Londres | Crítica

Usos y costumbres

  • Con prólogo de Mª Ángeles Robles, Renacimiento publica el 'Londres' de Camba, artículos escritos para el diario 'El Mundo' desde finales de 1910 hasta primeros de 1912, y donde el joven escritor gallego exhibe ya una desinhibida y sólida maestría

Imagen de un joven Camba, a primeros del siglo XX

Imagen de un joven Camba, a primeros del siglo XX

El lector curioso ya habrá visto reseñados anteriormente otros volúmenes de Camba donde se recogen sus piezas de escritor viajero, y por lo tanto, sometido a la tiranía de los transportes y a la arbitrariedad, no siempre dulce, de los lugares de hospedaje. Ahora mismo, me salen aquí tanto su Constantinopla como su Alemania, magníficos ambos, pero también cabría recordar uno de los grandes libros dedicados a Nueva York, y que lleva por título La ciudad automática. Por supuesto, Camba pertenece a la hora mayor del periodismo escrito, en las primeras décadas del XX, donde el cosmopolitismo fue una forma de suavizar y popularizar los tipos acuñados durante el XIX. Aun así, su técnica es la misma que ya empleara Montesquieu en sus Cartas persas. Esto es, utilizar la descripción de las costumbres foráneas para, a la vuelta, reflejar y criticar acerbamente las propias.

Este Londres de Camba es heredero del rigororismo victoriano y del positivismo decimonono

Quiere esto decir que el Londres de Camba, que es el Londres de finales de 1910, cuando acaba de comenzar el reinado de Jorge V, es todavía aquel Londres heredero del rigororismo victoriano y el Salvation Army. Pero también, el Londres hijo triunfal del positivismo decimonono. Con lo cual, mucho del comentario londinense que nos ofrece Camba vendrá mediatizado, tanto por la envarada cortesía de sus anfitriones, como por su carácter práctico, que alcanza a la parva cocina insular y su triunfal y omnipresente roast-beef. Como es lógico, Camba añadirá a este cuadro la consabida falta de imaginación inglesa, enfrentada a la improvisación latina, siendo lo cierto que fue la imaginación, y no la realidad, aquella magnitud favorecida por empirismo británico. Con todo, este Londres de Camba, un Londres irreal, celérico y en brumas, viene expresado en un español limpio y versátil, donde los paisanos de la Pérfida Albión son retratados, y a veces caricaturizados, con enorme perspicacia. Como ya he señalado, sin embargo, dicha perspicacia, siempre bienhumorada, tiene como finalidad última el retrato del español. Y a mayor abundamiento, los vicios y pesadumbres de este pueblo de fieras, a criterio de Camba.

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