Aunque en la guerra de la intransigencia que se debate en la NBA todos los bolsillos están afectados, Miami es la gran perdedora con disminuciones alarmantes a su economía por falta de turistas, mermas en las ventas, clausura de empleos y cierres de negocios.

Pactado el inicio de temporada para el 1 de noviembre, desde hace semanas comenzó la disminución de turistas que hacían coincidir sus visitas a la llamada capital de sol y de paso observar el mejor baloncesto del mundo. El boomerang está golpeando a los restaurantes, centros nocturnos, hoteles, taxistas, ventas de camisetas y un largo etcétera, que podría significar pérdidas superiores a los 200 millones de dólares (unos 150 millones de euros), según la cadena CBS.

Durante la contienda anterior, la ciudad floreció económicamente tras la unión de Dwyane Wade con los contratados LeBron James y Chris Bosh y la posibilidad de conquistar el anillo de campeón. Aunque hubo un descenso posterior por la inestabilidad de la plantilla, los beneficios en ventas resultaron significativos.

La American Airlines Arena, coliseo que alberga los partidos del Miami Heat, es un gigante desierto, que sólo recibe a unos pocos miles de espectadores en conciertos esporádicos, pero realmente insignificantes en comparación con la efervescencia que genera cada desafío de la NBA. Vendedores cercanos a la instalación han tenido drásticas mermas, en tanto varios restaurantes despidieron trabajadores por la falta de usuarios y la empresa privada que tiene regentado el aparcamiento del pabellón señala que por falta de público ha perdido tres millones de dólares del 1 al 15 de noviembre.

También el incierto panorama que se vive provoca el alejamiento de los patrocinadores, otro elemento negativo en los ingresos para Miami, lo que no excluye a ninguna otra de las ciudades que posee equipo en la liga. Ciertamente con los acuerdos de negociación cerrados tras 140 días del lockout, otras ciudades también reciben el impacto, mientras los jugadores ya perdieron su primer cheque quincenal.