Me acuerdo... El exilio de la infancia | Crítica

El niño que salvó el pellejo

  • El francés Boris Cyrulnik realiza un doloroso y esclarecedor viaje a su infancia, en la que se salvó por los pelos de la muerte una vez convertido en huérfano tras el exterminio de sus padres en Auschwitz 

El psicólogo y escritor francés Boris Cyrulnik (Burdeos, 1937).

El psicólogo y escritor francés Boris Cyrulnik (Burdeos, 1937). / D. S.

Boris Cyrulnik (Burdeos, 1937) es un referente en la psicología moderna en Francia. El análisis de la conducta animal (etología) y de la resiliencia (superación de un trauma o dolor largo tiempo agazapado en la persona) suele aparecer en los muchos libros que ha escrito. Aquí, en concreto, Cyrulnik reaviva cierto pasaje de infancia y lo redescubre en un viaje de vuelta a Burdeos, su ciudad natal, y a la localidad de Pondaurat, en la región de Aquitania. En estos lugares reconstruirá el diorama de un pasado doloroso, inexplicable en parte, lo que lo obliga a reconocer sobre el terreno –esto es, sobre sus escombros– lo que ha quedado de aquel trauma. La mecánica de la mente irá haciendo su trabajo, pero el recuerdo del hombre ya maduro se confronta ahora con el recuerdo del niño que fue. "La mente, poderoso estupefaciente", cantaba el hoy silente y añorado Franco Battiato.

De padres judíos polacos, ambos exterminados en Auschwitz, Cyrulnik revive la cruel epopeya de un niño de 6-7 años. De añadido denuncia el lamentable silenciamiento de la Shoah en Francia tras el colapso definitivo del nazismo y la nueva hora liberadora que llegó a Europa. Sólo en los años 80 el país comenzó una inmersión interior para aceptar su culpa en el exterminio del 25% de la población judía francesa.

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

El colaboracionismo y el antijudaísmo galo (recuérdese La agonía de Francia de Chaves Nogales) quedaron apartados durante años como zona en barbecho. El desmedido mito de la Resistencia tapó las miserias. Cyrulnik tardó cuatro décadas en regresar a Burdeos. Lo hizo en 1985, y luego lo haría a Pondaurat en 1998, para volver de nuevo a ambos lugares en 2008, acompañado por su amigo y casi cicerone Philippe Brenot. De esta última visita son las notas que leemos en Me acuerdo... El exilio de la infancia.

Entregado como huérfano a la beneficencia, luego oculto en casa de una maestra salvífica llamada Marguerite Fargues y protegido incluso después por la madre de ésta, Cyrulnik fue finalmente delatado y detenido un 10 de enero de 1944. Conducido a la sinagoga de Burdeos (paso previo al envío en trenes a los crematorios), el niño inocente pero indócil a la vez logró esconderse en el techo de los urinarios y escapó, con ayuda de una enfermera, de la muerte y de su espantosa estadística.

Este relato es una suerte de pequeña autobiografía. Pero se trata sobre todo de un ejercicio de narrativa de la mente, con lo que ésta construye y deconstruye al cabo de los años, entre la realidad imaginada y la realidad real.

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