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¡Más vivo que nunca!

  • 'Frankenstein o el moderno Prometeo', la inmortal obra de Mary Shelley, ilustrada con maestría por uno de los grandes dibujantes del panorama norteamericano, el gran Bernie Wrightson

Una viñeta de la obra.

Una viñeta de la obra.

Desde muy pequeñito he sido un auténtico fan del género de terror. Entre éste y un servidor siempre ha existido una curiosa relación de amor odio, ya que me sentía muy atraído, como ese Ulises atado al palo mayor de su embarcación mientras las hermosas, y letales, sirenas cantaban.

Escondido junto al marco de la puerta de mi dormitorio, pedía por favor a mis padres que me dejaran ver esa película cuya banda sonora ya me estaba erizando los pelos de la nuca. La mayoría de las veces mis ruegos daban un resultado positivo, pudiendo subirme al sofá entre ellos dos y, con la cara medio oculta por una manta, introducirme en esos universos oscuros que estaba comenzando a conocer y que, horas después, me provocarían las más terribles pesadillas, haciendo que me ocultara bajo la segura protección de las sábanas, acosado por crujidos e imaginarios pasos que oía alrededor de mi cama…

Años después, ya superada esta fase de terrores nocturnos, me sorprendió lo diferente que era la versión original de Frankenstein o el moderno Prometeo, la novela de Mary Shelley, que tuve el placer de leer gracias a una de aquellas finas ediciones del inolvidable Club del Terror.

Aquel texto, aunque tenía, obviamente, algunos puntos de semejanza con las adaptaciones cinematográficas que había visto, no era para nada lo mismo. Mis preferidas habían sido siempre las protagonizadas por Boris Karloff, pero cuando pude comprobar la sensibilidad con que se dotaba al monstruo, ese ser que fue traído de la muerte sin pedirle permiso, me di cuenta de que ningún guionista ni director de cine había conseguido hasta entonces plasmar fielmente la inmortal obra de la autora, pensamiento que sigo manteniendo hasta la actualidad.

El último punto de estos encuentros sucedió en un mercadillo de segunda mano. Yo ya era un asiduo lector de revistas como Vampus, S.O.S., Dossier Negro o Creepy. Y fue precisamente una recopilación de historias cortas la que me llamó la atención. En su portada, un hombre lobo vestido con ropas humanas sostenía entre sus garras a una bella joven desmayada.

El trazo, los colores, todo el conjunto, me llamó poderosamente la atención, y sin pensármelo dos veces me gasté el dinero de la paga que mis padres me habían dado el fin de semana.

¿Qué poco imaginaba yo que al internarme en las páginas de aquel recopilatorio, que aún conservo, me iba a ver atrapado para siempre por el arte de su dibujante, el supremo Bernie Wrightson, y en especial por una historia escrita por Bruce Jones, titulada Jennifer (relato éste que incluso fue adaptado al medio catódico por Darío Argento en la serie Masters of Horror)?

Aún se me ponen los vellos de punta al rememorarla, lo que sentí con su lectura fue puro y total miedo. La pareja de artistas había logrado completamente lo que pocos, infundir un completo terror a los que paseaban por las viñetas de esta obra maestra oscura.

Y ya no os digo nada del resto de relatos que acompañaban a este en aquel álbum, todos y cada uno de ellos era una fehaciente prueba del tremendo potencial del padre gráfico de otro gran monstruo, en este caso de las viñetas, La Cosa del Pantano.

A partir de ese momento, en una febril búsqueda traté de encontrar todo el material que pude del maestro Wrightson, cosa nada fácil en aquellos años, finales de los 80.

Y ahora, Planeta Cómic nos/os hace un tremendo regalo, la edición definitiva del Frankenstein de Mary Shelley ilustrado por el maestro de la plumilla, que aquí realiza, sin duda, el mejor trabajo de su vida, una traslación gráfica perfecta de los escenarios y personajes que nos son descritos en el texto.

Nunca unos parajes fueron tan gélidos y desiertos que aquellos donde el moribundo Víctor Frankenstein persigue a su creación, ese ser de mirada triste, enorme estatura, que tan solo quiso comprender el porqué de su existencia y convirtió la vida de su padre en un infierno.Para aquellos que nunca la hayáis leído, ésta es la mejor ocasión, ya que no sólo vais a disfrutar de una novela única, un clásico indiscutible del género gótico, sino que además, las maravillosas ilustraciones que la acompañan se os quedarán permanentemente grabadas en las retinas, hecho que sólo sucede con las auténticas obras de arte.

Esta joya viene prologada por uno de los grandes maestros de la literatura terrorífica, el simpar Stephen King, que con la sorna que le caracteriza escribe una curiosa introducción y, como último dato de este admirador de las obras de todos los mencionados, no fue otro sino Wrightson quien dibujó la adaptación al cómic de la película Creepshow, sino que además la novela El ciclo del Hombre Lobo también cuenta con sus ilustraciones, por lo que el círculo queda completado.

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