Algeciras-Tropezón

Baño de bronce (4-0)

  • El Algeciras vuelve a Segunda B por la puerta grande, con una goleada que aplasta la ventaja del Tropezón Berlanga, Benítez, Mario y Pedro plasman la superioridad albirroja

A veces los sueños se hacen realidad. Algeciras tenía uno desde hace bastantes años y lo alcanzó por la puerta grande. Los algecireños y los algeciristas ya tienen a su equipo en la categoría de bronce del fútbol español, vuelve a la Segunda división B uno de sus hijos pródigos y lo hace tras sufrir penurias durante temporadas que fueron aplastadas ayer por una goleada histórica en un Nuevo Mirador absolutamente desbordado. El triunfo ante el CD Tropezón, al que no le sirvió de nada la mínima renta de la ida, fue el cénit de una temporada inolvidable, redonda, labrada a martillo y cincel para esculpir una obra maestra de nombre ascenso.

 

Sólo el burlón dios del fútbol, ese que quiso que en el encuentro de ida se estrellaran dos balones en los postes de la meta del conjunto de Tanos, podría arrebatar la felicidad a los albirrojos que tenían todo a favor, a pesar del resultado en contra traído de Torrelavega. Tenían un público entregado como hace muchos, muchísimos años que no lo estaba.  Y tenían su superioridad, el Algeciras simple y llanamente es superior al Tropezón, incluso en el encuentro de ayer parecía un conjunto de una categoría superior, parecía un equipo ya de Segunda B ante uno más de Tercera.

 

Desde un principio. El conjunto de Manolo Sanlúcar, que se atrevió con Pedro y Llaves arriba,   excitó más si cabe el encuentro desde la salida, aprovechando el ímpetu de las ganas de remontada y de un público ensordecedor. El área cántabra parecía la Plaza Alta en hora punta, allí pasaban los algeciristas con facilidad y empezaron a acumularse llegadas de Pedro, Llaves y Javi Fernández. 

 

Al Tropezón, que había llegado a penas media hora antes al estadio por un problema con su vuelo, se le notaba fuera de sitio, incapaz de controlar el nervio que su rival ponían al partido, a veces excesivo, pero acabó siendo útil. 

 

En el 13', Berlanga dio un bocado a balón parado pero el linier entendió que hubo fuera de juego. Y continuaba hasta que por fin llegó el necesitado primer tanto. Fue el de antes, Miguel Ángel Berlanga, que volvió a hacer un partido sobresaliente en el mediocentro, y que hizo el segundo gol, sí el segundo, porque el primero fue de una tremenda afición. El algecireño de San Bernabé se elevó sobre toda la blandengue defensa taniega y dio un inapelable cabezazo para empatar la eliminatoria. 

 

Después del gol, de la excitación con la que habían salido al encuentro los de Sanlúcar, llegó un respiro que significó la pérdida del control del partido ante un Tropezón que ganó algunos metros, se soltó las ataduras del centro del campo y llevó algún que otro peligro. Tampoco demasiado pero en estos partidos todo se magnifica. El balón parado, curioso porque defendiéndolo fueron más bien blandos, fue su única baza pero la zaga estuvo impecable. Máiquez y Merino frenaron a las dos alas cántabras y Víctor González y Benítez volvieron a ganar las partidas por alto.   

 

Antes del descanso, Javi Chico,  el que puso la cabeza fría en el encuentro, y Javi Fernández tuvieron el segundo pero no hubo más hasta el intermedio. 

 

Otra cosa fue la segunda parte. El Algeciras volvió a ponerse a su sitio, demostró que ha llegado físicamente bien a la fase de ascenso; eso unido a su superioridad hizo que la segunda mitad fuese una fiesta. Álvaro Benítez se desquitó de una temporada agria con un golazo de media tijera, cazando un balón suelto en el área. Los de La Menacha ya iban por delante y se desataron jugando minutos para guardar en vídeo, moviendo a un Tropezón que esta vez no encontró reacción ni con dos cambios en el descanso. Javi Chico, ya muy suelto, Pedro, con varias marcha más que sus marcadores, y Llaves, al que el meta Iván le sacó una mano espectacular, tuvieron la sentencia. 

 

 El tercer tanto, en el 75', estaba reservado para Mario. Entró y se notó, sobre todo, por su cabezazo espectacular, creció varios metros más para  alcanzar un balón llegado desde la banda que se coló ajustado al palo de un Tropezón que terminó por bajar los brazos. Y aún las 8.500 almas, o más, tuvieron la oportunidad de cantar otro gol. Pedro, que hizo un partidazo, remató un centro de Merino, raso y largo desde la izquierda, que la empujó para hacer el 4-0. 

 

Llegaba ya el final y el momento más esperado, el ascenso a Segunda B se hizo realidad. La invasión, la fiesta, la locura, los abrazos, las lágrimas. La apoteosis albiroja.

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