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Hace falta más

  • El Algeciras, sin mordiente e impreciso en ataque, no pasa del empate ante un Lucena que lo busca Los albirrojos estrellan un balón en el larguero en un duelo escaso de ocasiones

¿Vaso medio lleno o vaso medio vacío? Medio vacío. El tercer empate en casa de la temporada, ayer ante un Lucena que buscó ese resultado, no es para poner el grito en el cielo pero tampoco es para reírle la gracia. El Algeciras Club de Fútbol necesita más cuando juega entre las cuatro gradas de su estadio. El objetivo de la permanencia así lo requiere y aunque el Nuevo Mirador siga sin ser derrotado, el balance de seis puntos de doce puestos en juego en casa se antoja insuficiente.

En ningún momento el partido fue bueno, predominó lo espeso y lo impreciso sobre lo brillante, en un enfrentamiento con arritmia al que sólo lo hizo más atractivo para el espectador el hecho de que estuviese abierto hasta el final. En cierto modo, el Algeciras buscó más el triunfo pero le faltó destreza en su ataque, ayer sin mordiente.

El conjunto de casa se recompuso de las bajas como se esperaba, con Berlanga de central e Iván acompañando a Javi Chico en el mediocentro, aunque el capitán estuvo cerca de la defensa y tuvo que trabajar más en la contención que en la creación y eso terminó por notarse. El Lucena, que dejó la portería a cero por cuarto partido consecutivo, es ese rival que ni come ni deja de comer, incómodo, que mina con trabajo y buen posicionamiento las intenciones de su rival y que juega con cualquier elemento para no perder el control.

Los locales, en la primera parte, no canalizó el trasvase defensa-ataque sino que atacó en la mayoría de ocasiones con torrente de balones largos buscando la zona de tres cuartos. Harper estuvo sin tino en su lucha y no ganó esas batallas individuales en las que tan bien se maneja y que tanto agradecen los que le rodean. Aún así la sensación fue de que los algecireños tuvieron más presencia en campo contrario y dominio pero era demasiado volátil, sin consecuencias y acabó la primera parte con pocas ocasiones que resaltar. Una jugada con contacto dentro del área provocada sobre Melchor -el mejor en el ataque albirrojo- que el árbitro ignoró y algún acercamiento fruto, no es casualidad, de triangulaciones fue lo más destacable.

En el otro bando, Pepe Díaz fue el más peligroso pero trabajó bien la pareja de centrales Berlanga-Carlos Fernádez. Y aunque Romero tuvo trabajo, las tablas al descanso reflejaban justicia.

En la segunda mitad, el Algeciras intentó más cosas, aún corriendo el riesgo en algunas ocasiones de perder el punto. Tuvo la mejor del partido. La primera fue para Pepe Díaz, que nada más volver del vestuario dio trabajo a un buen Romero. Respondió con una magistral falta Javi Chico pero no entró.

En el banquillo, poca pólvora. Sólo Parada, Mario, Borja y Ayala. Javi Fernández, otra vez, desperdiciado en la grada. Manolo Sanlúcar ni siquiera agotó los cambios. Le salió bastante bien el primero, que dio energía a la banda derecha con la entrada de Borja y la retirada de un Alfaro trabajador pero poco concreto en sus acciones.

El Algeciras llevaba con más criterio la pelota al ataque ante un Lucena que perdió metros y se encomendó a una contra pero a los de casa no tuvo precisión en los últimos metros ante un rival que supo jugarle. Mal Carlitos Andújar, jugador que llegó con cartel, del que se espera mucho y que ha dado por ahora más bien poquito.

La mejor ocasión de todo el partido la tuvo, ¿casualidad?, el mejor del ataque albirrojo: Melchor. Con su posición ya más centrada entró con todo para rematar, en el 76', un centro muy bueno de Borja que se estrelló en el larguero. Se vino arriba el Nuevo Mirador, apretó, pero se diluyó la inercia y las fuerzas.

Se escapó la mejor oportunidad y también un Lucena que ya sólo creó peligro a balón parado, buscando una contra o algún error, que se dio, del Algeciras. Los cordobeses empezaban a merecer un castigo porque hacía rato que la pérdida de tiempo era su mejor arma.

El Algeciras, con nueve puntos, está a cuatro del descenso y a tres de la promoción. Hace falta un empujón para que el peligro no se acerque más de la cuenta.

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