Cómics

Entre olas y arena, los ocultos recuerdos

  • La guionista francesa Séverine Vidal y el dibujante español Victor L. Pinet componen en 'La casa de la playa' una historia sutil en la que prima lo visual

Ilustración de portada.

Ilustración de portada.

Regresar a aquella casa va a reavivar los recuerdos de los miembros de una familia, el que ha sido un cálido hogar para ellos durante muchos veranos.

La joven Juls es la primera en pisar el lugar, imborrable recuerdo de tantos buenos momentos que ahora están a punto de ser cortados, ya que su tío Albert, necesitado de una inyección económica va a ejercer presión sobre sus hermanos, viéndose estos obligados a pensar en la venta de esta casa.

Pero este no es el único hecho que hace que, de vez en cuando, la tristeza se enmarque en el rostro de la joven embarazada, ya que carga con una invisible mochila de dolor que solo se mitiga, y hasta a veces se diluye, respirando la brisa que viene de la cercana playa, en que aún puede disfrutar y, sobre todo, relajarse.

Entre comidas, cenas, risas, largas siestas, Juls se va a dar de bruces con un hecho inesperado, un misterio que guarda la casa y que solo nosotros, los lectores, vamos a poder desentrañar a través de los diferentes saltos en el tiempo que da la narración.

Ya que si esta comienza en el año 2018, como si en una imaginaria máquina del tiempo se tratara, de un salto nos vamos a encontrar, en forma de flashback, en 1968, cuando los abuelos de Juls adquirieron la casa, hicieron una promesa y se convirtió en el primer verano de otros…

Pero claro, todo tiene un principio, y el porqué de aquellas palabras emborronadas en la pared comenzó aquí, con la joven Françoise, la joven hija de un matrimonio, primeros ocupantes de la casa en la playa. Un lugar en el que la tímida niña va a encontrarse con algo, y alguien, inesperado, que dará un vuelco a su corazón.

Pero la vida, en ocasiones, es injustamente cruel, y la inocencia de la niña se verá golpeada por la duda, las preguntas que la acechan acerca de un hecho, una cita que no se cumple y que la va a marcar por el resto de sus días…

La guionista gala Séverine Vidal y el dibujante español Victor L. Pinet componen una historia sutil, en la que lo visual prima en esos momentos importantes, en los que los lectores, mudos testigos de lo que ha ocurrido, deberemos desentrañar el misterio de aquellos lejanos suceso que conmocionaron al tranquilo pueblo.

Pero también es un acertado retrato de las relaciones familiares, con sus más y sus menos (¿Quién no las tiene?), de cómo la buena voluntad puede arreglar los más irresolubles problemas y, sobre todo, del nuevo camino que puede emprenderse después de que una vida se rompa en mil pedazos. Siempre hay esperanza.

Segunda novela gráfica publicada con acierto por la editorial Nuevo Nueve, que ya va marcando con claridad los parámetros, el perfil, en los que se va a mover la nueva aventura editorial emprendida por Ricardo Esteban.

Si como al que suscribe, esta historia te va a rememorar esos recuerdos de largos días de sol, playa, diversión y salitre, no dudes en sumergirte en su lectura.

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