a Londres como el marchador irlandés Robert Heffernan, con el qué formo parte de su preparación. 

-¿Se le ha pasado ya la decepción de no poder participar por cuarta vez en unas Olimpiadas?

-Sí, las cosas se ven diferentes cuando tienes más edad. Creo que he vivido muchas cosas buenas y también otras malas. Tengo 35 años, he aprendido a aceptar las cosas como vienen y saber que en la marcha no se acaba la vida.  

-Usted ha estado en Sidney, en Atenas y en Pekín, ¿qué se siente al competir en unos Juegos?

-Es el sueño de cualquier deportista. Al menos, era el mío cuando  empecé en la marcha y lo conseguí con sólo 23 años en Sidney 2000. Para mí fue alucinante, una enorme satisfacción. Conseguir una medalla ya se complica demasiado, pero cuando lo logras eres el deportista más feliz del mundo. El lograr algo grande en los Juegos Olímpicos es muy difícil, porque tienes que mantener un nivel muy alto durante cuatro años y llegar al momento exacto al cien por cien de tus fuerzas.

-¿Qué diferencia hay entre una carrera en unos Juegos Olímpicos a y una prueba de un Mundial o un Europeo?

-A priori es un campeonato más porque a todos van los mejores del mundo, pero hay algo más, hay una chispa que no la tienen las otras competiciones. La preparación es más exigente porque esperas cuatro años ese momento. Puedes ser el segundo del mundo el año anterior, pero en los Juegos la motivación es extra porque todo el mundo está pendiente  y los deportistas dan el máximo.

-El accitano Alberto Amezcua ha estado a punto de participar en estos Juegos Olímpicos en la prueba de marcha ¿cómo ve su progresión?

-Ha hecho una gran temporada. Conozco su actitud y creo que va a ser el futuro de la marcha española si le respetan las lesiones. No es ninguna decepción no poder estar en Londres porque es muy joven y  tiene muchísimos campeonatos por delante. Estoy seguro de que, si nada se tuerce, va a estar en unos Juegos Olímpicos.

-Con 23 años realiza su debut olímpico en Sidney 2000,  ¿qué recuerda?

-Me acuerdo de estar concentrado en Adelaida y de ver allí a deportistas que sólo había visto por la tele. Había una gran villa olímpica y  fue impresionante convivir allí con otros atletas por el buen ambiente que había. Era la primera vez que participaba en unos Juegos y estaba muy nervioso.

-Sus primeros Juegos y consigue una séptima plaza

-Fue un resultado muy bueno. En el 98' fui tercero de Europa, en el Mundial de Sevilla 99' pinché y en Sidney 2000 parecía que tenía que sacar la 'chapita'. Creo que tampoco eran mis Juegos porque había mucha gente que se retiraba y ésa era su última competición. Quizás hubiese podido conseguir el cuarto o quinto puesto con algo más de confianza y estando menos nervioso, pero la medalla era muy difícil.

-Cuatro años después llega la cita de Atenas, ¿cómo fue la preparación de esa Olimpiada?

-El año 2004 fue un año desastroso. Mi entrenador Manuel Alcalde tenía una enfermedad y las cosas se estaban poniendo feas. Además, yo me lesioné en el cuarto metatarsiano y estuve parado cuatro meses. El 24 de abril falleció mi entrenador, que era como un padre. Manuel fue mi amigo y confidente durante los comienzos de mi carrera. Estaba desganado, pero, al final, con la ayuda de todos mis amigos, decidí preparar los Juegos Olímpicos. La lesión se me curó bien, empecé a entrenar y aunque llegué a Grecia falto de forma, tenía muchas ganas de competir y de demostrar que podía ser campeón olímpico. Creo que la chispa física que me faltaba la tenía en la cabeza

-El 20 de agosto se celebra la carrera y gana usted la medalla de plata, ¿qué recuerda aquel día?

-Estuve a punto de llevarme el oro. Fue el mayor éxito de mi carrera deportiva y algo importantísimo en un año tan difícil, lo que hizo que la medalla no fuera solo mía, sino también de mi entrenador Manuel Alcalde. Mis compañeros Juan Manuel Molina y David Domínguez sabían por lo que había pasado en los  últimos meses. Cuando nos levantamos nos dijimos lo típico de hoy es el gran día y tenemos que hacerlo lo mejor posible porque son unos Juegos Olímpicos. Era una situación extraña porque los nervios que sentía eran diferentes a los de Sidney.

-¿Cuál fue su táctica durante la prueba?

-Siempre que he competido me ha gustado llevar el timón de la carrera y sentirme el jefe. Cuando eres el que lleva el ritmo, los rivales te respetan. La idea era estar adelante, no el primero, pero sí desahogado. En Atenas no pude hacerlo estábamos en grupo y no me podía arriesgar a irme tan adelante porque los Juegos son otra historia.

-Sólo fue superado por el italiano Ivano Brugnetti, ¿qué le faltó para alcanzar el oro?

-Habíamos competido muchísimo juntos, pero no tenía demasiada información de cómo había estado entrenando. Nunca me había ganado ni en 20 ni en 10 kilómetros y fue una sorpresa. Brugnetti hizo una carrera muy buena, aguantó muy bien. En los Juegos Olímpicos hay favoritos, pero siempre se cuela algún invitado en las medallas que, en este caso, fue Brugnetti. Jefferson Pérez, que apuntaba al oro, al final quedó cuarto, algo que no esperaba nadie.

-¿Qué se le pasó por la cabeza durante la ceremonia de la entrega de medallas?

-Eso es un poco más parecido a lo que sientes cuando te subes a otros podios. Te acuerdas de lo que han sufrido todos tus amigos, tus familiares y tu entrenador. También te vienen a la cabeza los malos momentos, pero sientes una satisfacción muy grande por conseguir algo que no sólo es tuyo, sino de mucha gente que hay detrás de ti.

-En Pekín 2008, ya con Robert Korzeniowski de entrenador, parecía que su medalla era segura, pero finalmente acaba séptimo.

-Había quedado primero la Copa del Mundo en el mes de mayo en Cheboksary y le había ganado a Borchin que después ganó los Juegos. Estaba que me salía de forma, intratable, había preparado la cita muy bien. De hecho, quince días antes había hecho mejor la marca mundial sobre 10 kilómetros en Tenerife. Pero, llegué a los Juegos Olímpicos y los días antes de la prueba recuerdo que no entrené bien y el calor me estaba mermando. Estaba para ganar los Juegos Olímpicos, para podio segurísimo, pero no me encontré bien y desde el principio ya iba con el gancho. En la carrera iba roto, pinché y llegué séptimo. Fue una decepción personal y para mi equipo.

-A Río de Janeiro 2016 llegas con 39 años, aunque la marcha atlética no tiene edad, ¿habría posibilidad de verle correr en los 50 kilómetros?

-Ahora mismo te diría que no. Lo de Brasil ya es para otros, toca pensar en otras cosas en la vida. Este año tenía muchas ganas de ir a los Juegos de Londres y luchar por estar entre las medallas. Para 2016 no creo que tenga la motivación suficiente, como la tuve años atrás. El estar siempre arriba, intentar sacar medallas y ser el mejor de España y del mundo, conlleva dejar de lado otras cosas, que ahora quiero empezar a disfrutar.

-A partir de diciembre, podría volver a competir a nivel internacional, ¿se plantea la vuelta?

-Tampoco lo creo. Aunque, después lo mismo digo que sí y no sé a qué nivel lo haría. La marcha atlética ha sido una forma de vida para mí y he vivido bien. Ahora, el no correr ni entrenar por la mañana se me hace difícil. Por otra parte,  soy una persona muy activa y tengo muchos proyectos.  He sabido cambiar el chip y no paro de hacer otras cosas. Por lo tanto, no sé lo que haré en los próximos meses. Lo que sí está claro es que el nivel que conseguí una vez no lo voy a recuperar nunca más.

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