De libros

En tierra de nadie

  • 'Cristianos'. Jean Rolin. Trad. Fernando González. Libros del Asteroide. Barcelona, 2011. 168 páginas. 16,95 euros.

Se expandió por todo el mundo y arraigó profundamente en Europa, pero la huella del cristianismo casi se perdió en los lugares de origen. Sin embargo, dos mil años después, quedan cientos de miles de fieles en el solar de Jerusalén y otras áreas de Oriente Próximo o el norte de África, acosados por fanáticos islamistas o, en el mejor de los casos, situados en una tierra de nadie donde son víctimas de toda suerte de arbitrariedades. Árabes de lengua y cultura, no provienen de los cruzados u otros conquistadores, pues sus ascendientes ya estaban allí cuando nació el Islam. A la sufrida comunidad cristiana de Palestina ha dedicado este libro Jean Rolin, una excelente crónica de su viaje a la zona a finales de 2002, poco antes del estallido de la Guerra de Iraq, donde el escritor y periodista recoge sus experiencias entre los miembros de la más antigua de las iglesias de Oriente.

Por su trayectoria profesional, Rolin podría recordarnos a esos comanches desnortados que presumen de su valor en los campos de batalla, pero la mirada del reportero francés no es autocelebratoria sino abiertamente compasiva. Los cristianos de Palestina se sienten solidarios con la causa nacional del país ocupado, pero son observados con recelo tanto por los israelíes, que no los diferencian del resto de los árabes, como por estos, para los que su religión constituye un obstáculo insalvable. Rolin se adentra en sus vidas y nos las cuenta con todo lujo de detalles, en una prosa precisa, directa y enormemente sugestiva. No hace falta ser estricto correligionario para sentirse conmovido por el drama de esta comunidad secular que sufre una persecución silenciada, en la tierra santa o maldita de Palestina y en otros lugares del planeta, mientras en Europa muchos ciudadanos descreídos siguen instalados en la nostalgia del XIX y los que pasan por devotos miran piadosamente hacia otro lado. Por desgracia, las torpes vacilaciones de Occidente no se reducen a la crisis del euro.

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