Tenis

Federer achaca al calor su derrota en el Abierto de EEUU

  • "No había aire", dice el suizo tras caer en cuatro sets ante el australiano John Millman, número 55 del mundo.

Roger Federer en el Abierto de EEUU

Roger Federer en el Abierto de EEUU / Jason Szenes (Nueva York)

"En algún momento, creo que me alegré de que el partido haya terminado, supongo". Con esa frase, Roger Federer sintetizó las sensaciones que tuvo en la sorpresiva derrota que sufrió ante el australiano John Millman y que lo apartó del Abierto de tenis de Estados Unidos en los octavos de final.

Federer no se pareció a sí mismo en el duelo ante el número 55 del mundo, que nunca había vencido a un top ten en diez partidos anteriores. Nada menos que 77 errores no forzados, diez doble faltas y dejar escapar un set para colocarse 2-0 sacando 40-15 son algunos detalles que dejó la actuación del ex número uno del mundo.

El termómetro rondando los 30 grados cerca de la medianoche neoyorquina y una humedad por encima del 85 por ciento fueron adversarios demasiado poderosos para el suizo de 37 años. "Hacía muchísimo calor esta noche", comentó Federer. "Es una de esas noches en las que sientes que no puedes respirar. No había aire".

El estadio Arthur Ashe fue durante años bastante criticado por los tenistas debido a los remolinos de aire que se formaban en la pista. Esas ráfagas, que se generaban en los anchos pasillos y las aperturas que tenía la cancha, dificultaban el juego. Sin embargo, tras la última remodelación, cuando en 2016 se instaló un techo retráctil, apenas llega aire a la pista de juego. Tampoco cuando el estadio está abierto, como ocurrió en la noche del lunes.

"Creo que desde que se instaló el techo no circula el aire en el estadio. Creo que es un US Open totalmente diferente", remarcó el suizo, que no gana en el Corona Park desde 2008.

Pero lo del lunes no fue sólo una derrota. Desde mediado el segundo set, el campeón de 20 grandes comenzó a sentirse incómodo en la pista, la misma donde tantas veces había disfrutado antes. "Era incómodo", aseguró. "Claramente, sigues sudando más y más y más a medida que avanzaba el partido. Pierdes energía a medida que pasa", insistió Federer, que en la cancha expresó esa molestia con apuro y ganas de terminar rápido el partido.

De esa forma, el helvético comenzó a acumular fallos de todo tipo: con su derecha, casi incontrolable por momentos. Con su revés con slice, llamativamente corto en varias ocasiones. Y con el servicio, con el que ni siquiera llegó a un 50 por ciento de acierto en los primeros saques y con el que cometió diez doble faltas, dos de ellas consecutivas en el decisivo tie break del cuarto set.

"Fue decepcionante. Cuando empiezas a sentirte así comienzas a perder oportunidades, y yo las tuve", se lamentó el suizo. Razón no le falta. Sacó 5-4, 40-15 para colocarse dos sets arriba y la dejó escapar. Tuvo un punto de set en el tie break del tercer parcial y tampoco lo aprovechó. Y estuvo con un quiebre de ventaja en el cuarto segmento y también permitió que el australiano remontara.

"Cuando te sientes así, todo está apagado", dijo Federer sobre su pobre prestación con el servicio. Pero ni siquiera entendía lo que había sucedido y que lo había vaciado de tal manera. "He entrenado en condiciones más duras y he jugado durante el día a más de 40 grados. Hay algunos días simplemente que no es el día en el que el cuerpo puede lidiar con eso".

Evidentemente, el lunes no lo fue y Federer se despidió de manera dolorosa de un torneo bajo condiciones extremas que a sus 37 años no pudo soportar.

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