El delantero David Copito, que la pasada vistió los colores de la Real Balompédica, es, al día de hoy, el mejor artillero de todas las categorías nacionales. El madrileño ha anotado 16 dianas en 13 partidos de competición, lo que supone que llevan su firma el 53 por ciento de los goles de su equipo, el Sangonera, séptimo clasificado del grupo XIII, a dos puntos de las plazas que dan derecho a jugar la fase de ascenso.

David Copito, que se incorporó al conjunto de Sangonera la Verde con la competición ya empezada, ha conseguido a lo largo de la Liga dos hat-tricks consecutivos. El primero, en el 5-0 que su equipo le endosó al Imperial Promesas y siete días más tarde, en el 3-4 sobre el Jumilla. El delantero había marcado en ocho jornadas consecutivas hasta que el pasado fin de semana el poste le evitó seguir con esa racha y su equipo empató con el Calasparras.

Sus números le han hecho merecedor a que varios equipos de la Segunda división B hayan puesto su mirada en él, pero aún no sabe si abandonará el Sangonera -rival por cierto del Algeciras en la última fase de ascenso- durante el mercado de invierno.

El ex balono mira atrás con nostalgia ("todo el mundo me trató muy bien en La Línea") pero agrega: "La afición de la Balona no me vio. Creo que allí no di ni el diez o el quince por ciento del fútbol que llevo dentro".

"Yo sé que no fui el futbolista que esperaban y es una espina que llevo dentro", continúa. "Por un lado es verdad que tuve problemas personales, ajenos al fútbol, que me descentraron en algún momento y por otro entiendo que como había otros delanteros y tenían que jugar a mí me colocaban en la banda, yo no me adapté y me fue imposible coger el ritmo".

Copito mantiene contacto semanal con La Línea ("hablo mucho con Alfredo [Gallardo] al que considero un amigo, con el mister y con David Rico") y tiene su particular visión de por qué la Balompédica no consigue auparse a las plazas de ascenso.

"Sinceramente, yo creo que si los que rodean al club dejasen tranquilo al vestuario, sería más fácil que consiguiesen los objetivos", dice. "Los aficionados dan demasiada caña, la prensa está demasiado encima y a veces no dejan trabajar al grupo con la tranquilidad que se necesita".

"El futbolista cuando sale de allí se siente aliviado y lo digo yo que he estado en Segunda y Segunda B", añade. "Es verdad que hay que pagar un peaje por jugar en un equipo como ése, pero a veces se olvida que estamos hablando de Tercera y se le da demasiada trascendencia a todo".