Emerge, memoria | Crítica

Perseguidor de fantasmas

  • Un libro de ensayos y conversaciones recuerda a W.G. Sebald, el autor de 'Los anillos de Saturno' o 'Austerlitz', como uno de los grandes escritores europeos contemporáneos

W.G. Sebald (Wertach, 1944-Norfolk, 2001) en París, 1998.

W.G. Sebald (Wertach, 1944-Norfolk, 2001) en París, 1998.

Veinte años después de su desgraciada muerte en un accidente de tráfico, la obra de W.G. Sebald sigue deslumbrando por su originalidad y por su capacidad para involucrar al lector y fascinarlo, pero también por su rigor moral y por el modo enigmático en que aborda los dilemas de la memoria personal e histórica. Un puñado de libros inclasificables –"ficciones narrativas", las llamaba el propio Sebald– convirtieron al casi desconocido profesor bávaro, afincado en Inglaterra desde la primera veintena, en uno de los escritores más celebrados e influyentes de la Europa de entre siglos, autor de títulos ya clásicos como Vértigo (1990), Los emigrados (1992), Los anillos de Saturno (1995) y Austerlitz (2001), que sumados a sus relatos y ensayos y al poema en prosa Del natural (1988), con el que comenzó su tardía dedicación a la literatura, conforman la obra completa de un autor que abandonó su país y se mostró muy crítico con la actitud de sus compatriotas tras la Segunda Guerra Mundial, pero no renunció al alemán como lengua literaria. En la última década de su vida, el éxito internacional le vendría en un principio a través de las traducciones inglesas, que él mismo revisaba, pero pronto se convirtió en un fenómeno y la muerte prematura contribuyó a agrandar su leyenda.

El narrador se sitúa en un plano donde los muertos están tan presentes como los vivos

Hubo quienes pusieron en duda esa originalidad, como todas rastreable, o no dejaron de señalar que el prestigio de Sebald obedecía a una moda, pero los libros citados se defienden solos y los lectores que deseen acceder a las claves que sustentan su mundo pueden acercarse a una valiosa recopilación de ensayos y conversaciones, editada por Lynne Sharon Schwartz en 2007, que acaba de ser traducida por Cristian Crusat para KRK Ediciones. Desde la impecable caracterización inicial de la editora, el volumen es doblemente atractivo en tanto que ofrece una bien escogida antología de textos críticos sobre la obra de Sebald –incluido uno que expone con buen criterio sus "puntos débiles"– y la propia visión del escritor a través de sus entrevistas, donde este se refiere a los años de la inmediata posguerra en el pequeño pueblo de los Alpes, cerca de la frontera con Austria, al "pacto de silencio" o la "amnesia colectiva" de los colaboradores o supervivientes del horror nazi, a su propia experiencia del exilio. Es interesante contrastar sus respuestas con los juicios de valor de los críticos. Y constatar cómo Sebald, que en sus libros sigue el rastro de autores como Stendhal, Casanova, Kafka, Thomas Browne, Conrad o Nabokov, se sitúa en un plano donde los muertos están tan presentes como los vivos. El Sebald oral es más directo y espontáneo, pero habita el mismo territorio.

En Sebald confluyen la "manera periscópica" de Bernhard y la poética del paseante de Walser

Más allá de sus obsesiones, Sebald es también o sobre todo un estilo, en el que confluyen la "manera periscópica" de su admirado Thomas Bernhard y la poética del paseante de Robert Walser. Las frases sinuosas, de ritmo cadencioso e hipnótico, acogen digresiones encadenadas sobre asuntos muy diversos, en asociaciones que parecen caprichosas –y de hecho lo son– pero acaban configurando un sentido. En su práctica de la "ficción documental", que sólo se acerca a la novela en Austerlitz, Sebald procede a través de una "búsqueda asistemática" que no pretende ser exhaustiva, sino reunir –tejer, en la reiterada imagen del narrador– episodios significativos, a un tiempo, dice Schwartz, magnéticos y evanescentes. No hay tramas propiamente dichas, pero muchos lectores coinciden en señalar el impulso de volver a empezar los libros una vez acabados. Abordados no desde el patetismo, sino con frialdad de entomólogo o estilización rayana en el esteticismo, reaparecen temas como la falla entre naturaleza y civilización, el hilo de las coincidencias o las casualidades inquietantes, las perdurables huellas del sufrimiento o la idea de la historia como una sucesión de infortunios. El registro elegiaco, el pesimismo sobre la condición humana, las notas líricas y un humor extraño, dado el contexto de general severidad, dan la medida de un tono que es casi siempre meditativo. En este sentido, la obra de Sebald, el "perseguidor de fantasmas", aunque con un pie en la historia y otro en la literatura, pertenece al brumoso terreno de la metafísica.

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