Literatura

El poeta de la revolución industrial

  • Hoy se cumplen 150 años de la muerte de Dickens, el novelista que humanizó un mundo sin alma y del que Zweig dijo: "Tejió en red poética los hilos de la vida"

Charles Dickens. Foto de Herbert Watkins, 1859. National Portrait Gallery.

Charles Dickens. Foto de Herbert Watkins, 1859. National Portrait Gallery.

"En las hilaturas inglesas movidas por vapor y agua trabajaban en el año 1835 20.558 niños entre ocho y doce años". Ese año 1835 Charles Dickens (1812-1870) tenía 23 años. Ya había dejado la durísima infancia que en Oliver Twist convirtió en novela de denuncia social y en David Copperfield toma forma de una autobiografía disfrazada. Las palabras que abren este texto son de un contemporáneo de Dickens, tocayo suyo, tan universal como él. Se llamaba Karl Marx (1818-1883). Aunque su tándem filosófico e intelectual lo formó con su amigo y protector Federico Engels, las novelas de Dickens podrían ser su correlato social. Nadie como Dickens trasladó a la ficción las verdades como puños que mostró el autor de El Capital: "Esta gran diferencia de que los hombres trabajen mediante máquinas o como máquinas no ha sido… observada".

Una de las cosas que sí hizo Dickens fue observar esa realidad anunciada y denunciada por Marx, que vivió y murió en Londres, igual que Sigmund Freud (1856-1939). Dos genios que pusieron patas arriba con el materialismo histórico y con el psicoanálisis a la sociedad y al individuo. El mérito de Dickens fue retratar el alma colectiva de una ciudad que encarnó la revolución industrial y un tiempo de novedades y trastornos tecnológicos.

Desde Jesucristo, nadie supo acercarse con tanta ternura al mundo de la infancia

Hoy se cumplen 150 años de la muerte de Dickens. Desde Jesucristo, nadie supo acercarse con tanta ternura al mundo de la infancia, carne de cañón de una sociedad despiadada. Los malos de Dickens no son de cartón-piedra, no es una maldad teórica porque la vivió en primera persona y retrató al "demonio con abrigo". Nació el mismo año que ven la luz las Cortes de Cádiz y murió el mismo año que Gustavo Adolfo Bécquer. Un doble decorado cronológico que sirve para evocar a quien encontró uno de sus primeros trabajos como taquígrafo en el Parlamento británico, las únicas Cortes sin Constitución, y quien encontró poesía en la prosa. "Él fue el primero que tejió en red poética los hilos de la vida diaria de la más antipoética de todas las naciones", escribe Stefan Zweig en la semblanza biográfica de Dickens dentro del libro Tres Maestros en el que junto al novelista inglés se ocupa también de sus coetáneos Balzac (1799-1850), una década mayor, y Dostoievski (1821-1881), una década más joven. "El héroe de Balzac aspira a subrayar el mundo; el héroe de Dostoievski quiere sobreponerse a él. Las aspiraciones de los hombres de Dickens son más modestas. Es el ideal del pequeño burgués, el paraíso de la clase media", escribe Zweig.

Charles Dickens (Portsmouth, 1812-Gads Hill Place, 1870). Charles Dickens (Portsmouth, 1812-Gads Hill Place, 1870).

Charles Dickens (Portsmouth, 1812-Gads Hill Place, 1870).

Contemporáneo de los periódicos, una herramienta fundamental en todas sus novelas. En Oliver Twist, junto al té y la cerveza negra, un anuncio en la prensa ofrece una recompensa de cinco guineas a quien dé alguna pista de este huérfano desaparecido. Dickens trabajó en los periódicos, empezó en ellos a publicar como boletines sus novelas (las del Club Pickwick). Convivió con la aparición del ferrocarril, llegando a vivir un siniestro ferroviario del que salió ileso.

Con motivo del 150 aniversario de su muerte, Alianza Editorial ha publicado una edición de algunas de sus novelas más populares: Oliver Twist, David Copperfield, Tiempos Difíciles, Grandes Esperanzas. Estas dos últimas parecen retratar estos tiempos de Dickens sin Dickens. Un siglo y medio después de su muerte, su país rompió amarras con Europa, se ha convertido en el segundo con mayor número de víctimas por el coronavirus e incluso la reapertura del caso de Madeleine Mccann quince años después de su desaparición devuelve la permanente indefensión de la infancia.

Dickens sigue teniendo vigencia en una sociedad que cuanto más se deshumaniza más necesita de su óptica

Un año antes de su muerte, se inaugura el Canal de Suez. El año que muere Dickens, Galdós publica su primera novela, el duque de Monpensier pierde toda opción dinástica, Amadeo de Saboya es proclamado rey de España y asesinan a Prim en la calle del Turco. En Dickens aparecen oficios que se extinguieron: estafetero, hojalatero, deshollinador, el manijero de la horca. Otros han cobrado actualidad, como el fabricante de ataúdes que marca el destino de Oliver Twist. Dice Freud que Dickens representó a la época victoriana lo que Shakespeare al periodo isabelino; que nadie encontró como él arte y belleza en la vulgaridad. Hay un momento en Oliver Twist en el que un anciano le pregunta si en un futuro le gustaría escribir libros. El huérfano responde que preferiría ser librero y que en cualquier caso antes disfrutaría leyendo libros que escribiéndolos. "¡No tengas miedo!", le responde el anciano, "No te haremos escritor mientras haya oficio honrado que aprender o pueda uno dedicarse a hacer ladrillos". Sin alharacas intelectuales, Dickens se adelantaba al sueño de Borges, para quien uno era no lo que había escrito sino lo que había leído.

Siglo y medio después de su muerte, el escritor que hizo de Londres, la ciudad doblemente olímpica donde mueren Marx y Freud, un personaje más de sus novelas, sigue teniendo vigencia en una sociedad que cuanto más se deshumaniza más necesita de la óptica de Dickens. Todos los años hay algún colegio en el mundo donde se representa su Cuento de Navidad. Siempre hay materia prima para sus paparruchas. Dickens eterno, para sus novelas no hay brexit.

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