Alejandro Morellón | Escritor

"La culpa es algo que también nos construye como personas"

  • Tras dos libros de cuentos, el madrileño debuta en la novela con 'Caballo sea la noche', una intensa exploración del universo de una tortuosa familia

Alejandro Morellón, de gira por Andalucía para presentar 'Caballo sea la noche'.

Alejandro Morellón, de gira por Andalucía para presentar 'Caballo sea la noche'. / José Ángel García

Caballo sea la noche es la primera novela de Alejandro Morellón tras haber publicado dos libros de relatos anteriormente, La noche en que caemos (2013) y El estado natural de las cosas (2016), con el que ganó el Premio Hispanoamericano de Cuentos Gabriel García Márquez. En su debut en la narrativa de larga distancia, Morellón ofrece una historia torrencial, sensitiva y abrumadora que explora la memoria y el sentimiento de culpa de una familia marcada por las ausencias.

"Quise ingresar de nuevo en la noche para evitar el rostro de mi madre, el de mi hermano, el de mi padre, e intercambiar los afectos y los defectos de mi familia por una presencia redentora". Así comienza, con un torbellino de palabras, emociones, reflexiones y ausencias, este libro que acaba de publicar la editorial Candaya. Una novela construida a golpe de imágenes punzantes, con una prosa trepidante e íntima, escupida desde lo más profundo, y en la que el autor recupera, a modo de volcánico homenaje, la tradición oral.

"Hay una parte de la historia", señala Morellón (Madrid, 1985), "en la que Alan se acuerda de cuando su padre les leía a todos en voz alta los capítulos de las novelas que estaba leyendo, y ese lenguaje oral, primitivo, el de contar historias en torno a la fogata, me parecía muy potente a la hora de dar musicalidad al relato, he intentado que el lenguaje no sólo cuente, sino que también construya esa música y genere una sensación". El escritor ofrece en la novela capítulos de ritmo desbordante, en los que la velocidad, eléctrica, es una constante en la lectura. "No pongo puntos en la narración para obligar al lector a seguir imbuido en ese ritmo y, de este modo, provocarles un sentimiento, y no sólo contarles una historia", explica.

La exploración de la familia como primer universo al que nos enfrentamos es fundamental en Caballo sea la noche. "La novela se conforma a partir de un triángulo compuesto por la identidad, la culpa y la memoria, y quizá con el deseo como eje central de ese triángulo. Con respecto a la identidad, quería mostrar que la familia es esa primera institución que te conforma. En el seno de esta familia, tanto Alan como Rosa, la madre, se enfrentan al hecho de construirse una identidad en torno a lo que los otros miembros de la familia ven en ellos. No en vano, la familia es la encargada de ofrecerte un reflejo, un referente y guiar tus primeros años de vida, de forma que lo primero que sabemos del mundo lo sabemos por medio de nuestros padres y hermanos".

Llama la atención en Caballo sea la noche la ausencia de descripciones físicas, en una apuesta decidida por el relato vertiginoso, por ofrecer una lectura sin adornos ni espacios neutros. En este sentido, Morellón comenta: "Me gusta trabajar así, mis descripciones son por medio de detalles, pinceladas que conforman el escenario. Nunca he descrito a mis personajes ni me interesa situar al lector en un espacio muy definido. Además, en el caso de esta novela creo que la historia requería esa indefinición, esa penumbra, para que de alguna manera hubiera una empatía con el personaje".

Portada de la obra. Portada de la obra.

Portada de la obra.

La memoria y la culpa son también elementos muy visibles en Caballo sea la noche. Morellón juega con extrema habilidad con ambos, hasta el punto de incorporarlos como cauces narrativos sobre los que fluye la historia. "La ausencia es mucho más importante que la presencia, y es justo lo que nos falta lo que más y mejor nos define. En la novela hay dos ausencias imponderables, que son las del padre y el hermano, y el que no aparezcan nos ofrece una nueva perspectiva del acontecimiento. Me interesaba explorar en la memoria, en tanto que es un motor generador de identidad. Y, al revés, la identidad y la memoria son dos criaturas que se amamantan recíprocamente, y así como somos lo que recordamos, también recordamos en función de aquello que queremos ser. Y, claro, la memoria puede ser un instrumento fallido, o no eficaz, ya que con el paso del tiempo vamos olvidando y cuando la memoria no recuerda, distorsiona".

Con respecto a la importancia de la culpa en su novela, Morellón explica: "Es algo que cargan sobre sus hombros los cuatro personajes que protagonizan la novela. El meollo reside en identificar qué tanto por ciento de culpa hay en nosotros, o cuánto de víctimas, si pudiéramos haber hecho las cosas de manera distinta. La culpa es algo que también te construye, pero que puedes ir modulando con el paso del tiempo. Me gusta que la culpa sea una manera de entenderse y de reconocerse, tal y como hago con mis personajes".

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