De libros

Arte del alambre

'EL FUNAMBULISTA'. Jean Genet.Prólogo de Miguel Morey. Trad. Regina López Muñoz. Errata Naturae. Madrid, 2016. 56 páginas. 8,50 euros.

El elogio de la delincuencia es un género tramposo y hasta despreciable cuando lo practican esos malditos de guardarropía, confortablemente instalados, que celebran el lado oscuro como el que va de turismo -que también hay quienes lo hacen- a los infiernos o los arrabales donde la vida no vale nada. En este sentido, lo que convierte en grande a Jean Genet es que escribió, al menos en un principio, desde la marginalidad y a propósito de experiencias que había vivido en carne propia, pero si treinta años después de su muerte lo seguimos leyendo es porque su discurso subversivo, admirado por autores como Cocteau o Sartre, se sirvió de una lengua paradójicamente elevada que impresiona por su fuerza lírica. De esto último es buena muestra El funambulista (1957), un opúsculo reeditado por Errata naturae -sello que ha rescatado otras obras de Genet como los artículos y entrevistas reunidos en El enemigo declarado, la novela autobiográfica Milagro de la rosa o las dos piezas breves que recoge El niño criminal- donde el poeta, narrador y dramaturgo rindió homenaje a su joven amante Abdallah Bentaga, acróbata de origen argelino al que protegió y pagó las clases para que aprendiera el difícil y peligroso arte del equilibrio en el alambre.

Redactado en forma de consejos o instrucciones que conforman una suerte de fragmentario poema en prosa, el texto de Genet presenta en efecto el oficio del funambulista como un arte que precisa, del mismo modo que la poesía, de la "soledad absoluta", sólo que los artistas del circo -"residuos de una era fabulosa"- bailan con la muerte y es la sombra de la tragedia -"tu breve sepulcro nos alumbra"- lo que les confiere una dimensión única. En el Postfacio de la editora, Irene Antón refiere el infortunado destino del muchacho que se suicidó cuando el escritor, aun sin desentenderse de su suerte, lo abandonó por otro joven. El tributo de Genet es anterior al desenlace de la historia, pero se hace imposible leerlo sin tener presente esa "muerte física definitiva" que aguardaba al volatinero fuera de la pista.

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