Cristina Oñoro. Escritora

“La agenda del feminismo es la agenda de la humanidad”

  • La autora madrileña ha perseguido en su ensayo ‘Las que faltaban’ "tejer una historia con perspectiva de género"

La escritora Cristina Oñoro, en una reciente visita a Sevilla.

La escritora Cristina Oñoro, en una reciente visita a Sevilla. / Antonio Pizarro

"No hay mujeres en mi temario de literatura" fue uno de los lemas que se leían en una de las tantas pancartas que colorearon el cielo el 8M de 2018. Cristina Oñoro (Madrid, 1979) fijó especialmente su atención en dicho escrito ya que, como profesora de la Universidad Complutense de Madrid, comprendía que, en efecto, la chica que sostenía el reclamo tenía razón. "Las niñas y las mujeres nos dedicamos con tesón a estudiar nuestra propia ausencia", escribió Gloria Steinem en sus memorias, y así lo recopila la madrileña en Las que faltaban (Taurus, 2022), un ensayo narrativo donde esta filósofa y teórica de la literatura trata de "tejer una historia con perspectiva de género para que todas las que faltaban puedan aparecer".

El libro consta de 13 capítulos que tienen como protagonistas a diferentes mujeres en distintas épocas. La intención de la filósofa no era construir la Historia a través de la vida de grandes personajes femeninos –algo que, huelga decir, sí se ha hecho desde la perspectiva del hombre–, sino "tejer una genealogía entrelazando la historia de estas mujeres en su momento histórico y dándoles su espacio, su contexto". Y es que el acto de bordar es una metáfora que recorre todo el libro, ya que, según explica en el prólogo Oñoro, "las conexiones antiquísimas y profundas entre costura y escritura incluso han llevado a la escritora Irene Vallejo –Premio Nacional de Ensayo 2020– a suponer que las primeras narradoras de la historia debieron de ser mujeres que contaban sus vivencias mientras cosían". Así, la autora hace un recorrido a lo largo de miles de años que conecta a Filomena, un personaje mitológico al que Tereo violó y cortó la lengua y que tejió un tapiz para contar a su hermana Procne lo ocurrido, hasta los Oscar de 2020, donde Natalie Portman bordó con hilo dorado a lo largo de su túnica los nombres de todas las directoras que habían quedado fuera de los nominados "con el objetivo de denunciar la discriminación sufrida por sus hermanas".

Con una prosa novelada y cargada de intensidad, el primero de los capítulos habla sobre Denny, y es "la historia real en la que se encontró a la primera niña híbrida de primera generación". "Denny y su descubrimiento tenían que salir en el libro por el hecho de pensar un pasado distinto al que estamos acostumbrados; es una forma de explorar la imagen que tenemos del pasado. Se supone que cuando hablamos de los Sapiens, hablamos de lo genérico, pero la realidad es que pensamos el pasado en masculino: nos imaginamos al hombre cazador o al hombre artista, y las mujeres, si es que aparecen, están en la cueva en silencio y a oscuras", explica. De esta forma, Oñoro expone que "a través de las arqueólogas de los años 70 y del empuje del feminismo, surgió la oportunidad de contar qué estaban haciendo las mujeres en aquel momento".

Cubierta del libro. Cubierta del libro.

Cubierta del libro.

La escritora reconoce que Virginia Woolf ha sido su "propio Virgilio" y que le ha ido acompañando a lo largo de toda la obra. "No estaba pensado en un comienzo, pero apareció en la propia escritura, e intenté dialogar con ella en cada capítulo, pensando qué diría Woolf de esas historias", define. Y sea o no porque la novelista británica la tomó de la mano, lo cierto es que el resultado ha sido una obra redonda donde personalidades tan trascendentales como Agnódice, Malinche, Jane Austen, Victoria Kent, Rosa Parks o Malala, entre tantas otras, "han coloreado las imágenes que teníamos del pasado". Oñoro reconoce que no fue fácil seleccionar a las 13 componentes del libro, ya que "en el proyecto original había 21", pero siente que las personalidades elegidas son las más representativas. Entre ellas, quizá por ser la más cercana a nuestra actualidad, subraya a Malala, a la que considera "el cierre perfecto del libro, ya que comienza y termina con dos adolescentes: Denny en la prehistoria y Malala en nuestros días". La activista pakistaní "es atacada por defender el derecho a la educación de las mujeres y, como se ha podido ver, han vuelto a cerrar las escuelas en Afganistán, por lo que sigue siendo necesaria la voz de activistas como ellas. La educación es algo que, en Occidente, damos por hecho, pero la realidad es que en otras partes del mundo no lo es". Así se expresa la autora para ratificar que "la agenda del feminismo es también la agenda de la humanidad".

A lo largo de los capítulos, las vivencias, pensamientos y actos de las protagonistas se van sucediendo mientras que comparten un diálogo abisal cargado de expectativas feministas. Oñoro, como reconoce, sí se siente en paz con esta palabra que tanta discrepancia sigue levantando. "La propia Malala dice que la palabra feminista es algo que no siempre le había resultado sencilla, y que incluso le había generado respuestas negativas, pero que después de escuchar a Emma Watson en su discurso en la ONU entendió que el feminismo es sinónimo de igualdad y que ella, entonces, se consideraba feminista", asevera. A esta reflexión añade algo todavía más importante, y es que "sucede que el feminismo suele asociarse con Occidente, y por tanto, el resto del mundo puede llegar a tener la sensación de que no se encuadra dentro de su realidad". ¿Es cuestión de educación?, cabría preguntarse. "Es cuestión de educación, pero también hay una parte muy importante de tradición. Las feministas y el feminismo siempre han suscitado rechazo. Si nos vamos a su historia, siempre ha habido caricaturas de estas mujeres, siempre han sido retratadas, según la ola, de una forma o de otra", matiza. Como ejemplo pone a las sufragistas, quienes sufrieron numerosas campañas de desprestigio y, sin embargo, "es gracias a todas ellas por las que tenemos los derechos hoy".

"El feminismo", continúa, "es una lucha por la igualdad de hombres y mujeres, pero es también una visión distinta sobre el mundo y sobre nuestra experiencia en él". Oñoro, que reconoce haber sentido simpatía hacia todas las figuras históricas que lo fueron y que pelearon por los derechos de la mujer, considera que "todos deberíamos ser feministas, porque el feminismo tiene una agenda para la humanidad, no solo para las mujeres, sino que tiene que ver con cualquier ser humano con independencia incluso de sus opiniones. Es algo que se aprecia, por ejemplo, en las políticas de conciliación. La conciliación no tiene solo que ver con las mujeres, sino que favorece a todo el mundo". Se refiere, en este punto, a la violencia sexual, a la que considera "una lacra social" que no solo afecta a las mujeres, puesto que "una sociedad libre de violencia es una sociedad mejor". "Creo que todo el mundo debería ser feminista, porque serlo es creer en un mundo más igual, más justo y, desde mi perspectiva, más humano", avala la escritora.

Tirando del hilo, como escribiría la autora en Las que faltaban, la conversación se torna hacia los enemigos de este movimiento que busca la igualdad, un tema sobre el que Oñoro tiene muy clara la respuesta: "Todos los momentos en los que ha habido un avance del feminismo, han venido acompañados de corrientes de rechazo que, peligrosamente, suponen un retroceso". Explica que, antes de la pandemia, también hubo una oleada muy fuerte de feminismo con la primera manifestación del 8M en 2018. "Eso va acompañado, para mí, mezclado con otros elementos, de rechazo", considera. Un rechazo que, según expone, tiene que ver con el miedo, con la protección del propio sistema patriarcal respecto a los avances. "La proliferación de partidos de la extrema derecha, con programas que buscan retrocesos en los logros de las mujeres, es una reacción que ya ha existido en otros momentos de la historia", incide, para concluir que, precisamente por eso, "hay que estar muy en guardia, porque nada está ganado todavía".

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