Viaje de Turquía | Crítica

A vueltas con Heródoto

  • Este 'Viaje de Turquía', atribuido aquí a López de Gómara, es tanto una novela picaresca, una guía antropológica de aquellas tierras, como un informe diplomático para su futura invasión por los reinos cristianos

Retrato de Solimán el Magnifico, sultán de la Sublime Puerta

Retrato de Solimán el Magnifico, sultán de la Sublime Puerta

Como nos recuerda en su Introducción Alfredo Rodríguez, este Viaje de Turquía de Pedro de Urdemalas, atribuido comúnmente a Cristóbal de Villalón, es un diálogo renacentista, a la manera de Luciano, cuyo carácter apicarado y bronco lo emparenta, sin embargo, no tanto con la obra cómica de Erasmo, de claro influjo lucianesco, como con la tradición española del Arcipreste, Celestina y Lázaro, así como con aquellas almas carnavalescas, de genio itinerante, que fueron Chaucer y Rabelais.

No deja de ser una ironía, por otra parte, que Luciano se burlara del modo de historiar de Heródoto, cuando es Heródoto quien sale prestigiado y vindicado en el XVI, tras las grandes navegaciones y descubrimientos habidos en aquel siglo. Quiere decirse que esta obra picaresca, donde un falso peregrino a Compostela cuenta sus infortunios como prisionero del Gran Turco, es, en gran modo, un estudio etnológico, léase herodoteo, de aquellas tierras, asunto que también encontramos, aplicado al Nuevo Mundo, en la obra de Díaz del Castillo, Landa, Las Casas, el Inca Garcilaso o en la obra historiográfica de López de Gómara, secretario de Hernán Cortés y antagonista de Bernal Díaz en la narración de la conquista de la Nueva España.

De hecho, es a este último historiador, López de Gómara, a quien Alfredo Rodríguez atribuye la autoría del Viaje de Turquía, aduciendo razones, no sólo léxicas, sino biográficas, que señalan verosímilmente al religioso soriano como autor, junto a la Historia general de las Indias, de este apicarado memorándum, que anticipa poderosamente las Cartas persas del señor de la Brède.

No debe olvidarse, en fin, que, junto a la Protesta, el gran enemigo de Felipe II, "rey de España e Inglaterra y Nápoles", a quien va dedicada la obra, fue el imperio de la Sublime Puerta. Lo cual que este Viaje de Turquía, narrado por Pedro de Urdemalas, no deja de ser un informe circunstanciado para una futura victoria sobre el enemigo, aquí glosado y exahustivizado, no al modo de Tucídides y Polibio, sino del viejo e imaginativo Heródoto.

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